Lesión de rodilla

by Julen

Toca pasar por sesiones de fisioterapia para ver si reparamos algún pequeño desperfecto en la rodilla derecha. Para alguien como yo, acostumbrado a ejercicio físico casi diario, es una buena prueba. Nos enfrentamos a la realidad de que en un cierto periodo de tiempo, quizá algo más de un mes, vamos a estar en el dique seco. Ni me va la vida en ello ni tengo más compromiso que el que me genero conmigo mismo. Entonces, ¿por qué tanto ruido interno para tan poca cosa? Creo que en el fondo hay una íntima conexión entre cómo me percibo físicamente y cómo me siento en mi capacidad mental y emocional. Esto incluye, por supuesto, mi actitud vital.

Andar en bici supone afrontar el riesgo de caerse. Nada que deba extrañar. Quizá si acaso el hecho de que en este caso ese problema con la rodilla me haya impedido disfrutar del Alentejo en Portugal y de ahí que también influya, supongo, en un exceso de negatividad. Mientras andaba entretenido con mis compañeros de viaje allá por tierras lusitanas no había tanto tiempo de autocompadecerse. Ahora, de vuelta a las rutinas, es cuando uno cae en la cuenta de que no puede hacer lo que el cuerpo -y el alma- piden. A las 7:15 no hay clase de spinning. Y tampoco hay escapadas al monte con la bici de monte en fin de semana o en cualquier otro hueco de la agenda.

Quiero pensar que todo es lógico: debe de ser algo parecido al síndrome de abstinencia de cualquier drogadicto. No puedo hacer ejercicio físico y algo aquí dentro se rebela. Claro que, por contra, descubro por ejemplo que las mañanas son inmensas: desde las cinco, hora en que me levanto, hasta las nueve, tengo cuatro horas que dedicadas de forma plena a la producción intelectual me proporcionan un evidente as en la manga. Estoy pensando, incluso, si no intentar cambiar el hábito y cuando vuelva a clases de spinning pasar el horario a la tarde. Ya veremos cómo va todo.

Tengo por delante 15 sesiones de fisioterapia con las que espero ver un progreso que en estos momentos no percibo. Hace ya casi tres semanas que me caí y no veo progreso alguno en la rodilla. El traumatólogo ya me dijo que sería molesto por el dolor y que mejor esperara paciente sin andar en bici hasta que fuera viendo que las molestias remitían. Todo lógico. Así pues, como ya descubrimos el primer día de la ruta alentejana, mindfulness.

En fin, debo de ser a estas edades un carcamal esclavo de sus rutinas y una de las que mejor se ha quedado a vivir conmigo es la de andar en bici y meter horas de spinning. Como en los últimos tiempos ha habido algún que otro contratiempo, me he decidido a contratar una póliza de medicina deportiva. La mujer que me atendía me preguntaba por las horas a la semana que me dedicaba al deporte. Mirando aquí y allá me salen algo más de diez a la semana, con períodos de más intensidad cuando estamos de ruta, claro está. Rutinas que hay que dejar a un lado, es evidente.

Y mientras cuento estas cuitas, me entero de que Damian McKenzie, uno de mis jugadores favoritos de rugby sí que tiene buena faena ¡en su rodilla! El neozelandés, jugador de los Chiefs y de los All Blacks, se pierde el Campeonato del Mundo de Rugby de Japón. Eso sí que es faena y no estas nimiedades que uno comparte por aquí, ¿verdad? Al chaval parece que le tocan 9 meses de baja. Mucho ánimo.

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