3- Monsaraz – Moura #AlentejoMTB

by Julen

No hay Strava, no hay Relive, no hay track. No hay pulsómetro ni cadencia. No hay detalles del camino. No hay piedras ni barro. No hay que abrir y cerrar cancelas. Tampoco hay sudor ni esfuerzo.

El día amanecía pronto. A las 6 estaba despierto. Un par de correos de trabajo que contestar. Es lunes, día laboral. Eso sí, en Monsaraz a primera hora sus calles están desiertas. Paseo para encontrar allá al fondo el amanecer. Sí, él no falta a su cita. Es un día más en su oficina.

Voy recorriendo despacio sus calles. Son sólo tres. Se dibujan paralelas con unas breves travesías transversales que se desploman hacia los campos de alrededor. Arriba, el castillo que todo lo puede, la seguridad de sus murallas. El tiempo, detenido. No hay track. No hay desnivel acumulado.

Quedo con Alberto y Juan en Mourão para desayunar, a unos 12 kilómetros del punto de partida. Monsaraz decide que hasta las 9:30 no hay turistas que llevarse a la boca. Todo cerrado. Así que nos vamos a Mourão. Duele la rodilla.

Desde lo alto la bajada es fulgurante hasta un río Guadiana embalsado hasta el infinito en el pantano de Alqueva, el más grande de Europa. Imagino algo de frío en la bici. Adelanto a Juan y a Alberto. Hoy afrontan, previsiblemente, una etapa Verano Azul. Enseguida llegan a Mourão. Allí junto a la plaza del jardín municipal, en la típica pastelaria nos vamos arremolinando un buen montón de humanos a la espera de las tostadas, los pastelitos, los sandes y las tostas. Y café. En mi caso, cha.

Sigo ruta. En media hora un poco larga estoy en el final de la etapa: Moura. Quiero gestionar una consulta en un centro de fisioterapia. Pregunto en una farmacia. Una chica muy amable con un curioso acento andaluz me da las señas. Lo que tiene estudiar la carrera en Sevilla, aunque seas de Mourão. Me subo hasta la clínica y consigo sesión a las 6 de la tarde. El vaso medio lleno o medio vacío. La realidad es que me duele más que ayer. En fin, no adelantemos acontecimientos.

Son poco más de las 11 de la mañana. Terraza, cha preto y a observar a la población local. Y a escribir. Porque, aunque no tenga que ver con el pedaleo, no renuncio a hacer lo que gusta.

Junto al castillo de Mourão se agrupan unas cuantas callecitas como de cuento de hadas. Pequeñas, con casas bajas y aceras repletas de plantas en sus maceteros, todo encantador. Al lado, las calles comerciales, empedradas por supuesto, son el lugar ideal para tomarle el pulso al pueblo.

Miro en Google Maps para ver por dónde andan Alberto y Juan. Para mí sorpresa, están muy cerca de Moura. Cuando llegan, también lo hace su explicación. De nuevo el camino se vuelve imposible debido a las cancelas. ¿Serán caminos de dominio público? Me extraña que el track que nos descargamos no avisara nada al respecto. ¿Serán prácticas recientes que cierran el paso para proteger las propiedades privadas? Pero, ¿dónde queda el derecho de paso?

Al final se han venido por carretera sin poder seguir el trazado original, que se desviaba hacia el oeste. De ahí que, si la etapa de ayer fue maratoniana, la de hoy ha sido exprés. La media no sale mal, pero quizá sea mejor no vivir de semejantes extremos.

Tras hacer la entrada en el hotel, ponerse con la colada y terminar con el aseo, apenas todavía son las 2 de la tarde. Preguntamos por algún sitio para comer pasta y allá que nos vamos. Después llega el paseo para conocer (otra vez, en mi caso) el castillo, el parque con las aguas termales y las callecitas tan coquetas con sus maceteros.

Son casi las cinco. En una hora sabré algo más de mi rodilla. Mañana habrá noticias.

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Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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