2- Elvas – Monsaraz #AlentejoMTB

by Julen

Elvas queda a apenas diez kilómetros en línea recta de Badajoz. Así que la recomendación fue bien clara: mejor cenáis pronto que, si no, se llena todo de pacenses. A las 19:30 ya estamos frente al queso alentejano, la ensalada con pimientos y la pluma ibérica en un local muy coqueto cerca de la casa en la que nos hospedábamos. Ya, que me repito, pero qué hambre da pedalear.

Mirando los datos de la etapa de ayer, a cuenta de no poder apretar, me han resultado unas apostéosicas 106 pulsaciones de frecuencia cardíaca media. En total han sido un poco más de 90 kilómetros en algo más de cinco horas sin complicación técnica alguna. Habría sido un paseo, si no fuera por la bendita rodilla.

Continuando con los susedidos, resulta que Juan se ha dejado su cartera allá en Castelo de Vide. Ya veremos cómo se porta, que el tío Alberto y el tío Julen le van a tener que pagar toíto tó en este viaje. Vamos con un sempapeles, pero que tiene la suerte de proceder del supuesto primer mundo.

La tarde dio para un paseo hasta la parte alta. Allá a lo lejos, ya de noche, se veía Badajoz y también Campo Maior, por donde habíamos venido. Elvas se recoge también en sus callejuelas estrechas con plantas en tiestos a partir de botellas de plástico. Casi mejor ahí que en el mar, ¿no? Aunque no sé yo si estéticamente dan para un aprobado.

Hemos amanecido a las 6:30. A las 7:15 de la mañana ya habían caído unas tostadas de a tres rebanadas hermosas la ración. Diosssss, ¿dónde va esta gente con semejante exageración? Yo había pasado la noche con la mosca detrás de la oreja. Notaba dolor en la rodilla en cuanto hacía cualquier movimiento y eso que estaba en la cama. Pero, cómo no, había que probar.

Se sale de Elvas por terreno descendente. Sin problemas. Tras dejar una tranquila carretera entre campos de cereal, comienza una pista normal y corriente. Alberto se adelanta un poco para abrir una cancela. Hasta ahí llega mi etapa. Seis kilómetros apenas. Imposible. No puedo hacer cien kilómetros solo con la pierna derecha. Además, cada giro de pedales es un pinchazo en la parte frontal de la rodilla. Plan B, no queda otra.

Juan y Alberto siguen. Yo me vuelvo para Elvas. Subo hasta el centro sin enganchar el pie izquierdo en la cala, evitando el giro de la pierna. Sí, fatal, para qué engañarnos. Consigo un taxi, meto la bici desmontada dentro y en una hora un poco larga estoy en Castelo de Vide. Allí mismo recibo una llamada de Alberto: tras 20 kilómetros se han tenido que dar la vuelta hasta Elvas porque no hay forma de saltar la típica cancela de dos metros con concertinas en lo alto. Bueno, pinchos, para el caso, lo mismo.

Quedo con ellos en la Fortaleza de Juromenha. Juan volverá a ser un ciudadano documentado. Cuando nos vemos allí ellos llevan ya 60 kilómetros. Al final serán más de 110. Vaya etapón que se han cascado los chavales. No está mal. A partir de aquí nos volvemos a ver en Alandroal, el siguiente pueblo, y también en el menhir de Outeiro y en otros dos emplazamientos megalíticos cercanos: el menhir de Bulhoa y el cromeleque do Xarez.

Día curioso el de hoy. Intento tomármelo bien, pero da rabia. Mala suerte. El verano pasado se truncó la ruta en Noruega y ahora esta, que era la siguiente de la agenda. Ya vendrán tiempos mejores.

A todo esto, Monsaraz es el típico pueblo precioso amurallado. Otro más. Otro sometido a las hordas del turismo. Que sea para bien. Hasta donde puedan, al menos. Por parkings en los aledaños de las murallas que no quede. Si hay que hacer diez, se hacen. Que nadie se quede sin dejar el coche aquí al lado.

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Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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