1- Castelo de Vide – Elvas #AlentejoMTB #Mindfulness

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No todos los días se cumplen 63 años, así que Juan nos invitó a cenar en un bonito restaurante abovedado que servía raciones en formato comed por si mañana se acaba el mundo. Y, claro, como el niño es golosón, pasamos también por la típica cericaia de postre. Vale, esta vez en pequeñas dosis. Ya la probaréis algún día. Aquí me da que vamos tres morrofinos que lo mismo ganamos algo de peso tras estos ocho días de pedaleo. Tendrá mérito, ¿verdad? Hay que cuidarse.

Castelo de Vide se alinea en torno a sus calles empedradas, casi imposibles para quienes sufran de problemas de movilidad. Unos autos de choque junto a la iglesia le conferían al entorno un punto cuando menos curioso, si no surrealista. Lo cierto es que el pueblo tiene mucho encanto. Un parque precioso a los pies de la colina, con la hierba abriéndose paso entre los omnipresentes adoquines, también sumaba. Lo dicho, muy a gusto entre sus callejuelas.

Mindfulness. Hoy ha sido ese típico día en que a todos nos queda claro por qué recordaremos este viaje: mindfulness. Perdón si alguien siente que le faltamos al respecto a esta técnica, pero todo ha empezado en el desayuno y por culpa de un zumo de naranja fantásticamente aguachirriau. O sea, espectacular el zumo si lo que quieres es beber agua de color naranja. El momento en sí resulta un poco difícil de explicar, pero por si no lo entiendes: mindfulness. Que más da el zumo, ya vale de protestar. Tranquilidad, a lo tuyo.

El desayuno era a las 7:30. Puntuales a la cita, tocaba de nuevo llenar los tanques de gasolina carbohidratada y proteínica. Eso sí, todavía con el recuerdo del bacalhao, el venado y el resto de aprovisionamiento sólido de la noche anterior. Bah, que no se diga, ¡Atilaaaaa, a por el desayunoooo! Y así empezamos el nuevo día, henchidos de paz y amor comestible.

Mindfulness. Enseguida me he dado cuenta de que tengo la rodilla izquierda fatal. El martes pasado me caí (omito detalles de la ignominia) y me di un golpe fuerte en la rodilla. Pensaba que se me había ido, pero a la hora de pedalear la rodilla ha empezado a protestar a gritos. No quedaba otra: mindfulness. Positividad y búsqueda del lado bueno. He llegado a final de etapa de aquella manera, lento pero seguro. Una buena parte pensando que no tenía sentido continuar. Pero, claro, ya por la mañana era día mindfulness. Así que hemos alcanzado el fin de etapa en Elvas. Ha habido que tirar de algún que otro atajo, pero hemos terminado. Mañana ya se verá.

La primera parte de la etapa, tras unas bucólicas carreteras de sexto orden, enseguida nos ha conducido por toboganes de cierta exigencia. Hemos acabado en una torre de comunicaciones con su falso pino al lado. Luego, tras bajar y cruzar un río, ha llegado la subida del día hacia Carvahal. Tipi tapa tipi tapa. Y así hasta arriba. Y la rodilla con todas las luces de emergencia encendidas. Pero quedaba Esperança de por medio. Esperança con mayúscula, el siguiente pueblo. Mindfulness. Esperança. Todo encajaba.

En Esperança me he puesto hielo en la rodilla. Esperança. Y tras un rato descansando, sin tenerlas todas conmigo, hemos salido primero dirección Nossa Sra. da Graça dos Degolados, luego hacia Campo Maior para terminar en Elvas la jornada. El tramo entre Esperança y Degolados ha sido, con diferencia, lo mejor del día. La dehesa, como siempre en primavera, no defrauda. Si a eso le unes un paraje con unos espectaculares edificios abandonados de unas antiguas minas ahora colonizados por las cigüeñas, no cabe duda: un tramo para recordar.

En Campo Maior he podido pasar por una farmacia. Yo quería analgésico en vena o algo parecido, pero me he tenido que conformar con Voltaren extra fuerte. No sé, como decía he terminado la etapa pero aquí algo va mal. Mañana os cuento.Estamos aquí junto a la plaza, en la parte alta, en una casa inserta en sus murallas. Muy amables, los propietarios nos han explicado algunas curiosidades del lugar. Se ve gente. Es sábado y ya nos ha avisado el dueño: a cenar pronto, que esto se llena.

Lo dicho, mañana a ver qué pasa, si seguimos o no. Vaya mala racha que llevo. No pude ir a Noruega y lo mismo hay que suspender el Alentejo. Vaya pupas que estoy hecho.

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