Tiempo de trabajo y tiempo de no trabajo, he ahí la cuestión

by Julen

Amalio Rey ha escrito Blindar el tiempo de no-trabajo, un post en el que explica su cruzada personal para colocar diques de contención al trabajo y que no invade su ámbito personal. Dada la curiosa característica actual del trabajo, que tiende a expandirse ocupando todo el espacio disponible, en aplicación de la teoría de los gases, Amalio nos explica que no le queda otra sino «blindar» ese otro tiempo en el que no está trabajando. Podéis leer el artículo y la buena colección de comentarios que ha provocado, incluyendo, claro está, algunos míos, que somos incapaces de mantener la boca cerrada. Pero… me hacía falta explicarme más y de ahí este post.

Lo primero que debo decir es que creo que no hay una solución única e ideal a la gestión de los tiempos de trabajo y de no trabajo. Lo que cuenta es que cada cual se sienta a gusto con esa gestión y disfrute de su vida de forma plena, sea en el frenesí de un proyecto con un plazo de finalización endemoniado o contemplando las musarañas (por cierto, creo que nunca he visto una). Si la forma en que te organizas, funciona, punto final. No se hable más.

Yo parto de la base que mi trabajo, como ya apuntó nuestro amigo Drucker hace mucho tiempo, es un trabajo cuya materia prima es el conocimiento. Un conocimiento, por cierto, que prefiero formular como pensamiento, emoción y acción. No creo en un concepto reduccionista de contenido abstracto racional. No, cuando hablo de conocimiento lo entiendo como esa mezcla poderosa que mueve mi actividad profesional.

Pues bien, mi conocimiento me acompaña a todas partes mientras estoy despierto y, a veces, también hasta cuando estoy dormido. No puedo no conocer, valga la expresión. Cuántas veces me habrán venido fantásticas ideas para un proyecto mientras pedaleaba subiendo al Pagasarri. ¿Qué sentido tiene dejar de pensar mientras, en teoría, estoy desarrollando una actividad de ocio? Sí, ¿por qué no atender una llamada de trabajo en ese momento de asueto? Ya, esta es la parte que no entiendes. Me parece normal. Voy a ver si me explico.

Me veo con un solo tiempo y creo que tengo la suerte de que en la inmensa mayoría de las ocasiones no vivo esclavo de un horario. Por supuesto, si tengo que dar una ponencia o un clase en la universidad, ese es tiempo esclavo. Pero una gran parte de mi tiempo me permite una gestión anticipada y proactiva. Yo decido (de forma interdependiente y de acuerdo con otras personas) cuándo me voy a reunir o cuándo voy a dedicar un determinado número de horas a un proyecto currando, sea desde casa o en la universidad. Cuando digo que «yo decido» aquí está una de las claves: autoempoderarse para hacerlo.

Para mí es muy importante anticiparme. Si alguien me dice para hacer una reunión: ¿podría hacerla por skype y ahorrarme el desplazamiento?, ¿puedo proponer yo la hora que más me convenga, de acuerdo con mis hábitos? Normalmente a las 7:15, de lunes a viernes, voy a clase de spinning. No siempre, pero sí muchos días. A veces hago una clase y a veces hago dos seguidas, a las 7:15 y a las 8:00. Eso supone que estoy de vuelta en casa a las 9h aproximadamente. Ese tiempo «para mí» es fundamental. Pero quiere decir que mi horario de trabajo hábil comienza a partir de las 9:30 si he hecho dos clases. Si hay que reunirse a primera hora de la mañana, habrá que tomar una decisión: spinning o trabajo. Depende qué trabajo, puede ganar el spinning. Pero no siempre. No pasa nada, es normal. Lo que no sería normal es que siempre ganara el trabajo.

La clave es el balanceo y la gestión anticipada. El tiempo te machaca si no te anticipas. Una reunión a una hora concreta que va a exigir un desplazamiento en hora punta es una putada, con perdón. Hay que anticiparse y evitarla en la medida en que sea posible. Mi tiempo es muy importante. Sé que me siento bien o mal en función de cómo sea capaz de gestionarlo. Solo tengo un tiempo y debo anticiparme.

En los últimos años me he acostumbrado a un gran número de días al año de trabacaciones y de travacaciones (el matiz de la «b» o la «v» tiene que ver con el equilibrio trabajo/vacación). A veces me ocurre que la desconexión es total: eso me pasa normalmente en agosto. Pero el resto del año, el trabajo se entremezcla con mi tiempo libre. Sí, yo trabajo a ratos sábado y domingo. Y, claro, yo a ratos entre semana no trabajo. Eso sí, me levanto todos los días a las 5 de la mañana. Rarezas que tiene uno. Le decía a Amalio en un comentario que tengo la costumbre entre semana, si puedo, de andar en bici en horario de trabajo. Me lo puedo permitir y no voy a ser tan tonto de no hacer lo que me gusta. Al principio de trabajar como consultor artesano, tenía la sensación de estar pecando. Ahora, desde luego, ya no. Pero si suena el móvil mientras pedaleo, lo suelo coger. Si es trabajo, no pasa nada. Puedo hablar de trabajo sentado en la orilla de un sendero bajo un árbol.

Reconozco que lo que yo hago es, por así decirlo, mi caso particular. Tú tendrás otra forma. Como decía, importa el balanceo y la sensación de estar a gusto. Me me llevo bien con mi trabajo o, al menos, lo intento. Me gusta, lo paso bien trabajando. No me avergüenza decirlo. Pero tengo claro que hay muchísimas cosas que no son trabajo que son más importantes que el puñetero trabajo. No hay que confundir las prioridades. Entiendo que Amalio quiera blindar su tiempo de no trabajo si ve que el de trabajo exige demasiado tiempo. Esta es otra de las cuestiones: ¿qué cantidad de trabajo aceptamos?, ¿cuánto tiempo dedicamos a un proyecto? Muchas veces tengo la sensación de que la gente se entrega en cuerpo y alma y pierde la noción del tiempo. Yo no imputo horas a mis proyectos, simplemente intento manejarlos en unos términos de tiempo aceptable.

En fin, es un asunto que quizá tenga tantas soluciones como personas nos pongamos a explicar cómo nos organizamos. Solo espero que la tuya funcione. Recuerda, anticípate. Si no, la locomotora del trabajo puede conducirte a la ansiedad y al estrés. Eso sí, al tiempo que escribo esto pienso en toda esa gente que está en desempleo. Puede que no estemos resolviendo el problema de fondo: la manera en que se reparte el trabajo.

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20 comentarios

Raúl Hernández González 01/03/2019 - 10:38

Muy en línea con tu visión, Julen.

Leí en su día que no hay problema por trabajar un domingo… siempre que puedas ir al campo un lunes.

El equilibrio entre trabajo y no-trabajo es fluido, y más en estas cosas que hacemos nosotros. Y no sé si yo viviría a gusto con «bloques estrictos»… porque igual que quiero la libertad de «meter trabajo cuando se supone que estoy de ocio» (y dios sabe que soy lo más alejado de un workaholic que se pueda imaginar), también la quiero para «meter ocio cuando se supone que estoy de trabajo». Si «blindar mi tiempo de ocio» implica que tengo que estar igualmente «atado a la silla en horario laboral», creo que no lo quiero.

Quizás el problema viene cuando ese fluido se descompensa demasiado hacia uno de los extremos… entonces probablemente sí que haga falta poner algún dique hasta que el equilibrio se restablezca.

Pero también me viene a la mente la idea de que ese equilibrio a veces se descompensa hacia el otro lado. Y también ahí a veces hay que poner diques, para evitar que las distracciones (en forma de tecnología, de eventos, de dispersión…) se coman nuestra capacidad de producir.

En fin, creo que en esto (como en tantas cosas) cada uno sabe bien cuáles son sus equilibrios saludables, cuándo dejan de ser saludables (y a veces eso va por rachas), y qué tiene que hacer para restablecerlos.

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Julen 02/03/2019 - 08:24

Hola, Raúl.
Sí, seguro que lo importante es que sintamos que el equilibrio está ahí, más o menos balanceado el trabajo y el no trabajo. Podemos llegar de formas diferentes al mismo sitio, pero la vara de medir es importante para que sepamos cuándo hay que actuar.
Sigue con tus paseos por el campo, que de ahí salen buenas fotos siempre 🙂

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José Carlos HERNANDEZ GONZÁLEZ 01/03/2019 - 11:16

Muy buen post. Comparto tus comentarios y visión de los tiempos. Opino lo mismo y lo aplico. Desde Budapest en tiempos de trabajo y no trabajo. Un fuerte abrazo

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Julen 02/03/2019 - 08:21

Disfruta de Buda y de Pest, José Carlos 🙂

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Venan 01/03/2019 - 13:22

En esos dilemas me encuentro yo ahora, gracias por compartir tu experiencia, me sirve de ejemplo.

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Julen 02/03/2019 - 08:21

Suerte con la resolución del dilema… si es que es posible, Venan 🙂

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amalio rey 01/03/2019 - 18:14

Jo, Julen, este tema da para mucho. Es muy interesante tu forma de plantearlo. Entro al trapo y te comento cómo lo veo yo. Creo que te debo unas matizaciones, y de paso ,alimentamos la conversación:

1) Es cierto que el conocimiento, nuestra materia prima para trabajar, nos acompaña a todos los sitios, así que no podemos poner esa parte en off. A mí también me pasa que cuando hago running se me ocurren un montón de ideas que mejoran mi trabajo. A veces las mejores. Así que es absurdo “poner muros” a eso, ni es lo que pretendo. Si vienen las ideas, esté donde esté, bienvenidas. En mi caso trato de apuntarlas, “sacarlas de la cabeza” y registrarlas, como dirían los GTDers. Sin embargo, veo una gran diferencia entre hacer eso, y atender una llamada de trabajo cuando estoy corriendo por el Po. Marítimo o cenando con mi pareja, a menos que sea imprescindible porque se trate de una urgencia. Ahí pongo “muros”, y veo mucho sentido hacerlo, pero ese soy yo.

2) Totalmente de acuerdo con lo de auto-empoderarse en la anticipación y la gestión del tiempo. Poner muros de contención es, por ejemplo, decir: “Voy a descansar todo el domingo, y nada, absolutamente nada, de trabajo” o “pondré el teléfono en modo avión toda la mañana”. Es mi forma de decir: “en mi tiempo mando yo”, aunque en realidad la idea que está debajo es: “soy yo el que fija las prioridades que guían mi atención”.

3) Mi tesis es que necesitamos, en algún momento de (como mínimo) cada año, varios días o semanas de desconexión total. Y cuando digo “desconexión total” es eso, nada de entremezclar ese tiempo con trabajo. Son vacaciones a secas que el cuerpo y la mente necesitan para regenerarse. Lo de las trabacaciones está bien, genial, si consiste en meter ocio en viajes o tiempos de trabajo, pero no al revés. Siempre que pueda hacerlo, lo intentaría.

4) Creo que en mi post no me expresé bien, porque tanto tú como Raúl interpretáis que cuando yo hablo de pautar tiempos de no-trabajo y blindarlos, estoy hablando de establecer días fijos que hay que repetir en plan militar. Mi enfoque, en cambio, permite encajar perfectamente tu idea de “andar en bici entre semana”. Cuando haces eso, no estas andando en bici “en horario de trabajo” como dices, porque ese horario lo fijas tú, como persona empoderada de tu tiempo. Si yo decido hacer una caminata toda la mañana del lunes, ese tiempo deja de ser mi “horario de trabajo”. Me organizo, entonces, para irme de caminata, así que el lunes por la mañana queda blindado. Como dice Raúl, me parece perfecto trabajar un domingo si el lunes puedo ir al campo. Mis “bloques estrictos” no tienen nada que ver con repetir un ritual temporal fijo, sino reservar esos momentos y blindarlos, caigan el día que caigan. Y, sobre todo, como dices tú, “balancear” el reparto de ese tiempo para que haya el suficiente de no-trabajo.

5) Yo a menudo me lo paso bien trabajando pero también hago cosas, y no pocas, que me gustan menos. Una parte, que es significativa, no la haría si no me la pagaran, y eso dice mucho. Trato de minimizar esa parte, pero mi capacidad de elegir tiene sus límites. Creo que la mayoría de las personas tienen que gestionar su tiempo profesional así, teniendo que hacer también (muchas) cosas que no le gustan. Pero fíjate, el riesgo no lo veo ahí, porque a uno le sale natural minimizar el tiempo que dedica a las cosas que no le gustan. El problema se da cuando entra en escena la “pasión”, un tema o un desafío que nos “descontrole”. Si eso dura mucho, y encadenamos muchos proyectos así, es bastante posible que el “balanceo” se vaya al traste.

Perdona la extensión del comentario, pero he preferido dejarlo aquí, en tu propia casa, que convertirlo en un post en mi blog.

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Julen 02/03/2019 - 08:20

Bueno, al final, creo que, como decía al principio de mi post, hay muchos caminos para llegar al mismo sitio: equifinalidad que diríamos en teoría de sistemas. De los 5 puntos que planteas, yo el que sigo sin ver del todo (lo mismo digo una animalada) es el tercero. Lo digo a lo bestia: no puedo no trabajar. No puedo evitar pensar en cosas de trabajo, quizá así se entiende mejor. Y sé que cuando, por ejemplo, hago viajes de 3 semanas en bici o en agosto estoy con mi pareja de vacaciones, el tiempo que el trabajo ocupa mi mente es mínimo, pero sigue así, sigue siendo parte de mí. Es lo que tiene trabajar con conocimiento.
Insisto, es mi caso y no tiene por qué ser ejemplo para nadie. Seguimos. Como te decía en Twitter, voy a leer un libro de Judy Wajcman, Esclavos del tiempo. Vidas aceleradas en la era del capitalismo digital. Ya compartiré ideas 🙂

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Oscar 02/03/2019 - 06:50

Gracias por el post. Me resuena positivamente el concepto de “conocimiento” el cual puede hacer que para aquellas personas que tiran de este filón para desarrollar su trabajo , sea a la vez el caldo de cultivo que hace que la gestión entre tiempo de trabajo y ocio se vaya descompensándo más y más .

Es decir , por un lado el conocimiento es el oro que nos ayudará a desarrollar mejores ideas y conceptos , pero sin embargo , es como el agua que necesitamos para separar aquellas pepitas , la cual se ‘entromete’ fácilmente durante el tiempo de ocio .

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Julen 02/03/2019 - 08:13

Heeeyyy, Oscar, un placer verte por aquí 🙂
Va a ser que el conocimiento lo carga el diablo jajajaja. Sí, habrá que separar las pepitas…

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José Miguel Bolívar 03/03/2019 - 19:33

Pues qué voy a decir yo, sino que estoy completamente de acuerdo con lo que comentas. Es mi experiencia personal y profesional, y es la experiencia del resto de personas en OPTIMA LAB.

Mi vida es una, mi mente es una y mi tiempo es uno. Entiendo la intención de intentar (adelanto ya que infructuosamente) construir diques para separar ambos tipos de actividad, pero para mí eso es un síntoma de algo más serio: sensación de falta de control sobre tu propia vida.

La esencia de la efectividad es «estar a lo que estás», independientemente de que «estés» haciendo algo personal o profesional.

Cuando tienes claro tu propósito (lo que te hace feliz), cuando tienes una visión clara de lo que es importante para ti en lo personal y en lo profesional, tus metas y objetivos, lo que quieres conseguir y un inventario claro de lo que tienes que hacer para conseguirlo, todo lo demás se reduce a elegir con confianza qué hacer y qué no hacer en cada momento y, simplemente, hacerlo.

La manera de sobrevivir a un mundo VUCA no es precisamente la rigidez, sino la adaptabilidad.

Por cierto, leyéndote, me queda claro una vez más que eres un modelo de efectividad 😉

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Julen 04/03/2019 - 06:52

No sé si seré o no modelo de efectividad, pero lo que sí intento es sentirme a gusto con mi tiempo. Conste que cuando dices «cuando tienes claro tu propósito»… yo creo que ahí patino. Yo no lo tengo tan claro. A veces las cosas cambian y nuestras prioridades se van al carajo. Aunque hago planes de futuro e intento anticiparme, también soy consciente de que hay variables que no controlas.

Me sucedió el año pasado. Habiendo preparado todo un complicado viaje en bici por Noruega, en junio me caí de la bici, la lesión se complicó y adiós al «sueño». Y no era un sueño cualquiera, era mi (auto)premio tras la defensa de la tesis doctoral. ¿Y? Pues tras el berrinche inicial, a otra cosa mariposa. Por eso creo que hay que tener propósitos pero a sabiendas de que no controlamos para nada el futuro.

Eso sí, este año será el segundo intento noruego 🙂

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Iván 04/03/2019 - 03:06

Gran post Julen. Me gustan las reflexiones que planteas, también las de otros comentarios que han dejado y lo que Amalio reflexiona en el post de su blog. Creo que cada persona tiene sus formas y también son fruto de su forma de ser y de sus circunstancias, es un espacio amplio de colores y grises. Yo he tenido malas experiencias durante vacaciones con mi trabajo, recuerdo hace unos 3-4 años, estando en Filipinas y como aquellas vcaciones se cruzaron infinidad de problemas y/o pedidos, y tenía que estar online pues era mi zona de responsabilidad. Estar en una playa del trópico y tener que contestar emails a mansalva o recibir llamadas de mñovil durante 3 horas diarias de mis vacaciones supuso un punto de inflexión y me quemó mucho. Ahora durante las vacaciones intento marcarme un límite máximo de una hora al día para ver el email si hay urgencias. Me gusta también una cosa que plantea Amalio, y es la desconexión de las redes durante una o dos semanas, creo que es algo sano y que empieza a extenderse. Me parece que también podeís sentiros afortunados de poder gestionar vuestro tiempo sin la línea marcada y encorsetada de las organizaciones tradicionales. Creo que es muy sano eso de tener la posibilidad de caminar o ir en bici el lunes 🙂

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Julen 04/03/2019 - 06:48

Desde luego que hay que poner límites. Quizá luego, cuando las cosas están más o menos bajo control, es cuando los podemos relajar. Creo que no hay cosa peor que sentir que el trabajo «te puede». Yo lo sentí hace muchos años, cuando trabajaba en una empresa industrial. Quizá aquello fue mi «punto de inflexión». Nos leemos. Un abrazo, Iván.

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Juanjo Brizuela 04/03/2019 - 08:52

Me resuena mucho el post de Amalio y la sensación real y actual de que creo que estoy disfrutando poco del ocio y poco del trabajo,quizá porque estén demasiado mezclados últimamente.
Me quedo como siempre con muchas cosas,especialmente con el empoderamiento de mi tiempo, que creo que ahí soy un poco «torpe», para poder delimitarlo bien. Lección aprendida.
De los comentarios, insisto que me quedo que tenemos que valorar más ese momento del «no-trabajo» para reconocer mejor el del «trabajo».
Y comparto mucho la misma idea que comentas, y que le puse a AMalio en sus comenntarios, de que me cuesta separar «ámbitos de conocimiento» que aparecen en esos tiempos de desconexión personal… a mi al menos me influyen mucho las cosas que veo, leo en mi tiempo personal para mi espacio profesional.
O sea, un galimatías de aúpa

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Alberto Barbero 04/03/2019 - 15:01

Guauuu, qué interesantes los posts y las conversaciones que habéis generado Amalio y tú. Me siento muy identificado con muchas cosas… No obstante, tras revisar los comentarios, veo espacio para añadir una pequeña referencia al juego que en todo esto tiene el error de autopercepción del llamado «sesgo optimista». Ese que a veces nos lleva a ver más verde la hierba en nuestro lado de la valla… o a pensar que «esto» nosotros ya lo tenemos más o menos controlado.

Siempre me han llamado la atención -y mucho- algunas personas que parecen «superhéroes/ heroínas». Que parecen llegar a todo. Que escriben libros y posts diarios, que salen en televisión, que participan en foros, que llegan a multitud de clientes, que viajan continuamente … y que dicen tener un ocio maravilloso y unas redes relacionales fantásticas además de unos hijos y familias a los que dedican tiempo (algunos dicen que de calidad).

Y a mi con todo esto muchas veces me ha dado por autocuestionarme: Seguramente hay un tema de (dis)capacidades personales pero… ¿Puedo hacer algo de una forma diferente para ir un poco más allá?

Mi conclusión a estas alturas de la película es que no es posible llegar a tantas cosas y facetas al 100% Que hay que elegir. Y muchas veces el precio que se paga por no elegir o no elegir bien es muy alto. Conozco algunos ejecutivos que han conseguido salirse de la dinámica adictiva de su proyecto profesional pero conozco a más que, para cuando se dan cuenta ya es demasiado tarde. Y también, cuando me he acercado a la parte personal de algunos aparentes superhéroes, he visto que lo que contaban de sí mismos era, en parte, una fantasía.

Luego viene la neurociencia y nos recuerda la necesaria alternancia equilibrada entre estados mentales y emocionales opuestos y complementarios para maximizar la efectividad. Y también parece que esta misma alternancia tiene que darse entre otras facetas de nuestra vida para que esta sea rica e integral: entre actividad y descanso; entre soledad y compañía; y entre rutina y juego.

Decía más arriba Raúl Hernández que cada uno sabe bien cuáles son sus equilibrios saludables…. Pero vivimos en un mundo muy orientado a la acción y a lo inmediato que a veces nos arrastra sin darnos cuenta o sin que podamos hacer nada… ¿Seguro que llevamos razonablemente bien estos equilibrios? Mi sensación es que la parte profesional tiene un apetito desmesurado y que en muchísimos casos lo devora casi todo.

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Iván 05/03/2019 - 07:02

Me han gustado mucho tus reflexiones Alberto. Gracias por las miradas.

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Julen 05/03/2019 - 07:07

Supongo, Alberto, que al final todos tenemos 24 horas al día y no hay más por mucho que queramos estirar el tiempo 😉
Lo de los equilibrios debe de ser una de las claves. El trabajo exige y ocupa espacio si estamos a gusto con él pero creo que conviene no perder la mirada sobre esa otra parte de nuestra existencia que llamamos ocio. A veces incluso ocio y trabajo pueden vivir conectados. Hay a quien le da miedo y lo entiendo. En fin, que cada cual buscamos aquella situación en la que nos sintamos a gusto. Insisto, hay muchas formas de llegar a ella. Mi recomendación es tomar la delantera. Nada como anticiparse, hasta donde sea posible, a las circunstancias.
Nos leemos.

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