Escondida

by Julen

escondida

Tuve que mirar varias veces. Parecía una frase normal y corriente. La leía, la releía, lo hacía más despacio cada vez. Me venían a la cabeza aquellos momentos únicos en la escuela de mi barrio cuando aprendíamos a leer y a escribir. Aquellos textos que se elevaban como auténticos desafíos para nuestras capacidades en formación. Pues bien, por más que lo leyera, nada de nada.

¿Cuál era aquella palabra que parecía desafiar mi capacidad? ¿Cómo era posible que se escondiera con semejante desfachatez? El texto no era diferente de cualquier otro. No encerraba extrañas construcciones, era más o menos como cualquier otro. Uno más, expuesto y diáfano, plano, repleto de lógica. Sujeto, verbo, predicado. ¿Dónde se escondía?

Probé con la mirada periférica. Probé con un orden diferente. Dejé pasar el tiempo. Probé pidiendo ayuda. Seguía escondida. Pero estaba allí, no había duda alguna. Por mucho que jugara con mi percepción, allí estaba. Eso sí, a un paso ya de la obsesión, la ansiedad por el fracaso en ciernes hacía cada vez más difícil que consiguiera sacarla de su escondite.

Mucho tiempo después, por casualidad, como sucede tantas veces, aquella maldita palabra apareció en otro texto. Al principio, cuando la vi, no caí en la cuenta. Necesité un tiempo. Estaba allí, tan tranquila y relajada que no supe comprender que era la misma con la que me había obsesionado tiempo atrás. Sola, sin dobleces, con caracteres perfectamente legibles. Allí estaba. Punto. Y final.

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