Holacracia, sí pero no

by Julen

holacraciaPues me ha dejado frío. Creo que tanto detalle de cómo reunirse, de cómo hacer primero esto, luego lo otro y luego lo de más allá me deja más bien perdido. Hay un fondo de la holacracia que compro, sin lugar a dudas: es el que tiene que ver con dotar de autoridad a todas y cada una de las personas que conforman una organización, es el que tiene que ver con la conversación constante en torno a la gobernanza o es el que nos dice que hay que hacer operativa la estrategia jugando a varias bandas y quitándole ese aura de que es propiedad de dirección. Claro que hay un fondo que compro de la propuesta de Brian Robertson, pero ¿tanta estructura y regla para llevarlo a la práctica?

Por otra parte, debo decir que ya sabía en parte lo que me esperaba. Prologado por David Allen y en sintonía con toda una jerga de eficiencia y productividad, holacracia dibuja una escena en la que para alcanzar el fin hay que pasar por un método que a veces de tan milimétrico parece ridículo. Se puede interpretar casi como «aquí te doy el manual, ahora es cosa tuya». Bueno, tuya y de quienes viven de la correspondiente consultoría para implantar el modelo. ¿Estoy pensando mal y no debería?

Conste que hoy en día todo parece pasar por «modelos de intervención». Osterwalder te propone su archifamoso Canvas, la economía del bien común te traslada a su matriz para que vayas sumando puntos y la holacracia te lanza contra un minucioso sistema de reglas en el que hay que distinguir entre la persona y su puesto. Supongo que no habrá otra manera. Todos quieren trasladar a lo operativo sus propuestas, faltaría más. Debo de ser yo, que prefiero las ideas y no tanto el papel milimetrado con el que aprendimos a escribir de niños y gracias al cual cada letra tenía su hueco único.

Como casi siempre que leo algo de gestión (y reconozco que he tenido mi tiempo de barbecho porque a veces cansa lo suyo tanto vocerío), saco ideas interesantes. Y, por supuesto, leer holacracia ayuda. Ahora, ya ves que desde 2015, fecha en que se publicó el libro, hasta ahora ha pasado un tiempo. Quizá andaba yo con alguna reticencia que desconocía (o no) para meterme entre pecho y espalda este texto.

El objetivo de la holacracia es permitir que una organización exprese mejor su propósito. Por esto y por otras muchas razones, la holacracia no es un proceso de gobernanza «de las personas, por las personas y en aras de las personas», sino de gobernanza de la organización, por medio de las personas y en aras del propósito.

Queda claro que de lo que vamos a hablar es de las normas, de las reglas, de lo que hay que hacer y de lo que no hay que hacer. Se me hace un poco cuesta arriba tanto detalle. Robertson toma el concepto prestado de la naturaleza, de acuerdo con lo que definió Arthur Koestler como «holarquía» y luego lo retuerce hasta que no queda una sola gota. Escribe Robertson:

Arthur Koestler acuñó el término en su libro de 1967 The Ghost in the Machine, donde definió un «holón» como «un todo que forma parte de un todo mayor» y una «holarquía» como «la conexión entre los holones». […] Tu propio organismo es un ejemplo de holarquía. Cada célula de tu cuerpo es un holón, esto es, así un ente entero y autónomo como una parte de un todo mayor, un órgano. De la misma manera, cada órgano en sí es un todo autónomo, pero también una parte de un todo más grande, tu organismo. Esta serie de holones alojados -célula en órgano y este en organismo- es un ejemplo de holarquía.

Pues eso, que lo compro. Y compro la idea de los círculos y sus interacciones. Lo compro. Pero con 20 páginas creo que me hubiera bastado, la verdad.

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6 comentarios

Alberto Barbero 13/02/2019 - 17:15

La primera lectura también me dejó una sensación parecida, pero como Brian Robertson dice que hay que ponerlo en práctica para acabar de entenderlo… dejé pasar unos meses… y repetí una y otra vez la lectura, con lo que ya le he dado media docena de vueltas.

Mi conclusión es que hay una estructura que vale: una «constitución» (un marco de referencia) y tres tipos de reuniones: operativas, de gobernanza y estratégicas. A partir de aquí hay algo de incoherente en el propósito de distribuir el poder con que tenga que ser siguiendo al dedillo como él nos dice y sin posibilidad de alternativas.

Por supuesto que hay muchas ideas que nos pueden ayudar, pero creo que es más adecuado hacer el camino evolutivo que señala Laloux, practicar la investigación-acción, explorar y acabar descubriendo -o no- que solo se puede hacer de una forma.

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Julen 13/02/2019 - 19:32

Bufff, a mí reconozco que me costaría volver a leerlo, la verdad. La idea de la constitución es interesante, no tengo dudas al respecto: un marco común del que nos dotamos y que es vinculante para todas las personas que trabajan en la empresa. Respecto a las reuniones, sí, parecen lógicas, pero ¿con ese nivel de minuciosidad en su desarrollo? No lo pillo.
Eres mi héroe: «repetí una y otra vez la lectura, con lo que ya le he dado media docena de vueltas» 😉

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Alberto Barbero 16/02/2019 - 14:22

Cada uno tiene sus puntos fuertes y débiles… Yo soy un poco cansino 😉

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Julen 18/02/2019 - 13:35

Se te ve, al menos, constante 😉

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Yuri 19/02/2019 - 12:47

Yo que estaba convencida de que ya he entendido «lo importante» de la holacracia con un par de infografías, un post que explica en detalle (en concreto, el manual de acogida de VALVE) y un charla de 15min… ¿debería de leer el libro?….. la verdad, muchas ganas no me ponéis, menos aún cuando no veo que vaya poder ponerlo a la práctica (al menos a corto-medio plazo) :- /

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Julen 19/02/2019 - 20:50

Yuri, mejor te quedas con lo que tienes… si es que lo tienes claro. Los detalles los dejas para otra ocasión 😉

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