Ahí dentro, ellas deciden por sí mismas. Se reparten actividad. Saben que deben esperar, pacientes, hasta encontrar su momento. Pero saben que llegará. Y cuando aparece la oportunidad no la desperdician. El baile es fantástico, frenético, con movimientos imprevisibles y rápidos. Hay que estar allí para entenderlo.
Fuera la sensación es agradable. El tiempo le ha enseñado a reconocer patrones. Así que de vez en cuando puede forzar la situación y alimentar a su particular ejército. Sabe, claro está, que debe encontrar las dosis adecuadas. Debe moderar ritmos porque él enseguida se emociona y es proclive a calentar el motor. Necesita perspectiva y relajarse de vez en cuando.
Pero no todo es previsible. Aunque reconoce patrones, hay espacio para la sorpresa. ¿Por qué algunas de sus neuronas despiertan en momentos inesperados? Suele pensar en ello. Pero no da con la respuesta. Imagina patrones demasiado complejos como para que su mente los atrape. Así que una parte de quien es escapa a la lógica de su pensamiento.
¿Cómo se vivirá allí dentro? ¿De qué forma ese inmenso enjambre se pondrá en movimiento? Son preguntas que admiten respuestas teóricas. Algunas lecturas le han ayudado, pero suele suceder que en el momento en que intenta comprenderlo, ellas se burlan de él. Sí, en ese momento, como dotadas de voluntad propia, se aceleran hasta un punto casi insoportable. Las neuronas se burlan de él.