A contracorriente

by Julen

Frost fog

Rendimiento y desempeño. Excelencia. Retos y desafíos. El sentido épico. Donde sea, como sea, la exigencia está ahí. Eso es el progreso y no otra cosa. Más, mejor. Sí, la batalla la perdimos hace mucho tiempo. No hay otra opción, no hay libertad, no hay alternativa: solo queda mirar hacia delante y progresar.

Todos los ámbitos de nuestra existencia reducidos a uno solo: la obligación de hacerlo mejor. Mejor que los demás. Mejor que la media. Mejor que como lo hicimos ayer. Entendemos nuestro margen de mejora. Con más o menos tensión, pero tenemos que medir para alcanzar el progreso. No se me va de la cabeza. El objetivo.

El trabajo se retuerce de pasión. Nos dicen que esa es la clave: proyecta pasión en tu trabajo. No dejes que todo ese tiempo laboral transcurra anodino. Debes ser tú, debes buscar esa conexión, una química que traslade tus sentimientos a la oficina. Tu fuerza interior al servicio de un mejor rendimiento.

Mientras, el tiempo relajado, el que sirve para disfrutar, el que reconoce ciclos naturales, este tiempo vive arrinconado. El sosiego, la lentitud. Las dosis necesarias de pereza, la tranquilidad de sabernos plenos de imperfección. A vueltas con la mediocridad, esa plaga que debe ser erradicada. La cobardía, la poesía, la lírica. La humildad. A contracorriente.

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1 comentario

Isabel 23/12/2018 - 15:48

«El trabajo se retuerce de pasión», que magnífica expresión.
Aunque invirtiendo los términos también da que pensar: la pasión se retuerce de trabajo.

Y las dos chirrían… Me da que pensar esta «escapatoria» 🙂

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