El extraño esfuerzo de pedalear

by Julen

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Físico. Esfuerzo físico. Un extraño cóctel no tan fácil de explicar. Cada giro de los pedales debe tomar la referencia del momento y el lugar. El contexto proporciona coordenadas para que la percepción tenga un amplio número de opciones donde elegir. Desde fuera, claro está, no hay duda. Cualquiera que mira lo reconoce: se está esforzando. ¿Por qué?

Sin embargo, al levantar la vista del suelo, aparece una sonrisa. Los labios la dibujan, primero con timidez, luego con descaro. El sudor resbala por las mejillas y por los brazos. Pero la sensación es otra. Un extraño esfuerzo físico que llena los depósitos de un agradable bienestar. No sería capaz de explicarlo, pero diría que no es esfuerzo. No como tú lo entenderías.

Alrededor de la escena se esconden mil detalles. Claro que solo significan algo para quien se encuentra en plena subida. Al lado del camino surgen miles de puntos que sirven de referencia. Sirve cualquier cosa. Una planta, una piedra, un objeto olvidado, un desecho, un insecto. Y arriba, más arriba, otro tanto de lo mismo. El esfuerzo por acumulación de avances minúsculos. La gran obra como sumatorio final.

Por eso no queda claro lo que entendemos por esfuerzo. La fuerza del deseo interno cambia las reglas. El esfuerzo impuesto desde fuera no tiene nada que ver con el que sucede en cada una de esas subidas. La mirada te pertenece, aunque los demás la vean perdida. Aprietas los pedales y pierdes la cuenta de las veces en que pasaste por lo mismo. Una sensación tantas veces repetida que se convierte en única por arte de magia. La magia de pedalear. Cuesta arriba.

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