A flor de piel

Supongo que muchas emociones quedan sepultadas allá dentro. No sé muy bien dónde habitan. No sé si entre ellas mantienen relaciones o si se ignoran. Quizá se encuentren dispersas, escondidas en lugares insospechados. El caso es que ya nos dijeron que la profesión iba por dentro. Sin especificar a qué lugar concreto se referían, pero, en cualquier caso, por dentro.

La frontera está ahí. La piel hace de escudo. Membrana permisiva o feroz muralla capaz de separar lo uno de lo otro. Claro que de vez en cuando conviene liberar, soltar, relajar la tensión, bajar la guardia. Las emociones pueden enfermar allá dentro. Necesitan de vez en cuando un poco de aire. Y entonces, en ese momento, quedan a flor de piel.

No sé muy bien de dónde procede esta expresión. Quiero imaginar una primavera. Porque es entonces cuando las flores se atreven a asomarse. Imagino la piel con flores de mil colores. Imagino una explosión de emociones de mil formas diferentes, una amalgama que se arremolina y provoca cierto caos. Es entonces cuando alguien te dice: «te vendrá bien».

Mientras, en cualquier otro período que no sea primavera, la otra recomendación sigue ahí. Autocontrol, ponderación, balance, cualidades de la persona adulta. Aspectos a valorar cuando te presentas ante los demás. No puedes dejar que unas lágrimas delante de un extraño demuestren que tienes los nervios a flor de piel. Eso, me temo, nos enseñaron. Quizá haya que rebelarse.

La fotografía es de Gabriel Flores Romero en Flickr.