Kinsey Millhone DEP

by Julen

Y de YesterdayY de Yesterday es la última entrega del alfabeto del crimen, de Sue Grafton. La casualidad ha querido que su obra quede inconclusa a las puertas de la novela que debería concluir el ciclo. La muerte sorprendió a la escritora californiana el día de los Santos Inocentes del año pasado, antes de terminar un maravilloso empeño: publicar tantas novelas de su investigadora fetiche, Kinsey Millhone, como letras contenía el abecedario. Este 2017 concluyó de forma abrupta la serie. Solo le quedaba publicar la que correspondería a la letra Z.

Yo he disfrutado con todas y cada una de las 25 novelas publicadas. Kinsey se quedó anclada en los años 80. Su autora quiso dejarla allí: fichas a mano, informes a máquina de escribir, contestadores automáticos o listines telefónicos de consulta conformaban el universo de Kinsey. Y en ese ambiente se incluían también sus reivindicaciones de libertad, de independencia y de llevar una vida, claro está, muy suya, con sus excentricidades culinarias, su vestido antiarrugas y sus coches de segunda mano.

Me llamo Kinsey Millhone. Soy investigadora privada, tengo treinta y nueve años y vivo y trabajo en esta ciudad del sur de California situada a ciento cincuenta kilómetros al norte de Los Ángeles. Además, estoy soltera y me fastidia que me lo saquen a relucir. El pequeño estudio que llevo alquilando desde hace más de ocho años había sido un garaje para un solo que coche, que luego amplió, diseñó y construyó Henry Pitts, mi casero de ochenta y nueve años.

Con Kinsey muere todo su elenco de amistades: su casero capaz de cocinar maravillas en forma de panecillos y dulces, junto a sus hermanos nonagenarios, Rosie y su bar de especialidades húngaras, sus antiguos maridos y amantes, su recordada tía Gin o su recién estrenada prima lejana. Con ella mueren también las tranquilas marchas a pie junto a playa de Santa Teresa (que todos sabíamos que era Santa Bárbara), las facturas por pagar, el correo postal y su capacidad analítica para descubrir quién es realmente el asesino. Sin Internet. Más de una vez con su vida en riesgo, aunque siempre sabíamos que saldría victoriosa.

Por enésima vez, me senté en el coche y repasé mis notas, iluminándolas con mi pequeña linterna. Cuando me encuentro en un punto muerto, mi plan de acción consiste en empezar de nuevo desde el principio y volver a interrogar a todas mis fuentes por segunda vez. Coloqué un puñado de fichas boca abajo y elegí una al azar. El nombre de Bayard había pasado a un primer plano, así que me encaminé a su casa de Horton Ravine. Ya eran las nueve y media y no sabía si sería prudente presentarme en casa de alguien a aquellas horas. No creí que durmieran pero puede que se hubieran puesto el pijama y estuvieran absortos en su programa de televisión favorito. El día había tocado a su fin. Casi nadie se alegra de las intromisiones, y menos aún si vienen de mí.

Sue Grafton ha muerto y con ella su alter ego, Kinsey Millhone.

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