De falsos autónomos y buscarse la vida

by Julen

Son ya varias veces en las que conozco de primera mano el lamentable caso de profesionales abocados a trabajar como autónomos pero que para nada querrían serlo. Supongo que en vez de una relación contractual tradicional, la que antes era parte empleadora decide que mejor quitarse de líos. En vez de del contrato como empleador/empleado nos vamos al de proveedor/cliente. En el fondo, lo mismo. No, para nada. El daño ya está hecho.

Por una parte, aquello que un día se dijo de que las personas eran el principal activo de una empresa cae por el precipicio de la mentira. Si un día lo fue, hoy desde luego que no. Las personas parecen cambiar de rol y se convierten en algo que genera problemas, un gasto que se debe minimizar, un incordio que requiere un tratamiento de shock. Nunca más eso de la confianza y el proyecto a largo plazo. El difunto Forges supo, como siempre, traducirlo a una viñeta mítica: aquella del «contrato de cinco minutos y luego ya veremos». Si acaso añadir que la realidad supera al chiste y el contrato ya no será como empleada o empleado. Será un contrato mercantil.

Pero es que, además, la situación de precariedad a la que se aboca a personas jóvenes que viven esclavas de sus contratos mercantiles es tremenda. Y ya conozco juicios abiertos de autónomos que están demandando a las empresas que los han contratado como tales, pero que están sujetos a una relación laboral como si fueran trabajadores con contrato clásico. Vacaciones que hay que coordinar con el resto del equipo, horarios o una relación profesional única son argumentos que hace que pleiteen contra sus empresas. Sí, personas contra empresas. Este es un problema muy serio.

La institución empresa parece cada vez más vivir presa de buscar rentabilidad económica como sea. Cuando Willy Toledo aparece en Al Rojo Vivo de La Sexta y les suelta, en vivo y en directo, con una audiencia millonaria detrás, que no puede ser, que las condiciones de contratación de quienes no aparecen en pantalla son penosas, entonces es cuando caes en la cuenta de que el sistema se está engullendo a sus profesionales. Hace falta más denuncia pública en horarios prime time. La guerra está servida. Pero no queda otra. Sí, los tiempos han cambiado. ¿Pero la única respuesta es deteriorar salarios, condiciones de trabajo y destrozar la relación de confianza entre las partes?

El empleo cae por la borda, en calidad y cantidad. El mensaje de «búscate la vida», hazte autónomo y luego ya empezamos a hablar es desastroso. Los ganadores de la batalla por la moderna competitividad, los GAFA de turno (Google, Apple, Facebook, Amazon), son parte del problema. Por el modelo de relación con sus profesionales. Los gigantes de la supuesta economía colaborativa, los Uber, AirBnB y compañía, son más de lo mismo. El trabajo como actividad dignificante muere. Y las consecuencias pueden ser serias, muy serias. Sobre todo de pérdida de confianza entre las partes. El daño, me temo, ya está hecho. Sanar la herida va a costar mucho tiempo. Y es muy probable que no seamos los mismos antes y después de semejante herida. Sé que me repito porque ya escribí sobre la insoportable levedad del empleo. Pero es que tengo la sensación de que esto va a peor, muy a peor.

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