Nunca he llegado a entenderlo del todo. La perfección, final del camino, estación de destino a la que se aspira como culminación de todo. ¿Cuánta gente hay allá? Un lugar inhóspito repleto de personas compulsivas. La obsesión por alcanzar lo máximo a través de un esfuerzo inquebrantable, capaz de doblegar cualquier obstáculo. Solo hay un final posible y lo tengo que conseguir.
La épica desbordada tira de trompetas y enarbola la bandera de la pasión. Sin descanso, ajenas al desánimo, las huestes del cada día mejor hasta la victoria. La perfección es única, poderosa, cerrada en sí misma. Nada que objetar, has llegado y no hay forma de salir. La cárcel de cristal te cobija. Enhorabuena.
No hay forma de esconderse. El resto, la inmensa mayoría que no ha sido capaz de hollar su cima, vive a la espera del milagro. Pero de un milagro que nunca llega. La fe no mueve montañas, no entre esa pléyade de gente que se quedó a medias. En el podio, en lo más alto, solo hay un hueco para una persona. La perfección exige sacrificio.
Así que pasa el tiempo y la perfección sigue allá. Se la ve a lo lejos, como se ve también a pequeños seres humanos en peregrinación. Miran hacia abajo, hacia el suelo que pisan. No saben que allá arriba hacen falta otras actitudes. No hay compasión. Nadie mira por la persona de al lado. Todo tiene un final. Único y excluyente.
3 comentarios
Yo simplemente considero la ‘perfección’ igual que trato mis objetivos a largo plazo: como una estrella polar.
Es algo que sirve para calibrar mi brújula, que me ayuda a decidir en qué dirección debo dirigirme, pero no espero nunca poder llegar a la perfección, al lugar exacto de mis objetivos a largo plazo ni a la estrella polar.
Me gusta, me gusta. Una buena manera de usarla en positivo, Jeroen 🙂
[…] from ENFOQUE GEOMÉTRICO, under the CC BY-NC-SA 4.0 licence. First body photo taken from “La perfección” at Julen Iturbe-Ormaetxe, Consultoría artesana en red, under the CC BY-SA 3.0 ES licence. […]