En guerra contra la edad

by Julen

Nos agarramos a la experiencia para jugar al escondite mientras huimos de la vejez. Palabras diferentes para encontrar una escapatoria. Reconvertimos el calendario en un espacio relativo. Inventamos una tercera edad, previa a la cuarta. Estiramos, estiramos, hasta donde sea posible. Más allá de la realidad, emerge un territorio donde el tiempo, el día a día, impone su ley.

Declaramos la guerra contra la arruga. La piel se retuerce y exigimos de ella un esfuerzo último para que no lo aparente. Rellenamos el tiempo de actividades, un frenesí por consumir cada instante. La televisión nos lo recuerda con su cosmética edulcorada: la química a nuestros pies para obrar el milagro contra la edad. La victoria llega de la mano de una crema rejuvenecedora.

No hay manera de detener la máquina. Los relojes continúan inmunes a cualquier petición, no hay forma de ponerlos de nuestro lado. Cada movimiento de sus agujas se convierte en una declaración de guerra. La humanidad está amenazada como nunca antes. La edad nos ataca: ¡fuego a discreción! Es inaceptable. La cuarta guerra mundial contra un nuevo enemigo: nosotros mismos.

Ya no pasan las hojas del calendario como antes. Rotas, hechas trizas por el paso del tiempo, comienzan a desaparecer. No hay manera de que nos respeten. La edad se pone fea y nos enfrenta al abismo del final. Nada que hacer. Batalla perdida, pero plena de posverdad. Nos lo repetimos una y otra vez: no importa el cuerpo, es el espíritu. Al fondo se escuchan risas de unas niñas.

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