El mundo se decide en Davos

by Julen

En democracia, una persona es un voto y a partir de ahí construimos instituciones y tomamos decisiones. Simplemente nuestra condición humana nos debería otorgar el derecho a ese voto, aunque hoy en día haya dudas debido a la ruindad del primer mundo y su obsesión por mantenerse puro en una época de mestizaje. En Davos, donde según se nos dice, se decide el mundo, el voto tiene que ver con una inscripción en el evento, previo paso por caja, claro está. Parece que a la módica cifra de 60.000 dólares. Esa gente, la que paga esa cifra u otras mayores, son la democracia del capitalismo global.

Eso sí, todo parece indicar que es por nuestro bien, por el bien del planeta. Se trata de reconsiderar el rol de la mujer, de buscar acuerdos que garanticen la sostenibilidad del planeta, de integrar lo digital y lo físico en un nuevo mundo que ya no será como lo conocimos. Allá va hasta el rey Felipe VI. Porque, si no estás allí, no eres. Allí, entre pasillos, hablando con una y con otro se cuece el futuro, ese que se acuerda sin luz ni taquígrafos, sin deliberación parlamentaria, sin voto alguno. Así está montando este circo.

Davos es la herramienta para tomar las decisiones más importantes. Frente al poder de las personas a través de sus votos, emerge el poder de la gente que, lisa y llanamente, tiene el dinero. Así de simple; no hay que buscar más argumentación. Quienes mandan quieren seguir haciéndolo, como no podía ser de otra manera. Y se juntan allá en Suiza. Políticos, magnates y supongo que algún que otro delincuente. O quizá todos, en conjunto, lo sean. Digo delincuentes, porque aceptan saltarse cualquier principio de igualdad.

Mientras, los medios de comunicación se hacen eco del asunto. Sí, allí se decide el mundo. Así que no puede ser de otra manera: hay que cubrir el evento. Se fijan en quién está y quién no está. En quién ha llegado por primera vez y quiénes repiten. Las grandes corporaciones están allí. Los grandes mandatarios, elegidos o no por la gente de a pie, se reúnen con un perverso guión: decidir sobre el mundo, pero sin el mundo. Con el paladar satisfecho y sabiendo que no hay oposición parlamentaria; tan solo ganas de hacer negocios.

Porque el mundo se reduce a negocios. La sostenibilidad necesita ser negocio, la religión más de lo mismo, las cuestiones éticas y morales de la humanidad han de pasar por caja. Nada funciona si no demuestra capacidad para generar negocio. Es la prueba del algodón de las propuestas cool. Muéstrame el modelo de negocio porque tengo que pensar si esos ingresos son suficientes y si es probable que los consigas. El mundo a los pies del dinero. Nada nuevo bajo el sol.

Davos gana en notoriedad. Davos es el otro órgano de gobierno del mundo. Una ONU reformulada bajo el modelo de negocio de los tiempos modernos. Un lugar donde más conduce a más y menos a menos. ¿Quieres poder? Vente, paga lo que exige el peaje y demuestra que entiendes cómo se mueven los hilos del mundo en el siglo XXI. Los políticos comulgan, la mayoría llegan allí legitimados. Sin embargo, a cada conversación que se sucede en los pasillos pierden la dignidad. Lo hacen por nuestro bien. Están allí porque pueden conseguir sus objetivos e incluso los de aquellas personas a las que representan. Qué triste esta nueva gobernanza, ¿no?

Hay que esperar a ver qué deciden. La ciudadanía de a pie no puede sino esperar. Esperar a que lo hagan bien y se preocupen por sus vasallos. Aquí abajo solo queda el voto y la participación en las instituciones, creernos que seguimos pudiendo constituir un poder que no entienden ni entenderán. Aquí abajo nos queda la ilógica de la democracia, directa o indirecta, pero democracia. Allá en Davos, entre canapé y sorbos de estupendos digestivos, con la tripa bien satisfecha, deciden por nosotros. Tranquilos, han ido el rey y un par de pajes. ¿Cuál es la siguiente estación? Da igual, me bajo. Si tienen a bien parar el tren, claro.

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8 comentarios

Juan Madueño Criado 24/01/2018 - 12:05

En realidad siempre ha existido la dicotomía entre poder político y económico.

Todas las teorías apuntan a que el segundo es el que tiene mayor influencia en la vida de las personas, y sin embargo, esos individuos se entretienen en disertar sobre tal o cual personaje político, sea Puigdemont, o Susana Díaz.

Cuando las decisiones importantes sobre la economía mundial se toman en órganos en los que se entra por simple riqueza, estamos ante una plutocracia, es decir, el gobierno del dinero, o de los ricos.

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Julen 25/01/2018 - 16:56

Me temo que es tan simple como lo explicas. El dinero acompaña al poder económico y es el que, desde hace tiempo, decide cómo tiene que ser este mundo en que vivimos. Los políticos, los monarcas y algún que otro que cree que puede jugar en el mismo tablero, allá van, a por su parte del pastel. Davos es el gobierno de verdad, luego está el poder democrático de que nos hemos dotado para jugar los minutos de la basura. Así andamos 🙁

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Iván 24/01/2018 - 16:49

Lamentablemente, nada nuevo bajo el sol con eso de las élites y sus reuniones.Yo creo que también hay otros peces gordos que ni se pasan por allí y manejan muchos de los hilos del mundo desde la sombra.

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Julen 25/01/2018 - 16:58

No deja de ser, en parte, un acto de exhibicionismo. Estar allí es mostrar a los cuatro vientos que tienes poder, pero desde luego habrá otra gente que, con tanto o más poder, prefiere vivir más lejos de las cámaras. Estoy contigo, «no están todos los que son» 😉

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Elena 24/01/2018 - 17:57

Mas de lo mismo,…….mucha información , demasiada, pero poco conocimiento de lo que verdaderamente pasa en el mundo y de quien , con nombres y apellidos , decide……
A los poderes económicos esto es lo que les interesa

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Julen 25/01/2018 - 16:59

Así de simple, Elena, así de simple. Y ahí vivimos, en países democráticos. Fíjate tú 0_0

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GUILLERMO ADOLFO MARTÍN BORNEMANN MARTÍNEZ 25/01/2018 - 21:43

Davos esta transcurriendo ante la perplejidad de un mundo que se divide entre los que lo tienen todo, los que esperan su turno y los que no tiene nada y nada esperan del mismo. Es un escaparate de la verguenza de quienes se pavonean con la mirada esquiva de las tormentas y nubarrones que la desigualdad y la indiferencia han sembrado a nivel global en la frenética tarea de acumulación y el deseo de poder mediante la preservación del control global.

Seguiremos atrapados en las grises propositos de quines visten sus tajes en Davos y de los que le siguen.

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Julen 26/01/2018 - 10:51

Hola, Guillermo. Me alegro de verte también por aquí. No hay duda de que asuntos como Davos nos enfrentan al reto de la gobernanza de este planeta que habitamos. Nubarrones, muchos nubarrones se ven, ¿no? 😉

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