Palabras encerradas como rebaños de ovejas en un redil. Un perímetro de seguridad a su alrededor sirve para delimitar su propuesta. Son textos. En sí mismos pretenden decir algo, pero no siempre está claro qué quieren transmitir. Textos que también escapan. O al menos lo intentan.
Se ciñen a un ancestral rito. Diferentes idiomas, cada cual con su manera única de entender la realidad. Pasan los años y siguen fieles a su quehacer. Palabras que fueron, son y seguirán siendo. Extraídas de alguna caverna, salpican la razón con dosis de sentimiento. O al revés. O incluso ni lo intentan.
Cautivan. Textos que aguantan el paso del tiempo. Viajar cientos de años a un pasado remoto. Tratar de entender lo que alguien quiso decir. Y todo partiendo de lo que garabateó. Un hilo conductor común en la humanidad. Encontraron textos. Y comenzó el misterio.
La imagen es de MoRDi CuaC en Flickr.