19 recuerdos de 19 jornadas de ruta MTB y datos resumen #OlvidadoTransKtb

by Julen

Diecinueve días dan bastante de sí. En vez del plan original para este verano, que era hacer ruta cicloturista de carretera por Inglaterra y Gales, decidimos finalmente hacer una ruta Bilbao-Bilbao un tanto particular: ida hacia el oeste por el Camino Olvidado hasta Ponferrada y vuelta desde Balouta, en los Ancares, a través de la Transcantábrica. Dejo en este post 19 recuerdos de 19 jornadas mediante los que se entrelazan algunas de las vivencias del viaje. El orden es aleatorio, tal como me han venido a la mente.

# 1 Genestoso. Si tuviera que poner orden es uno de los primeros recuerdos y de los más agradables. Fue fantástica la charla con Benita, la abuela, o con el mismo Carlos, responsable del hotel, o incluso con el resto de gente que estaba hospedada o que eran del pueblo y pasaron por allá. Además, las atenciones que me dispensaron fueron de diez. Un lugar al que volver porque, además, no pude subir a hacer la etapa por el monte hasta La Peral por culpa de un desajuste en el cambio de la bici que no fui capaz de reparar. Genial, ya hay motivo para volver.

Imagen tomada de la web del Hotel Rural Genestoso

 # 2 Las minas. Presentes ya a la ida por el Camino Olvidado a partir de Cervera de Pisuerga, pero casi omnipresentes en todo el tramo de León y Asturias de la Transcantábrica. Las historias que las rodean son casi siempre duras y más ahora que han cambiado las prioridades industriales y medioambientales. Mi charla con Jaime, de los apartamentos Tía María en Cerredo y prejubilado de las Minas, fue reveladora en muchos sentidos. Se ven inmensas explotaciones a cielo abierto que hoy parecen cicatrices de heridas que no terminan de curar bien.

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Minas de Tormaleo en el valle de Ibias, hoy una explotación cerrada, como tantas otras.

# 3 Los altos de Sejos y el mar de nubes. Fue mi última etapa transcantábrica y me regaló unas vistas espectaculares desde los altos de Sejos. Flotando, entre vacas y caballos, la mirada se escapaba hacia los algodones que se agarraban con fuerza a los valles. La subida desde Uznayo mereció la pena porque a medida que se ganaba altura la perspectiva alrededor impresionaba más y más. Por detrás quedaban los Picos de Europa y hacia el este las últimas estribaciones de la Cordillera Cantábrica. Al norte el valle de Cabuérniga quedaba sepultado tras la niebla.

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Al fondo los Picos de Europa, abajo la niebla. Foto tomada desde los Altos de Sejos.

# 4 El lago de la Cueva en los lagos de Saliencia. Subir La Farrapona por esa carretera que se va pegando a la ladera izquierda del valle de Saliencia es un placer. No importan sus casi mil metros de desnivel desde Seigas. Subía en un día de niebla con pocas esperanzas de ver nada en la cima. En un momento, sin embargo, llegué a ver una barandilla de madera arriba a lo lejos. Sí, poco a poco las nubes se fueron disolviendo. Y pude bajar al primero de los lagos de Saliencia: el lago de la Cueva. Fascinante lugar.

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Lago de la Cueva, el primero de los lagos de Saliencia al que se accede desde el Alto de La Farrapona.

# 5 Las ermitas de Santiago y de Arcenorio. En dos lugares mágicos: la primera en la ruta del Camino Olvidado en un valle de origen glaciar entre Fasgar y Colinas del Campo de Martín Moro Toledano y la segunda en otro valle recóndito entre La Uña y Pío de Sajambre. Sí, dos lugares por los que merece hacer estas dos rutas. Ambos invitan a sentarse un rato y dejar que los pensamientos vaguen por donde quieran. Cuando llegué no vi a ninguna persona por los alrededores. Los disfruté en soledad y creo que algo de su magia me acompañó durante unos instantes.

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Ermita de Santiago, en el Camino Olvidado, entre Fasgar y Colinas del Campo de Martín Moro Toledano.

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Ermita de Arcenorio dedicada a la Virgen de Covadonga

# 6 El tren de La Robla. Ha estado presente en todo el tramo de ida hasta Ponferrada y con un guiño final en la última etapa. Un buen ejemplo de línea férrea que encierra muchas diferentes historias, más allá de su concepción inicial como medio para transportar hulla desde las cuencas leonesas y palentinas hasta la siderurgia vizcaína. Hemos cruzado muchas veces sus vías y algún día habrá que montarse en un vagón para hacer la ruta de otra manera.

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Estación de Lutxana en Barakaldo, lugar donde terminaba el ferrocarril de La Robla.

# 7 Las brañas de Mumián. El esfuerzo de andar/pedalear el sendero que sube colgado de la ladera a la salida de Llamardal bien merece la pena. La niebla de aquel día proporcionaba el decorado perfecto. Se deja atrás un hayedo y se enfila la subida. De repente, tras la Peña Gua aparecen las brañas, como transportadas a otra dimensión espacio-temporal. Las vacas pacen a su alrededor, ajenas a una belleza cautivadora. Los teitos de escoba caracterizan las diecisiete edificaciones y hay además una ollera (para conservar en ollas la leche fresca) y un abrevadero. El conjunto cautiva.

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Las brañas de Mumián

#8 Las bajadas a Casomera y Pío de Sajambre. Ha habido alguna otra como la de Veigas o la de Coto, que pudiera citar aquí pero estas dos que indico han sido brutales. La primera no solo por el desnivel sino también porque estaba bastante rota y la segunda tremenda por la pendiente. En algún momento temí porque los frenos reventaran ya que no hacía sino apretar las manetas como un poseso. Casi no había forma de relajar las manos. Con algún paso delicado pero al final salvamos sin percance alguno estos tramos.

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Los Picos de Europa desde la Collada de Llaete. Abajo (no se ve) Pío de Sajambre tras la bajada bestial que espera.

# 9 La recta. En la etapa de Cervera de Pisuerga a Cistierna, tras pasar la zona de minas abandonadas del comienzo de la etapa se alcanza una planicie. Y ahí enfrente, imponentes, las siluetas de la Sierra del Brezo, al sur de la comarca de la Pernia, en la montaña palentina. La fotografía en concreto corresponde a una recta que, paralela a la carretera principal, lleva de Castrejón de la Peña a Pisón de Castrejón. Por un momento me venían a la cabeza imágenes del oeste americano y sus montañas salvajes.

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A la salida de Castrejón de la Peña, en la montaña palentina

# 10 Zinaztli. Aunque no le conozca personalmente creo que he pedaleado con él bastantes veces. Quizá esta de una manera más cómplice. En la Transcantábrica, que él describe tan bien y que los demás no hacemos sino reproducir con sus indicaciones, muchas veces me he acordado de sus alforjas. ¿Cómo pudo transitar por determinados lugares con alforjas? Si a mí, que solo llevaba mochila a la espalda, me costaba lo suyo, ¿cómo sería capaz de avanzar? Sea como sea, un recuerdo va para él y para su fantástico blog donde ha compartido tantas y tantas rutas.

Blog de Zinaztli con la ficha de su Transcantábrica.

#11 Olvidado de verdad. Me sobran dedos para contar los peregrinos que vi durante mi ruta por el Camino Olvidado. Si quieres huir de la masificación del Camino Francés o incluso del Camino del Norte, aquí tienes una opción. Supongo que al llegar a Ponferrada encontrarás la otra realidad, la de gente y gente. Pero si buscas otra forma más tranquila, la opción de recorrer esta vía del Camino de Santiago sea a pie o en bici está a tu disposición.

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Colinas del Campo de Martín Moro Toledano te da la bienvenida

#12 Camino Real de las Enderrozas. Como no está del todo claro que se trate de una calzada romana, hacemos alusión al tramo entre Irús y Arceo por esta otra denominación. Son apenas dos kilómetros y medio que se esconden en el bosque junto al río Hijuela. Es fácil imaginar cómo hace cientos de años pasaban por aquí mulas transportando materiales entre las tierras castellanas y los puertos del Cantábrico. El camino hoy sigue siendo de utilidad para senderistas y peregrinos.

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Camino Real de las Enderrozas

#13 El encuentro con Hafo. No tenía claro si bajar o no desde el puerto de Piedraslenguas hasta San Salvador de Cantamuda pero como iba bien de tiempo me decidí al final para ver esta joya del románico. Es una colegiata de finales del siglo XII o principios del XIII. Destaca su armonía exterior, un conjunto de elementos que encajan unos con otros de manera sublime. Cuando llegué había misa y al entrar a ver el interior de la iglesia me encontré con Hafo, un vecino del barrio aquí en Bilbao. Una verdadera aparición por la forma en que se produjo.

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La colegiata de San Salvador de Cantamuda, joya del románico.

#14 Los kilómetros junto a Josu y Ricardo. Era una mis etapas Verano Azul y venía de rodar tranquilo junto al Embalse de los Barrios de Luna. Comenzaba la subida al puerto de Alceo y fue ahí donde me encontré con estos dos chicos de Plentzia que iban hacia el este en un recorrido de carretera que se habían diseñado a medida. Compartimos todo ese tramo hasta Villamanín donde cada cual siguió su ruta. Un encuentro muy agradable y que sirvió para hacer más entretenido ese tramo, de por sí bien bonito por cierto.

Junto a Josu y Ricardo en el puerto de Alceo

 # 15 La ambulancia en el pantano. Día tranquilo y más tras haber pasado un frío considerable a primera hora de la mañana. Estaba descansando junto al Embalse de los Barrios de Luna, en lo que llaman el club náutico de León. Una terraza, un refresco, el sol que ya iba calentando, todo plácido. Pero en eso que veo una garrapata en la pierna derecha, a la altura de la espinilla. Con las pinzas intento extraerla pero me parece que un punto negro se queda allí. Casualidad, dos chicas y un chico de una ambulancia están en una mesa al lado. Tras pedirles ayuda, fui intervenido de urgencia con éxito. Moraleja: usa calcetines largos 🙂

La garrapata, el motivo de la intervención de urgencia 🙂

# 16 La calzada romana de la Carisa. A la salida de Villamanín se comienza a rodar por una tranquila carretera junto al arroyo Camplongo. Tras pasar Pendilla la subida se endurece y al torcer en una curva hacia la derecha, en la parte alta, encontramos una pista aérea que va colgada a 1.600 metros de altitud con unas vistas espectaculares. Estamos rodando sobre la calzada romana de la Carisa. Cientos de años atrás hubo personas que diseñaron y construyeron esta vía de comunicación que atravesaba la Cordillera Cantábrica de sur a norte y que discurría por los cordeles y no por los valles. Hoy nosotros la hemos recorrido en parte con una bici, impensable para aquellos romanos.

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Calzada romana de La Carisa

# 17 Puerto de Vegarada. Seguramente que este fue «el puerto» de esta ruta. Quizá porque hizo calor, quizá porque llegaba después de una buena paliza previa, el caso es que lo recuerdo como el más duro de la travesía. Muchas de sus cuestas me llevaban al límite: ¿me bajo o intento subir montado? Poco a poco sus algo más de novecientos metros de desnivel me pusieron a prueba. Desde arriba, eso sí, solo quedaba dejarse caer hasta Lugueros en un reconfortante final de etapa.

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Último tramo de la subida al puerto de Vegarada

# 18 La olla ferroviaria en Olea. Perdido en un alojamiento rural donde no servían cenas la pregunta era: ¿dónde puedo comer algo? Previamente me habían informado, por error, que un restaurante cercano estaba abierto para cenas. Pero no lo estaba. Claro que la opción era: acércate hasta allá y seguro que te puedes traer algo en un tuper para la noche. Lo que no estaba en el guión era que me vendría con un auténtico cocido de alubias con sus sacramentos hecho en olla ferroviaria, una de las especialidades de La Cuchara del Camesa. Imaginad cómo me supieron. A gloria bendita.

Olla ferroviaria. Imagen tomada de la web del restaurante La Cuchara del Comesa, en Olea.

# 19 Los tramos imposibles. Los caminos se mantienen en la medida en que se transitan. Ha habido algunos tramos, tanto del Camino Olvidado como de la Transcantábrica, que se volvían imposibles porque la vegetación se comía lo que el humano en su momento diseñó como camino de paso. Helechos y zarzas no detienen su avance. Si no hay rodadas o pisadas, es terreno ganado por la naturaleza. En bici es aún más complicado porque somos dos a pasar por un hueco que no existe: la máquina y el humano que la conduce. Dos tramos especialmente delicados: la bajada a Rebollar antes de terminar en Cerredo y el PR AS-112 que bajaba a Sonande en la etapa que finalizaba en Genestoso. Sí, la siguiente vez anoto el machete en la lista de necesarios 🙂

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Bajada a Rebollar por la Colladina

Los datos más relevantes de la ruta:

  • Distancia recorrida: 1.366,67 kilómetros
  • Tiempo empleado: 91 horas 10 minutos y 20 segundos
  • Desnivel acumulado: 26.129 metros
  • Distancia media por etapa: 71,93 kilómetros
  • Tiempo medio de pedaleo al día: 4 horas 47 minutos 55 segundos
  • Velocidad media: 15,04 kilómetros/hora
  • Cadencia media de pedaleo: 68,04
  • Velocidad máxima: 74,1 en la etapa Cubillos del Sil – Balouta
  • Desnivel máximo en una etapa: 2.328 metros en la etapa Villamanín – Lugueros
  • Tiempo máximo de pedaleo en un día: 6 horas 22 minutos 58 segundos en la etapa Villamanín – Lugueros
  • Distancia máxima de una etapa: 111,74 kilómetros en la última, de Quintaentello a Bilbao

Para terminar te dejo aquí los enlaces a las crónicas de las 19 etapas. En cada una de ellos puedes consultar el track:

1 Bilbao – Espinosa de los Monteros
2 Espinosa De Los Monteros – Olea
3 Olea – Cervera de Pisuerga
4 Cervera De Pisuerga – Cistierna
5 Cistierna – La Magdalena
6 La Magdalena – Igüeña
7 Igueña – Cubillos del Sil
8 Cubillos Del Sil – Balouta
9 Balouta – Cerredo
10 Cerredo – Genestoso
11 Genestoso – Valle de Lago
12 Valle De Lago – San Emiliano
13 San Emiliano – Villamanín
14 Villamanín – Lugueros
15 Lugueros – Oseja de Sajambre
16 Oseja De Sajambre – Cosgaya
17 Cosgaya – Pejanda
18 Pejanda – Quintanaentello
19 Quintanentello – Bilbao

Lee todos los artículos relacionados con esta ruta

Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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6 comentarios

Juan Manuel Muñoz Luque 09/08/2017 - 10:07

Bonitos recuerdos (y bonitas fotos) de tu viaje por la cordillera Cantábrica. Gracias por compartir esos momentos especiales, como los encuentros con animales y con humanos,las pinceladas sobre Historia, arte/arquitectura, gastronomía, belleza paisajista de las montañas y retos deportivos.
Creo que tendrías que probar rutas que sean lo máximo de «ciclables», sin despreciar el asfalto. Seguro que no echarás de menos el «empujin»

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Julen 09/08/2017 - 11:42

Somos jóvenes todavía. Ya tendremos tiempo de probar rutas más cicloturistas incluyendo asfalto. Caerán, seguro. Esta ha sido en parte una prueba para ver qué tal nos manejábamos con un modelo de ruta algo más «salvaje»… por decirlo de alguna manera 🙂

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Isabel 11/08/2017 - 17:41

Y dudabas al principio sobre si estarías en forma… Flipo!
Delicioso estracto, aunque ya sabes que disfruto del relatorio diario 🙂

Por cierto, la semana pasada estuvimos cerca de Ponferrada, disfrutando de un monasterio precioso con una representación noctura y deliciosa, organizada por la gente de Carracedelo, que termina con una partida de ajedrez humano. A punto estuvimos de preguntarte si andabas cerca.
Besos!

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Julen 15/08/2017 - 06:59

Hola, Isabel.
La forma la cogemos moviéndonos. Por cierto, no sé si conoces a Iván Marcos Peláez, un buen amigo asturiano ciudadano del mundo. Le acabo de leer en su blog ahora que ha vuelto de su enésimo viaje. No sé, se me cruzan caminos. Comparto su post: http://www.ciudadanoenelmundo.com/2017/08/14/cruce-de-caminos-con-oriente/. Disfrutad del verano 🙂

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da2d 16/09/2017 - 12:50

Hepa!

Nik pentsatzen nuela aurten zu nire atzetik ibiliko zinela eta Cicloextremeñatik ziklatuko zinela!! Errazegia edo Julen?? 😉

Ez dakit datorren urterako zure atzetik ibiliko naizen, Ahaztutako bide horrek merezi du, jendez lepo egon baino lehen. Baina hori izango da antolatzeko denbora gutxi badut, nola dago infraestruktura lolekuekin asko ez txoratzeko??

erraz irakurtzen dira zure kronikak, noizko liburua PhD Jauna?? 🙂

datorren urterako abentura prestatzen hasiko gara.. ziur laster ideiaren batzuk aterako dituzula ezta?? horren zain geratuko naiz, bitartean, ea hauek gustoko dituzun: GR 14 (Duero), Ciclo extremeña Badajoz-Jerte eta itzulera GR-113 (Tajotik), eta azkena: TransKantaurikoa (cosecha propia+Caminos Naturales cantabrico, gr 204)

🙂

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Julen 19/09/2017 - 19:17

Jajajajaja, anda que por planes no quede. La cicloextremeña cae seguro, todo sea por pisar tierras de ibéricos, que no solo de dar pedales vive el hombre. El Camino Olvidado pasa por pueblos con infraestructura suficiente como para que no tengas el más mínimo problema de alojamiento. Además, como de momento vamos cuatro pelagatos por él, razón de más. Otra cosa es que haya pocos albergues pero siempre hay opciones asequibles. Yo a mis 52 años ya pasé la época espartana… algún año de estos creo que haré una ruta de paradores en bici o algo así 🙂
Tomo nota de tus propuestas. Lo del libro con las crónicas ya lo he pensado porque tengo un montón. Lo para la vida postdoctoral jeje.
Disfruta.

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