Las montañas

by Julen

Pista al horizonte
Están allí desde siempre. Son parte del escenario. Su relieve juega con mis percepciones, engañadas una y otra vez. Me llaman y me dejo guiar. Por los caminos robados a su altanería, como una hormiga guiada por una extraña química, avanzo. Un pequeño ser frente a una inmensidad apabullante. Arriba el cielo. Enfrente, el camino continúa.

Los valles quedan abajo para cobijo de los humanos. Desde allí imaginaron gestas para hollar las cumbres. Enormes imanes. Subir hasta donde se pudiera. Subir para reventar el horizonte. Porque en la cima algún extraño hechizo lo justificaba todo. Sin que tuviera mucho sentido, llenaba de humanidad el depósito.

El pedaleo es lento, no queda otra. Somos hormigas. El mundo de las montañas es de una dimensión fuera de toda lógica. Y a través de las vías de esta sinrazón, a través de sus pistas y caminos, ascendemos hacia el cielo. Hasta donde llegue la ruta. La subida se divide en miles de pequeñas hazañas, el final como suma de un sinnúmero de referencias para dosificar el esfuerzo.

Montañas y valles, ciclotimia orográfica a la espera del siguiente humano. Es tan fácil caer en sus redes. Una repetición de paisajes, una monotonía siempre diferente, una tranquilidad que se cuela a medida que la pendiente crece. El sudor penetra y resbala, ahí delante una curva a la derecha me conduce al mismo sitio. Las montañas me engañan. Se mueven sin que yo lo sepa.

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2 comentarios

Isabel 26/07/2017 - 19:58

«La subida se divide en miles de pequeñas [y anónimas] hazañas» Yhe pensado que como la vida misma…

Las montañas de la vida también nos engañan, se mueven solas.
¡Que precioso post/metáfota! 🙂

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Julen 28/07/2017 - 19:30

Gracias, Isabel 🙂

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