4- Cervera de Pisuerga-Cistierna #OlvidadoTransKtb

by Julen

Espectaculares las montañas a la salida de Cantoral de la Peña

Resulta que estamos en año jubilar y que hasta los reyes se han pasado por Santo Toribio de Liébana. Vaya apoteosis de peregrinaje. Ya me ha costado darme cuenta de que Cervera estaba engalanada con motivos del año jubilar 2017. Así que cuando he pasado por la Oficina de Turismo (abierta un domingo por la tarde, como debe ser) se han ido derechos a por el sello del Camino Lebaniego. Y yo que no, que no, que lo mío es más el Olvidado. Y ahí que me sacan también sello de este camino. Cómo son aquí en Cervera: dime qué camino haces, que te sello en consecuencia. 

Tras dormitar un rato me he dado un paseo hasta el eremitorio rupestre de San Vicente. Del Alto Medievo, ahí es nada. Al llegar allá un buen bofetón de vandalismo. Pintadas a mayor gloria de la estupidez humana. Nada para demostrar el progreso que cargarse lo que ha aguantado unos cuantos siglos. En fin. 

La tarde-noche trajo de nuevo hordas de gente a las terrazas de la plaza. Chavalería corriendo de un lado a otro, las dos tiendas de chuches a pleno rendimiento y un ambientazo de verano con churrería incluida. Eso sí, creo que sólo había un restaurante abierto y cuando me senté me avisaron: vamos a tardar. Estaba a rebosar. Nada, opción B: una pizza en un «snack» (así decía el letrero) que resultó estar buen rica. Acerté. 

Fresco como los días anteriores. Traducido a lenguaje ciclomantañero: chaqueta de goretex guan more taim. A las siete como un clavo en la cafetería que me habían dicho abría a esa hora de la mañana. Y antes de las siete y media pedaleando. Hoy, ya lo digo, etapa muy bonita y variada. 

La salida de Cervera enseguida nos lleva a territorio de antiguas minas, algo que se va a repetir en varias ocasiones a lo largo de la jornada. En este caso son las minas de Felipe Villanueva y por el color del suelo: hulla o similar. El camino, bastante bien marcado por toda esta primera parte, nos conduce por pistas abandonadas que darían servicio a las minas. Tenemos que pasar un charco enorme que nos bautiza pies y zapatillas. Y para mayor desgracia nos toca atravesar un par de prados recién «abonados» con un sospechoso líquido marrón oscuro… 

Poco a poco, dejando atrás bosquecillos de roble, accedemos a una zona mucho más abierta. Enfrente la imponente Sierra de la Peña y a la derecha la Peña Redonda. Pero antes de disfrutar de este espectacular panorama viene la caída tonta del día. La culpa ha sido de la hierba alta que no dejaba ver bien unas profundas roderas y cuando he querido cambiar de lado, bajando a buena velocidad, ahí que hemos dado con los morros en el suelo. No ha sido nada, pero anotamos primera galleta en este viaje. A ver si no hay más. 

La planicie con el cereal amarilleando, el horizonte con las tremendas montañas y las siluetas de las espadañas de las iglesias conforman un panorama muy fotogénico. Tras pasar Cantoral de la Peña entramos en una nueva zona de minas de hulla que prácticamente nos acompañará hasta Guardo con el tren ahí al lado como fiel compañero. El suelo ennegrecido deja claro dónde estamos. 

En Guardo, más o menos a mitad de etapa, pregunto para sellar la credencial. Me dicen que en la oficina de turismo. Está bastante apartada y en la zona alta a la salida del camino hacia Puente Almuhey. Genial, los lunes no abren. Veo enfrente que indica un desvío hacia el albergue y allí sí que sí, consigo que me sellen la credencial. 

Seguimos ruta con una buena cuesta que enlaza con la carretera. El camino juega con senderos a la derecha de esta. A veces más ciclabes y a veces menos. Ya cerca de Puente Almuhey el camino deja de serlo y hay que atravesar una zona de monte bajo que nos deja los pies bien surtidos de arañazos. Lo típico del mountain bike cuando queremos ir por donde van los senderistas. 

Descansamos un rato en este pueblo que se arremolina alrededor de la carretera. Me como medio bocata de tortilla en un restaurante que lo lleva una pareja de Bulgaria. Entre las raciones, una típica de su país. Ahí queda eso.

Ya sólo resta acercarse al Santuario de la Virgen de la Velilla y desde allí todo por monte, sin ningún pueblo en medio, llegar a Cistierna. Desde el Santuario, por lo que leí, la ruta es muy bonita. Al llegar allí resulta que está completamente envuelto en andamios. Una pena. Cogemos agua de una fuente y para arriba por unas cuestas de pendiente considerable. Es una pista ancha que a medida que sube toma más aspecto de alta montaña. Apenas se sobrepasan los 1.300 metros pero por momentos parece que estamos pedaleando por la Transpirenaica. Cometo la torpeza de bajar medio kilómetro saltándome la señal con la flecha amarilla que indicaba senderito a la izquierda en la zona final. 

Vuelta para arriba. El sendero tiene algún tramo no ciclabe pero no importa. Estupendo el fin de etapa. Se pasa a la otra ladera del monte para coger una pista ancha que baja decidida hacia Cistierna. Eso sí, con un último regalo en forma de nuevo sendero, esta vez todo ciclabe y en bajada. Y así llegamos con una sonrisa de oreja a oreja. 

Iglesia de Ntra. Señora de la Asunción en Pisón de Castrejón

Entre robles a la salida del Santuario de la Virgen de la Velilla

Distancia: 80,29 kms. Tiempo de pedaleo: 5h 31min. Desnivel acumulado: 1256 m.

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Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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