Palabras imposibles

by Julen

¿La combinación adecuada? ¿Cómo encajan las piezas? Puro azar. Las manos se saben esclavas del azar. ¿Dónde naciste? Suerte o desgracia. Se te entregan unas u otras piezas y luego ponte a jugar. Mejores o peores, el juego lo acaba disfrazando todo. Allí habita la imaginación. Y ya se sabe que la infancia va por libre para asignar valor a los objetos. Una letra, un dibujo. Cualquier cosa sirve para construir un mundo ideal.

Curioso que sin la razón del adulto, a los cinco o seis años seamos capaces de conferir valor mágico a simples objetos. Da igual la letra. No importa la calidad. Tampoco el material o la forma. En esa edad temprana todavía queda el consuelo de no conocer límites. Así que caben palabras imposibles, con letras que no existen. Así que cabe la diversión. Risas que no se entienden si no se vuelve a aquella edad.

Cuántas palabras imposibles quedarán sepultadas bajo la lógica de lo que debe ser. Debe de ser la educación. Mientras, las piezas se desparraman otra vez a la espera de un nuevo sentido. Esas manitas obrarán el milagro. Le dirán al mundo que hay momentos solo para ellas, para imaginar. Y para escapar.

Este texto es una colaboración para el proyecto de Lorena Fernández a.k.a. Loretahur: Filipinas. Tierra de tifones. La fotografía es también de Lorena. La presentación «oficial» del libro tendrá lugar este martes día 13 a las 19:00 en Hika Ateneo.

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