7 – Girona – Calella #VoltaGironaMTB

by Julen

 

Mientras esperábamos a comer unas hamburguesas vegetarianas en una terraza frente al ayuntamiento de Girona, me dio tiempo a terminar de escribir la crónica de la etapa de ayer. Tranquilidad, sin prisas. Debe de ser el aire pausado de la comida libre de proteínas animales. En fin, tras el té posterior a la comida, paseíto hasta la pensión en la que nos alojamos. En Booking tenía muy buenas críticas, pero el aspecto exterior intimidaba un poco.

Pues lo esperable: un sitio humilde (el precio estaba en consonancia) atendido por un matrimonio muy agradable que nos atendieron estupendamente. La habitación, pequeña, pero suficiente, tenía un balcón con su correspondiente tendedero. Tómate esa. Y las bicis a buen recaudo, en una lonja muy cercana. Perfecto. Ducha, colada básica y a pasear por Girona.

Se nota que hemos entrado en el periodo vacacional por excelencia de la Semana Santa. Unos mil millones de turistas se repartían por las calles del casco histórico de la ciudad. Bueno, quita un par de millones, que ya me estás llamando exagerado. Ozú, cómo estaba la plaza; abarrotá. Ríete tú del dúo Sacapuntas. Son las cosas del turista, que vive de la comunión con sus semejantes.

Subimos las famosas escaleras que dan acceso a la catedral de Girona. Arriba, o pagas por la visita o no hay forma de entrar. Lo dejamos para otra ocasión y continuamos andando en procesión por calles paralelas al río Onyar hasta dar con una coqueta iglesia del siglo XIV restaurada a mediados del siglo pasado. Allí proyectan un par de documentales. Uno de ellos con participación de Ángel Casas sobre el sonido Sabadell y la música de baile de los ochenta por esta parte del sur de Islandia. Tremendo y sorprendente. De tó tiene que haber.

Allí pasamos un buen rato escuchando un hit de la época cortesía del programa Musical Exprés, que presentaba en su día el susodicho Ángel Casas. Continuó luego el paseo jugando con las dos márgenes del río Onyar y apreciando las características casas que lo delimitan. Un helado a media tarde, otra terraza, comprar colirio en una farmacia y a cenar. Vida ordenada la del cicloturista.

A las siete suena el despertador. Hoy la etapa nos lleva hasta Calella, que sí, que pertenece a Barcelona, pero que nos servirá de punto de partida de la última jornada, la que nos lleva a Viladrau, el pueblo donde Urdangarín y la infanta Cristina disfrutaban hace un montón de años de su romance. Lo sabemos de fuentes bien informadas.

La primera parte de la etapa hasta Lloret de Mar me ha parecido encantadora. Suaves lomas que de vez en cuando nos aportaban perspectiva de la ruta. Entre campos de cereal y bosquecillos de encina, roble o pino, los Pirineos nevados siguen allí al fondo de referencia. Incluso desde la cota más alta,  a unos cuatrocientos metros, es posible divisar la línea de costa cayendo al mar en Cap de Creus. Los kilómetros pasan a buen ritmo y aunque hay que salvar unos buenos repechos de los de echar pie a tierra, algo antes de las doce nos damos de bruces con la marabunta de viernes santo procesionando hacia las playas de Lloret de Mar.

Llegar del monte, por pistas relativamente tranquilas, y toparte con un gentío como el de Lloret es un contraste bestial. El bullicio de coches, familias, tiendas y tenderetes de todas formas y colores no tenía precio. Allí, frente al ayuntamiento, habíamos quedado con Joan, un buen amigo, profesional del turismo, quien nos puso al día de algunos detalles que dan que pensar: por ejemplo, 40.000 habitantes más o menos estables y casi 200.000 en época alta de verano. Ahí es nada. No sé cuántos habrá hoy Viernes Santo, pero unos cuantos más de los 40.000 seguro que sí.

Tras una charla distendida con Joan, nos despedimos para recorrer la distancia que nos separa de Calella, nuestro fin de esta penúltima etapa. Tras unos kilómetros por carretera enseguida nos pegamos a la costa tras llegar a Blanes. Una riera primero y un camping vallado después nos hacen pedalear de más porque no hay manera de continuar junto al mar. Salvados esos obstáculos, paramos a comer pescado en un chiringuito junto al paseo. Tenemos la suerte de que, además del griterío propio de un lugar abarrotado, nos toca al lado míster decibelio man. Joder qué vozarrón la del chaval.

La costa hasta Calella lleva paralelas las vías del tren, a escasos metros del mar. Tremendo. Nuestro hotel, frente al Mediterráneo, pero con el tren de por medio. Y no es una vía muerta, que ya pasan trenes, ya.

Pues eso, sol y playa, viernes santo. ¿Entonces? Hasta la bandera. Y mañana acabamos ruta con la etapa reina, a ver qué tal se nos da el fin de fiesta.

Distancia: 76,56 kms. Tiempo de pedaleo: 4h 53min. Desnivel acumulado: 683m.

Lee todos los artículos relacionados con esta ruta

< < Etapa anterior | Etapa siguiente >>>

Volta a Girona MTB 2017

Artículos relacionados

1 comentario

8 – Calella – Viladrau #VoltaGironaMTB | Consultoría artesana en red 15/04/2017 - 17:38

[…] < < Etapa anterior | Etapa siguiente >>> […]

Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.