El poema que no leí

by Julen

Escrito en blanco. Un texto fundido. El poema que no leí. No porque no quisiera sino porque cuando quería hacerlo, él se empeñaba en palidecer. Era fijar la mirada y notar cómo las letras emprendían la huida. La mayor parte de las veces jugando a hacer simbiosis con el papel. Pero otras se las veía aceleradas, marchando a toda prisa hacia el párrafo siguiente, donde quedaban escondidas en un absoluto sinsentido. Y no pude. No lo pude leer.

En ocasiones jugaba a pillarlo desprevenido. Lo planeaba bien. Simulaba una dedicación intensa a cualquier otra lectura: un ensayo, un documento de color científico, una novela con olor a negro. Y entonces, de repente, volvía la vista muy rápido sobre el poema, que parecía descansar plácidamente sobre el papel. Pero era mirarlo y comenzar su autodestrucción. Las letras siempre me ganaban. Veloces, ya ves tú quién me lo iba a decir.

El poema que no leí, claro está, se convirtió en un misterio. He supuesto mil y una veces que quien lo escribió así lo hizo por alguna razón. Pero nunca llegué a comprenderlo. Llamé incluso al hospital de poemas por saber si había casos similares y cómo habían actuado ante semejante enfermedad. El chico que me atendió a punto estuvo de ponerme con psiquiatría. Sobre todo cuando le dije que pasaba más a menudo con las décimas.

Hoy es el día que lo tengo asumido. El problema, si acaso, es que todos los poemas se han unido y han desarrollado ante mí la misma conducta. De hecho solo puedo leer uno que empieza: poema unido jamás será vencido. El texto está encajado entre signos de exclamación y centrado en tipo de letra deja vu sans. Me suena de alguna otra cosa pero no quiero darle más vueltas porque tengo escapatoria.

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