El desencuentro esperado entre personas empleadas y empresas empleadoras

by Julen

Opposites
El jueves de la semana pasada tuvimos una reunión en la uni a cuenta de un equipo piloto con el que estamos trabajando competencias personales para recoger y filtrar información. Lo hacemos de cara a luego divulgarla, sea a empresas con las que nos relacionamos o dentro de la propia facultad. Se trata de buscar primero la utilidad «egoísta» (aquello que un día llamamos la lección delicious) pero de pensar luego también en la forma en que eso nos sirva para aportar valor a otras personas o entidades. En fin, algo con lo que permanentemente estaremos trabajando.

El caso es que antes de comenzar la reunión estuvimos charlando un rato sobre algo que, según uno de los responsables de las relaciones universidad-empresa, está sucediendo en el momento actual. Se refería a un evidente desencuentro entre lo que las empresas ofrecen y lo que las personas (en este caso nuestras alumnas y alumnos) quieren. Citaba la enorme dificultad que está encontrando él ahora mismo para ofrecer los perfiles que las empresas piden… bajo las condiciones en que lo hacen.

La pregunta surge enseguida: ¿acaso no hay cifras de paro considerables? ¿Cómo es que la demanda no satisface la oferta existente? Pues parece que no, que las personas jóvenes que pasan por nuestra universidad (por no generalizar) en buena parte no encuentran en las ofertas de las empresas algo que las incentive. Pero, ¿qué están ofreciendo entonces? Quizá tenga que ver con un gap generacional que cada vez marca más distancias. Con todo revolucionado en exceso, lo que una parte ofrece queda a unos cuantos años luz de lo que la otra siente como motivador. Y de ahí el problema: no hay forma de casar oferta y demanda.

A lo mejor las empresas se lo han ganado a pulso. O quizá debamos decir todos estos años de crisis sistémica han dinamitado los cimientos de la relación entre las partes. ¿Contrato indefinido?, ¿relación estable?, ¿salario digno? Todo salta por los aires. Fragmentación, minijobs, precariedad. Otro modelo de relación entre una parte y la otra. Las personas fueron el activo más importante de las empresas; bueno, muchas seguirán diciéndolo. Pero, mientras tanto, los estilos de vida y la sociedad en su conjunto han empujado por el abismo aquello que se llamó «relación laboral».

Hoy el mensaje es: búscate la vida. Sí, inventa tu trabajo, no esperes que alguien te ofrezca lo que ya nunca más podrá hacer. Hoy no podrán ofrecerte seguridad en el empleo, trayectoria vital, objetivos a largo plazo. Y tú, claro, que hace tiempo que viste caer aquel modelo que tus progenitores sí conocieron, si alguien te lo vende, por si acaso mejor no te lo crees. Hemos construido el monstruo de la falta de perspectiva, del corto plazo, del contrato caricaturizado por Forges, de sí, mientras me hagas falta. Porque tenemos mil ejemplos de que si hay que prescindir, se prescinde. Me refiero a las personas. Esas que desaparecen cuando hay fusiones, crecimiento y beneficios empresariales. El mensaje es demoledor.

Anda que no hay trabajo por delante para reconstruir el modelo de relación entre las partes. Lanzado el misil del emprendimiento, el buque del trabajo, tal como lo entendimos, va a ser alcanzado. Si no lo ha sido ya por lo que comentábamos en la reunión del jueves. Sea lo que sea, no va a ser como fue.

Este tema no es nuevo en este blog. Te dejo más reflexiones al respecto, todas unidas por la viñeta de Forges que tanto juega da 🙂

Y, por cierto, todo esto queda muy cerca de lo que se está denominando gig economy, algo de la ya hablamos también aquí.

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18 comentarios

José Luis Alonso Andreano 22/03/2017 - 07:59

Cuanto sale para debatir aquí! has destapado la caja de los truenos… 🙂
Son varias las empresas que me han trasladado su dificultad para encontrar eso que es el nuevo hype, «Talento» (aunque creo, que en este caso no es la última moda, si no algo que verdaderamente supone uno de los grandes retos en la organizaciones del entorno)
Que quede claro, que la dificultad no está en conseguir curriculums. infojobs parece ser un proveedor adecuado en ese sentido, el numero de CV’s es notablemente superior al necesario, sin embargo, en muchos casos se trata de candidaturas metralleta… disparo a todo lo que se mueve.
El verdadero reto de las organizaciones probablemente está en ser atractivos como empleadores, ¿por qué una beca en China es más interesante que un puesto de trabajo en Hernani? ¿Por qué si ofrezco buenas condiciones laborales (salario, horario, pluses, etc..), no soy más atractivo que Google?
Partiendo de ahí, probablemente es necesario cambiar también los procesos de selección,¿es infojobs la mejor plataforma? (algunos no hablan mucho mejor de LinkedIn)
Si alguien me pregunta a mí, y barriendo para casa, hay que probar a hacer cantera, acercarse a los centros de formación, las universidades, no para pescar en los recién graduad@s, si no para colaborar en la generación del talento durante sus estudios.
Pero claro, una cosa es atraer y contratar talento, pero no nos olvidemos de la gestión del mismo una vez que están con nosotr@s, y¿ la salida? no hay ocasiones en las que hay que dejar salir o invitar a las personas con talento a que salgan? (por qué no, para volver)
Si sigo, me salen unos comentarios más largos que tu post Julen! y no he hablado siquiera del punto de vista de las personas talentosas…Para finalizar una pregunta.. en este mercado… ¿quién es oferta y quien demanda? 😉

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Julen 23/03/2017 - 06:35

Te va a hacer falta un buen blog para escribir tus posts y no alargarte en comentarios jejejeje. Ale, ya tienes motivos para retomar con brío lo empezado.

De lo que comentas, me temo que el modelo de relación entre las partes ha saltado por los aires. Tenemos nuevos modelos de familia, has surgido nuevas formaciones políticas, emerge la economía colaborativa… ¡¡¡cómo no van a cambiar las relaciones entre personas y empresas!!! Hay que reinventarlas porque las que provienen de aquello que llamamos sociedad del bienestar han saltado por los aires. Este es un trabajo bien bonito para una tesis doctoral o para unas cuantas. Por si te tienta 😛

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Raúl Hernández González 22/03/2017 - 09:40

Una pregunta, ¿qué es lo que las personas jóvenes están pidiendo, y que las empresas no les dan?

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José Luis Alonso Andreano 22/03/2017 - 10:07

Hola Raúl,
Si tuviese que resumir y generalizar, diría:
– proyecto que les motive
– empresa atractiva, que «mole» decir, yo trabajo en….
y por supuesto condiciones económicas adecuadas (como factor higiénico)

Insisto, muy resumido y generalizado

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Raúl Hernández González 22/03/2017 - 12:50

Gracias, José Luis. Lo preguntaba porque el hilo argumental de Julen iba por un sitio (o me lo ha parecido) que no sé si tiene que ver con eso… ¿contrato indefinido? ¿relación estable? Es decir, eso que llamamos «minijobs», o «fragmentación», o «precariedad»… ¿es realmente eso lo que echa para atrás a los jóvenes? ¿están tan incómodos con la idea de la gig economy? ¿O es que proyectamos nosotros nuestra visión «de señores mayores»?

Por supuesto, «los jóvenes» tampoco podemos calificarlos como un conjunto, que habrá de todo, incluyendo gente que lo que quiere es «una colocación», y todo eso del proyecto motivador y molón les dé un poco igual…

Por eso me resulta interesante ver por dónde van los tiros 🙂

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Julen 23/03/2017 - 06:39

Dices bien, Raúl, cuando supones que no hay «un conjunto» sino comportamientos con muchos matices. Pero generalizando -vale, simplificamos- yo creo que la empresa se ha sentido con demasiado poder. Siempre insisto en la sabiduría de Forges cuando muestra en sus viñetas la asimetría de la relación entre las dos partes. Hay un modelo que ya no es. La gig economy es solo parte de una fragmentación global. Los vínculos se modifican en muchos órdenes de la vida, no solo en la relación de de trabajo con empresas e instituciones. La competitividad ha exigido una serie de sacrificios que tienen ahora sus consecuencias. De aquellos polvos estos lodos. Hay que reconstruir vínculos, pero a saber cómo. Mira que da de sí este tema.

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IRATXE BASCARAN RODRIGUEZ 22/03/2017 - 10:26

Las empresas, además de no tener en cuenta a las personas, exigen conocimientos (titulitis) y actitud, habilidades sociales y personales, motivación para trabajar, espíritu emprendedor, y un largo etc.

Lo que me sorprende es que en todas las entrevistas de trabajo dejan muy claras sus exigencias pero nunca dicen que ofrecen ellos para que el empleado pueda dar lo mejor de sí mismo.

Y me pregunto, si la empresa sigue anclada en los valores de la sociedad industrial donde se necesita mano de obra que no piense ni aporte y donde si no obtienen beneficios tienen las leyes a su favor para mandarte a pasear…¿como pretenden encontrar lo que buscan? Primero deberían crear las condiciones idóneas para reclutar a la persona que buscan. Es muy fácil no hacer ninguna reflexión y exigir a la juventud y si no encuentran lo que buscan el problema es de la gente joven, nunca de ellos.

Hay que mirar la paja en el ojo propio, y no en el ajeno!!

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Julen 23/03/2017 - 06:29

Esto que comentas, Iratxe, es un tema muy complejo porque, claro, yo en el artículo he generalizado y seguro que hay muchos matices. En general, estoy contigo en que mucha empresa ha ido de «sobrada» en su relación con las personas. A mí me encantan los chistes de Forges cuando dibuja a una persona de tamaño diminuto entrevistada por un gigante que es quien tiene la sartén por el mango. Ahora, por lo que le escuchaba a José Luis Alonso el otro día, hay muchas chicas y chicos que buscan otras referencias cuando se acercan a una empresa. Sus expectativas no casan con lo que ofrece la empresa y en todo este boom de la gig economy, la fragmentación, la pérdida de referencias de largo plazo, algo está cambiando de forma estructural.

Bufff, sí, un tema apasionante 🙂

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Mikel Albizu 22/03/2017 - 10:51

La pregunta que ha hecho Raul, me parece la clave… no sé, José Luis, si te animas a profundizar más en el tema. Todo lo que he leído me ha parecido interesantisimo.

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Julen 23/03/2017 - 06:31

Mikel, también creo que a este tema le aporta una mirada local. Me refiero a que las circunstancias de empleo y expectativas pueden estar afectadas por variables vinculadas a un territorio que ofrece mejores o peores alicientes para las partes. Sería otra variable a tener en cuenta. Seguro que José Luis podría sacar sus conclusiones también desde esta óptica.

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Raúl Hernández González 23/03/2017 - 10:36

Julen, te estás escabullendo… 😀

La pregunta es concreta: cuando dices «las personas jóvenes que pasan por nuestra universidad (por no generalizar) en buena parte no encuentran en las ofertas de las empresas algo que las incentive». ¿Qué es eso que «las incentiva», y que no encuentran?

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Julen 24/03/2017 - 07:12

Intento explicarme, Raúl 😉

Nuestras empresas, en su gran mayoría, están construidas sobre unos cimientos que beben de valores diferentes a los de la gente joven. Ley de vida, si acaso hoy más evidente porque todo va más deprisa y las distancias generacionales se agrandan. Así que, de entrada, hay un choque. No puede ser de otra manera.

Cuando José Luis nos dice que en el imaginario de la juventud surgen empresas referentes como Google o que sus expectativas no se pegan a una carrera profesional atada a una empresa, la empresa nuestra, la de por aquí, ¿qué hace? Muchas se llevan las manos a la cabeza y dicen que ahora ya no hay compromiso, que los valores se han perdido, que esto ya no es lo que era… pues normal, claro que no lo es.

¿Cuánto de «sexy» es una empresa para una persona joven?, ¿cómo se define sexy?, ¿cómo se vuelve algo atractivo? Quizá haya que jugar a la gamificación (valga la redundancia), quizá haya que hablar del mundo, los viajes y el aprendizaje global, quizá haya que preguntar y no tanto «ofrecer». Quizá es un simple ejercicio de empatía y antes de sentirte que -siguiendo a Forges- la empresa tiene el poder, cabe en su lugar preguntar a estas personas que llegan nuevas a la empresa, qué es lo que querrían. Así de simple. Luego ya se verá dónde se encuentra el punto medio.

Sigo tu argumentación de que no se puede generalizar. Pero el problema, según me comentaba José Luis el otro día, está aquí. Hay un desencuentro y tenemos que echarle imaginación para ver la forma en que se resuelve.

Una firme convicción que tengo es la de que en esta crisis sistémica, se ha perdido confianza en muchas de las instituciones antes sagradas. La empresa es una de ellas. La competitividad global, el ansía de beneficios de quienes invierten en una empresa para ganar dinero y no sé cuántas cosas más han empeorado las condiciones de juego. Por eso, insisto, de aquellos polvos estos lodos 😉

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Mikel Albizu 23/03/2017 - 13:06

Esto me recuerda a Richard Florida, el gurú (me imagino que en este foro todos compartiremos una idea similar de lo que significa «gurú») de las ciudades creativas como espacios capaces de atraer a personas de talento y, a la par, generar entornos activos económicamente. El paradigma tiene muchas «lagunas», pero de una forma u otra creo que sí que da con un par de claves a la hora de entender la importancia de lo local como espacio de atracción y de algunos de los motores que movilizan a las personas de talento.

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José Luis Alonso Andreano 23/03/2017 - 07:41

Kaixo Mikel,
La percepción que tengo, es que las expectativas en cuanto al trabajo de l@s jóvenes han cambiado, la importancia que ocupa en sus vidas, con Julen comentaba, nuestro compromiso (el de nuestras generacines, volvería a generalizar con los nacidos antes de 1980) con la empresa venía dado con la palabra dada, todo parecía que tenía una vocación de largo plazo..
En las nuevas generaciones, sus expectativas parecen ser otras, no se ven por ejemplo más de 8 años en una misma empresa, el trabajo tiene que ser algo que les haga felices (sin tener muy claro qué es la felicidad, que creo está ligada a un concepto muy onanista (quitándole la connotación sexual). Cuando encuentran un trabajo, si no les hace felices no tienen muchos reparos en dejarlo o incluso ni empezar a trabajar (puede que porque ni ellos ni sus padres han pasado hambre)
Me parece además es que no les gusta reconocer que cobran poco, aunque tampoco su principal motivación es cobrar mucho.
Creo que como dice Julen, las empresas pueden estar pagando, vamos a llamarlo, un abuso del poder de negociación y de repente, este ha pasado a la gente con talento.
Y a mí lo más sorprendente de todo esto es que se ha dado en cuestión de 2 años.. de una crisis de la que parecía que nunca nos recuperaríamos, donde l@s jóvenes no iban a encontrar trabajo aquí, a de repente, «por favor no os vayáis». Quizá eso también ha influido, el haber pasado unos años diciéndoles a nuestr@s jóvenes que tenían que salir, que aquí no había trabajo para ell@s… Pues parece que al final nos han hecho caso, para que luego digamos que no nos obedecen… 😉
L@s famos@s millennials están aquí..han llegado!

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Mikel Albizu 23/03/2017 - 12:56

Eskerrik asko José Luis, por cierto, mi chica que es psicoanalista creo que hubiera usado la palabra narcisista en vez de onanista (para sortear lo de las connotaciones sexuales).

; )

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Amalio Rey 19/04/2017 - 08:45

Es un tema complejo, con muchos matices, incluso geográficos, pero esta es mi humilde opinión:

1) Lo que subyace siempre en el fondo de esos desencuentros, y que dicta bastante la naturaleza de la relación, es el balance oferta-demanda. A más desempleo y necesidad de colocarse, más «interesante» va a parecer a un potencial empleado el trabajo que le ofrecen (incluido el sueldo). El estudiante va a hacer un «esfuerzo» de percibir un mayor encaje. Pasará de los detalles y celebrará que le ofrecen un trabajo. Por el contrario, si el estudiante tiene para elegir y no anda con prisas para conseguir un trabajo, será más complicado satisfacerle. Es simple ajuste de expectativas en las dos direcciones (empleador-empleado) y en ese sentido creo que el mercado suele funcionar. En un escenario de deficit de empleo, el poder lo tiene la empresa y es la que pone las condiciones, y al revés. Los incentivos (o la necesidad) para cambiar y ajustarse siempre los tiene el más débil.

2) Efectivamente, hay un conflicto inter-generacional en todo esto. Las empresas (estoy pensando también en las de tu zona, que las conozco un poquito) se han vuelto un poco «viejunas» en lo que creen que pueden/deben ofrecer a sus futuros empleados si lo comparas con los «pajaritos de colores» que se hacen (algunos) jovenes graduados que crecieron bajo el mito del Futbolin de Google. La «vida laboral normal», la más habitual, no es Google, startuplandia y Cia. Eso hay que asumirlo, y habrá que ver si esos jovenes, cuando lleguen a puestos de dirección, serán coherentes como empleadores con lo que demandan hoy como potenciales empleados. Perdón que sea tan cenizo 🙁

3) He puesto antes «algunos» porque creo que te estas fijando quizas en una muestra de estudiantes no tan representativa. Igual estás pensando en los LEINs y Cia, con umbrales de expectativas de otra naturaleza. Lo que yo veo por el Sur es jovenes que pillarían encantados cualquier cosa que le ofrezcan y empresas que tienen mucho/as candidato/as entre los que elegir.

4) Hay también un desajuste entre la oferta educativa y la demanda empresarial. Eso ya lo sabemos. En las universidades, que tienden a vivir en una burbuja, se maneja una teoría algo desconectada de lo que ocurre en las empresas. Ya sabes que en parte yo aplaudo eso, porque el campus es un sitio para la especulación intelectual y el fortalecimiento del caracter al margen de los caprichos mercanchifles. Pero está claro que eso termina desconectando el «producto» que sale del «comprador» que lo espera. No sé si se puede hacer algo más para corregir eso sin pervertir lo que yo entiendo que es una universidad. Probablemente sí.

5) Si las expectativas (no satisfechas, en principio) de los estudiantes son realmente solidas y genuinas, uno espera que al entrar en las empresas (cualquiera que sean) hagan algo para rebajar el desencuentro. Quiero ser optimista en esto. No es tan grave que ese desencuentro se produzca en el momento de la contratación, si después ambos aprenden unos de los otros, una vez que han sido contratados. El propio conflicto inter-generacional puede rebajarse si el estudiante hace algo más que «adaptarse», es decir, acomodarse. Otra opción que tienen los estudiantes es rechazar las ofertas «viejunas» que les ofrecen, y crearse las suyas propias a través del emprendimiento. Supongo que eso es ser coherentes…

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Julen 19/04/2017 - 10:01

Gracias por la reflexión. Al hilo de lo que comentas, una iniciativa muy interesante es MyGADE, un grado de empresariales en alternancia. Aquí tienes un pequeño vídeo: https://vimeo.com/117156762
Lo importante, entiendo, es generar esos espacios de «conocerse» para que la aclimatación por ambas partes sea más llevadera. No obstante, quizá también está ocurriendo que frente a nuestro enfoque más clásico de necesidades vinculadas a oferta/demanda, puede ocurrir que el cambio generacional lleva a que la gente joven prime otro tipo de cosas que la supuesta «seguridad» de un empleo. Porque esto, lo de la seguridad creo que ha desaparecido, ¿no?

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@aritzagere 08/05/2017 - 15:02

Hola!

Soy profesor de la UPV/EHU. Llevo 2 años impulsando un proyecto innovador para crear nuevos puentes entre el alumnado y en mundo real.

El proyecto se llama DOI ELKARTEA y lo comparto con un exalumno mío: JUAN CUEVA.

Este curso hemos puesto en marcha en Sarriko http://www.xtartupxperience.es. En el Blog podéis informaros.

Un saludo.

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