Industria

Talleres. Pasado. Óxido. Un tiempo que se emborrona en la memoria. Otra forma de ser, de estar. Otra forma de pensar. Momentos de la historia que supongo no volverán. Nostalgia. Melancolía. En algún lugar, ruinas. Patrimonio extinto víctima del supuesto progreso de la sociedad.

Hoy se dibuja diferente. Se dibuja de colores alegres, sin apenas ruidos. Se dibuja mirando al futuro. Robots, máquinas, movimientos mecánicos. Unas pocas personas. Supuestamente llevan el control. Programan, deciden, planifican. Lo que los robots hacen y lo que el sistema manda.

Mientras, todavía quedan rincones de la ruina. Tentaciones de decrepitud controlada. El pasado se resiste en esquinas olvidadas e indignas. En aguas contaminadas, en suelos yermos. Aquel monstruo desapareció. Se lo tragó el futuro disfrazado de calidad de vida, de estado del bienestar. Todo un argumentario construido sobre sesudas mentes creativas. Indignas, las ruinas solo esperan su total desaparición.

Sucedió hace tanto tiempo. Entonces las pantallas eran grises. La policía también. Los monos eran azules. Cada cual con sus armas. La pelea por la industria. Una desigual batalla en la que el progreso decidió que había que olvidar. Sobre las ruinas los nuevos templos. La ciudad de servicios. O la fábrica inteligente. O mejor en inglés, porque todo se globalizó. Descanse en paz.