El dólar y su calle

by Julen

Get Your Roll On
Todo el mundo la conocía por aquel nombre: la calle del dólar. Una manera simple de describir lo que ocurría. Para qué complicarlo si la mención de la moneda americana lo iba a decir todo. Un especie de El Dorado. Un lugar mágico para el negocio y la opulencia. Un lugar para disfrutar de un progreso que se convertía en signo de los tiempos.

Sin apenas otra preocupación. Ocio para consumir en dosis suficientes como para dejar atrás la jornada de trabajo. Arriba y abajo, pasarela para exponerse y exponer. Un saludo y a marcar territorio. Margen izquierda del Nervión en su versión última: la que era consecuencia de todo lo demás. Aquellas aceras eran la prueba. De lo que fuera, pero eran la prueba.

Leo que ya no es así. El centro de los pueblos muta y se rebela. Se ahueca para convertirse en nada. Refleja el cambio. La ambición. Pero también el error. Quizá solo temporal. Pero error. Se han impuesto otros estilos de vida. Y el centro de los pueblos de la margen izquierda lo paga. Con su olvido autogenerado. Con su lonja vacía. Con su traspaso. A la espera. El Dorado ha cambiado de sitio.

El neón languidece. Bares que se convierten en añejos museos de la especie humana. Locales que exhiben el cartel de que los tiempos pasados siempre fueron mejores. Clientes que no se encuentran y que se lamentan del esplendor que fue y no es. Emergen nuevas ciudades sobre los escombros de la industria. La calle del dólar. Extinta.

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