Comunicad, malditos, comunicad

by Julen

Megaphon
No hay duda de que quien no llora no mama. O, traducido al mundo empresarial, quien no comunica que se dé por jodido, con perdón por la expresión. Y es que el fuego mediático a discreción no se detiene. La ciudadanía de a pie es el blanco. Mil y una maneras de que entendamos que ese producto es lo que necesitamos. Y cuando digo producto puede ser todo lo imaginable: personas, objetos, ilusiones, emoción, experiencia. Todo es susceptible de pasar por el filtro del impacto mediático.

Ya hay quien dijo hace mucho tiempo que no podemos no comunicar. Supongo que a esto se agarran quienes nos proponen tanta y tanta venta utilizando fuego amigo: redes sociales para qué os quiero. Hay que construir una historia, hay que dramatizar la entrega del producto, hay que hacer cómplices, hay que buscar lo auténtico. Todo es storytelling; no hay nada al otro lado. Leed a Christian Salmon. Que parezca auténtico. Sudor, barro, el arte de parecer. El espectáculo es el espectáculo, ya lo anticipó hace 50 años Guy Debord.

No sé si es una carrera de la rata que no conduce a ningún lado. Pero el caso es que todos vamos en el mismo barco. Y todos en busca de nuestras migajas de atención. Hay quienes llegan al final y se autorrealizan en un reality y hay quienes funden ser y parecer. Hoy con canales en YouTube y fotografías en Instagram: la tierra prometida para que cualquier humano se convierta en influencer. Solo es cuestión de ponerse manos a la obra. Decisión, constancia.

Sé que me repito y que esta mezcla de mensaje apocalíptico y filosofía barata no va a ningún lado porque yo mismo soy una máquina de disparar. Eso sí, en mi caso, posts en este blog. O en este otro. Texto plano incapaz de competir con la riqueza del formato multimedia. Incapaz de ser un youtuber como Dios manda, me arrastro por el tantas veces enterrado mundo de los blogs. Los de toda la vida. Bueno, toda la vida a la que se puede aspirar en las dos dos últimas décadas.

Escribo lo anterior y me fijo en casos concretos relacionados con el mundo de la bici, ahora que el doctorado me obliga a estar al tanto de la actualidad. Me fijo en los casos de figuras mediáticas como Ibon Zugasti y Tomi Misser, ambos ahora mismo de la mano de Orbea. O Valentí San Juan y su ejército de suscriptores. Comunica, comunica, es tu trabajo. Tu nuevo trabajo. Tienes que encontrar tu relato. ¿Quién no quiere vivir sus sueños? Realidad y ficción siempre tan unidas.

No somos nadie si no lo contamos. Ley de vida para salir adelante en esta sociedad aquejada de hipertrofia comunicativa. No puedes hacer otra cosa sino contribuir al griterío. Y ahí el tiempo se contrae hasta casi desaparecer. No hay tiempo para tanto mensaje. ¿Solo queda cerrar el libro? Pero incluso un acto así, de rebeldía, vive con la tentación en el piso de al lado: podrías contarnos tu rebeldía, tu cerrar el libro, tu resistencia.

Hagáis lo que hagáis, comunicad, malditos, comunicad.

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3 comentarios

Iván 14/01/2017 - 14:07

Como tantas otras cosas de la vida, creo que Internet (y el social media) tiene sus grandezas y miserias. Al respecto de las redes sociales, a veces me sorprende las disputas que la gente se lanza en tweets o en foros. En el último año he visto mucha maldad y odio en comentarios vía twitter y foros, sobre todo cuando entran temas políticos y otras temáticas delicadas.Ahora recuerdo con pavor el ensañamiento con el torero que falleció hace unos meses y con sus familiares, leyendo las barbaridades que se escribían en internet me hizo pensar.

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Julen 16/01/2017 - 07:22

A veces, Iván, a través de estas redes sociales nuestras de cada día sale lo peor de cada casa. Ejemplos tenemos a cientos. Una pena.

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Comunicad, malditos, comunicad | Consultor&iacu... 15/01/2017 - 12:24

[…] No hay duda de que quien no llora no mama. O, traducido al mundo empresarial, quien no comunica que se dé por jodido, con perdón por la expresión. Y es que el fuego mediático a discreción no se detiene. La ciudadanía de a pie es el blanco. Mil y una maneras de que entendamos que ese producto es lo que necesitamos. Y cuando digo producto puede ser todo lo imaginable: personas, objetos, ilusiones, emoción, experiencia. Todo es susceptible de pasar por el filtro del impacto mediático.  […]

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