Pulcro

by Julen

Soap bubbles

Obsesivo. O a lo mejor simple rutina. Se frota las manos. Una, dos, tres veces. La espuma va y viene. Otra vez. La cabeza en otro lado. El gesto siempre el mismo. La pastilla de jabón que merma y muere cada semana. El agua bien fría. De nuevo, como ayer, como mañana. Lejos de allí. Pero sigue frotando mano contra mano.

Es el trabajo. No hay elección. Esclavo de sus obligaciones. Terminado el trabajo y a la espera de que nuevo le llamen. Entonces comenzará el ritual de nuevo. Al comenzar. Al terminar. Un escrúpulo ganado a pulso. No puede haber contaminación posible.

Sí, de obsesión mutó en automatismo. Sería capaz sin que mediara un cerebro. Él se evade y las manos toman posesión del lavabo. Al margen de lo que su dueño diga, haga o piense. Las manos conducen la operación. Las manos se despegan del resto del cuerpo. Las manos, su herramienta.

Termina el trabajo. Las gotas de sudor desaparecen. La tensión se relaja. Las manos vacías, cuelgan tranquilas. La camilla. Se apagan los focos del techo. Fuera el jabón espera tranquilo. Sus manos llegarán enseguida.

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