Confusas, paradójicas. En sí mismas, únicas. Incapaces de explicarse. Por detrás torrentes de posibles razones. Pero nada cierto. Porque de repente todo estalla. Sin aparente control. Ellas acuden. Los ojos vidriosos. Y resbalan, vaya si resbalan.
Asomaban tímidas. Asomaban curiosas. Reventarían diques. Para qué aguantar si la batalla estaba perdida. El efecto contagio haría el resto. Unas detrás de otras, unidas por vasos comunicantes. Lágrimas de felicidad, lágrimas de tristeza.
Imposible disimular. Imposible de cualquier manera. Imposible. La mirada perdida. En silencio, lágrimas.