Otoño precoz

by Julen

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Seguramente que hoy 4 de septiembre veré el otoño llegar. Son las hojas de los árboles. Desde el año pasado una referencia muy evidente. Empujando una silla de ruedas todo pasa más despacio. Me gusta caminar sin prisa alguna. Dejar que un paso siga al otro en una secuencia que necesita su tiempo. Las ruedas. La silla. Mis pasos. Los árboles. Sus hojas están cambiando de color.

El otoño juega primero con los castaños de indias. Ellos son los primeros de la fila. Esperan con paciencia y, cómo no, también se dan su tiempo para ir mudando colores. Matices. Desde aquel verde que comenzó meses atrás. Un verde que cambia de tono. Inicia su migración anual. Hacia final de sobra sabido. Hacia un final donde caen las hojas.

Los bancos del parque son las atalayas desde las que observar el proceso. Semana a semana la mutación avanza. El suelo presta su espacio para alfombrar de hojas el paseo. Y caen también los frutos del castaño de indias, escondidos en sus corazas. Bajo el árbol, las señales son evidentes. Llega el otoño. Colores, hojas por los suelos, castañas desperdigadas aquí y allá.

Las estaciones se diluyen con el supuesto progreso social. Las ciudades inteligentes se tragan los matices. Juegan en otra liga, la del impacto económico, la del impacto medioambiental. La liga del impacto. Juegan en la liga de las consecuencias. Todo en función de. Todo necesita una argumentación. Mientras, las hojas se divierten a disfrazarse de colores rojizos, marrones y ocres. Sí, se divierten camino de su propio funeral.

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