Mis rutinas de trabajo (III)

by Julen

Ocio: Routinary Stuffs
No hay dos sin tres. Llegamos al último post de esta serie en la que compartimos hábitos de trabajo. En los dos anteriores hemos madrugado para explicar cómo la jornada comienza a las cinco de la mañana y cómo las tardes parecen relajar la exigencia. No siempre, pero más o menos la pauta es así. Vamos a terminar con las últimas horas del día y con algunas otras reflexiones de carácter más general.

Amalio preguntaba por las horas de sueño. Lo más habitual es que sean entre seis y siete al día. En casa somos muy del Gran Wyoming (bueno en realidad más de Dani Mateo) y nos gusta ver El Intermedio. Vale, pero casi siempre lo hacemos solo hasta el intermedio, valga la redundancia. Eso quiere decir que más o menos a las diez de la noche estamos en la cama. No es hora exacta pero por ahí le anda. Y yo soy de esa tipo de gente que dormir, lo que se dice dormir, en general lo hago como un lirón. Ah, y de vez en cuando somos capaces de irnos al sobre antes de las diez. Como los niños. Pues eso.

Según épocas, leo más o menos en la cama. Nada de libro de ensayo. Antes de dormir apetece novela (negra casi siempre, una pequeña pasión que me pegó hace ya muchos años Boquitas Pintadas). Eso sí, con estas lecturas tengo un pequeño problema: como me enganche el libro, soy capaz de fundirme 500 páginas en dos o tres días. Digo que es un pequeño problema porque el libro me roba tiempo y me cuesta dejarlo a un lado. Y de vez en cuando soy capaz de aguantar leyendo de seguido hasta las doce o la una. Luego levantarse a las cinco cuesta más, claro.

Lo de trasnochar, lo siento, no va conmigo. Mi vida de crápula me la fundí a los 25 años. Para entonces creo que había usado todas las fichas de noctámbulo y juergón que me tocaban en esta vida. Progresivamente el cuerpo me ha ido colocando en mi sitio. Hoy ni bebo alcohol ni fumo. Ya, un muermo para salir de fiesta. Qué le vamos a hacer. Esto no obvia para que una vez cada no sé cuánto tiempo echemos una cana al aire. El voto del convento no es tan estricto.

Y para terminar, estoy pensando que no he hablado nada de otros detalles de mi rutina a la hora de trabajar. Por ejemplo:

  • no suelo escuchar música mientras trabajo, aunque por épocas me engancho a determinada banda o a un estilo (es algo que sucede, sin más, y casi siempre música indie)
  • cuando me canso paso a trabajos repetitivos y esto me relaja bastante (dentro de este concepto entran búsquedas por Internet de ciertos temas)
  • necesito aplicar 5S de vez en cuando en mi entorno de trabajo porque cada vez soporto peor el desorden (más que el desorden quizá la cantidad)
  • en general, de todas las interrupciones que me asaltan, a las que más caso hago es al correo electrónico (contesto bastante según llega siempre que no esté enfrascado en una megatarea)
  • cualquier cosa que tenga que hacer va al cuaderno de tareas, sea lo que sea, desde reparar la mampara de la ducha hasta aprender lo básico de Atlas.ti
  • me relaja mirar de vez en cuando cosas relacionadas con la bici y especialmente con rutas en bici (es una especie de píldora desestresante)
  • llevo a la agenda todo, tanto asuntos de trabajo como personales y planifico con mucha antelación (es muy habitual que tenga actividades programadas para dentro de dos o tres meses, sobre todo viajes o temas personales)
  • procuro mantener a raya a Facebook, Twitter, Linkedin e Instagram, lo que quiere decir que no pasa nada si no lo miro en unas cuantas horas (aunque eso sí, todos los días paso varias veces por caja)

Bueno, pues hasta aquí esta serie de posts. Quizá más adelante me centre en algunas rutinas específicas: cómo gestiono el correo electrónico, cómo gestiono y organizo la información de los proyectos, cómo organizo las fuentes de información (por ejemplo, las relacionadas con la documentación de la tesis doctoral) o cómo priorizo las tareas de la lista. Ya veremos. Rutinas, hábitos, una manera de hacer las cosas que, supongo, dice bastante de la persona que cada cual somos, ¿no? Nos leemos 😉

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6 comentarios

Pedro Jiménez Álvarez 12/09/2016 - 08:53

Gracias Julen! Es muy útil leerte en modo «yo podría ser así» pero estoy con Amalio es difícil hacerlo desde la crianza y la familia.

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Julen 13/09/2016 - 06:33

Cada cual andamos en nuestro propio ciclo vital y eso «manda» sobre la forma en que podemos trabajar. No hay más, cuestión de disfrutar de los diferentes momentos por los que vamos pasando. Me alegra verte por aquí, Pedro 🙂

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Juan Carlos 12/09/2016 - 14:19

que papel juega la música en tus rutinas, la incorporas como algo planificado, o simplemente la introduces de manera esporádica en tus rutinas??

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Julen 14/09/2016 - 06:26

No suelo escuchar música mientras trabajo, aunque por temporadas, cuando he descubierto algo que me gusta, sí que «me machaco» (diría que con un grado importante de repetición) con esa música. Pero no soy de los que uso «activamente» la música para trabajar.

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Manuela 13/09/2016 - 09:39

Siguiendo siguiendo una de mis rutinas mañaneras mientras me tomo el café -leer a JM Bolívar- he llegado a tu blog.
He disfrutado leyendo de un tirón tus rutinas de trabajo, por lo cálido que escribes y también, supongo, porque me he reconocido en un montón de ellas: madrugar (no tanto cómo tú eh!), todo planificado, el cuaderno, la novela nocturna, el cada vez menos..
Como a tí, también me hacen feliz y me dan seguridad mis rutinas.
Gracias Julen! Ha sido muy agradable leerte y te lo quería agradecer.

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Julen 13/09/2016 - 17:07

Muchas gracias, Manuela. Ya sabes que esto de las rutinas, tantas como humanos habitamos el planeta 🙂

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