20- Arouca-Oporto #TransIberiaMTB

by Julen

Puentes sobre el Duero en Oporto

Esto se acaba. No tenía claro, tanto por temas familiares como por la ruta en sí, que fuera a terminar estos 1.500 kilómetros que cruzan la península de este a oeste, desde Sagunto hasta Oporto. Quizá es la ruta más exigente que he realizado en cuanto a lo físico aunque siempre digo que la dureza muchas veces depende de cómo lo afrontamos: distancias medias diarias, desniveles, estado de los caminos y también lo que cada cual quiera apretar. Pues ya está. Veinte días después estoy en Oporto, mirando al Océano Atlántico, ese mar en el que un día el mundo se acababa. Para quienes lo veían de este lado, claro.

Arouca me dejó una tarde apacible sentado un buen rato en una terraza de la plaza, en la que había instalado un pequeño escenario, frente al tremendo edificio del Monasterio de Santa María. Se agradecía la sombra porque el calor apretaba, como en general lo ha hecho en casi todas las etapas. A excepción de cuatro gotas de auténtico «barro» que cayeron el día que acabamos en Hontanares, nada de nada. El monte está reseco, con una capa de polvo que se ha consumido al completo el bote de aceite que traje. No sé las veces que he engrasado la cadena. Para el viaje el hecho de que no haya llovido ha aportado cierta comodidad, pero el riesgo de incendio es extremo en estas condiciones. No hay duda de eso.

Aporto un poco más de información sobre las gestiones para el viaje de vuelta. Venan, un buen amigo, me comentó una gestión paralela que había hecho con atención al cliente de ALSA. Increíble. A mí vía twitter me dicen que no puedo transportar la bici en el autobús y a él le acaban diciendo que sí a un precio de 15 euros. Para hacérselo mirar, señores de ALSA. Qué forma más tonta de perder un cliente. Eso sí, impresionante que ese billete de autobús y bici ¡no se pueda comprar por Internet ni por teléfono! Como lo oís. A Venan le dicen que sólo está disponible en taquilla. Ya os digo, creo que es el progreso. En fin, sucedidos que te acaban por arrancar una sonrisa. Serán capullos estos de ALSA. Ale, vamos a lo nuestro que es dar pedales y sonreír.

Aunque pudiera parecer etapa sencilla porque llegamos a territorio urbano y nos pegamos al Duero en sus kilómetros finales, la primera parte sigue siendo representativa de esta ruta. Algunas cuestas al estilo imposible sobre el sillín y otras en plan cueña les cabres (mira en Internet de qué hablo). Sí, sí, se sigue sudando. Y alguna que otra bajadita que el que suscribe prefiere asegurar con pie a tierra.

Eucalipto y algo de pino. La industria manda y necesita árboles que se adapten bien a los ritmos acelerados de la moderna eficiencia. El pino ni tan mal pero el eucalipto deja un monte feo (para mi gusto) y lleno de pistas que aparecen y desaparecen al ritmo de las talas. La salida de Arouca, que pasa por bosques de eucalipto, es de hacérsela mirar. Joder, qué cuestas nada más empezar. Para que te vayas enterando si pensabas que la última etapa era en plan Verano Azul. A sudar como un condenado.

Por otra parte, estos montes tan explotados son una auténtica maraña de pistas. Las hay de todas clases. Algunas de las que he recorrido corren el riesgo de quedar cerradas por la maleza. Si no tienen uso pasarán a mejor gloria. En fin, una primera parte en la que no creo que haya cien metros llanos. O para arriba o para abajo. Y no pienses que la segunda opción te relajará.

Ha habido un momento que he equivocado el track y he acabado en Seixo, una aldea con unos perros bien majos (modo ironía ON). Se ha enterado todo cristo que un tipo en bici andaba medio perdido. ¡Qué ladridos!, ¡qué babeos!, ¡que dentaduras! Ale, os coméis al siguiente que se equivoque. Me repito, ¿verdad? Pero es que se las trae el tema de estos «animales domésticos».

En Pessegueiro me he tomado el primer avituallamiento líquido con unos lugareños que hablaban de ¡futebol! Pero no de asuntos de Portugal. No, no, allí la conversación era Barcelona-Madrid. Vaya sorpresa. Eso sí, todo hombres, que estas cosas son como son. Vaya gritos. Supongo que eran en son de paz.

A la salida de este pueblo una bajada muy pronunciada (ya no sé qué adjetivos usar para estas pendientes) me deja en un tramo muy bonito de sendero junto a un río. Claro que este tramo, que tampoco es que fuera llano porque tenía sus toboganes, acaba con otro cuestón de la Virgen bendita. Y así parecía que se acababa la fiesta porque enseguida llegábamos al Duero. Pero no, tras un largo y entretenido descenso, ¡zas! Otra cuesta,  ¡rediossss! ¿Nunca va a acabar?

Por fin, primer avistamiento del Duero al pasar por encima de una autopista. Y llegamos al puente que nos cruza a la margen derecha del Río, que no abandonaremos hasta llegar al fin de la ruta en Foz de Douro frente al Atlántico. Antes de entrar en la zona centro de Oporto me acerco a la estación de tren de Porto-Campanha para sacar el billete para Vigo. Yo y mi bici. Sin problema. Bueno, tras un buen rato de cola que ha habido que hacer.

De nuevo pegados al río lo seguimos y vamos dejando atrás puente tras puente. Los dos más fotogénicos son sin duda son los que tienen estructuras de metal muy al estilo Torre Eiffel y Puente Colgante de Bizkaia. La zona turística del puerto está a reventar. Vamos, que hay que ir andando con la bici en la mano. Al pil-pil.

Un poco fuera de lugar,  después de esta ruta en general tan solitaria,  seguimos hasta la desembocadura del río para lo que quedan unos cuantos kilómetros y un hermoso viento en contra (que será de culo a la vuelta, mira tú qué bien). El río se abre y ahí está el Océano Atlántico. Me acerco a unas rocas junto a un paseo marítimo. Saco mi botellita de agua del Mediterráneo y la vierto en el Atlántico. Pienso en inmortalizar la escena pero al final se quedará entre esas dos masas de agua y yo. Le digo un par de cosas al Atlántico y me vuelvo.

Ya está. No hay más. ¿Cuántas pedaladas habrán sido? Muchas. En estos siguientes días escribiré algunos recuerdos que me llevo y haré un balance final. Eso es todo, amigos. No sé cómo terminar esta última crónica. Ando un poco bloqueado. Disculpen el lapso. Nos vemos en la siguiente.

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7 comentarios

Alberto 03/08/2016 - 22:17

Enhorabuena, siempre hemos confiado en ti

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Julen 04/08/2016 - 08:28

Ya sabía yo que no había dudas ahí fuera jajaja

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Juan Manuel Muñoz Luque 04/08/2016 - 10:47

Me alegra que hayas conseguido acabar tu reto. Me gusta la foto que abre este último post, con los Puentes de Arrabida (1963 y Luiz I (1886) sobre el Douro. Dices que llegará el momento del balance final y 20 días dan para mucho, no obstante permite un consejo (que Javier suscribe) olvidaté del aceite, ¡pásate a la cera! No conocemos mejor lubricante para la cadena. Ha sido un placer leer tus crónicas de la Transiberia. Agur

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Julen 04/08/2016 - 14:17

Pues sí, ya hemos llegado. Ahora andamos de vuelta para Bilbao. En Bilbao uso cera pero tengo la impresión de que para este tipo de pista con tanto polvo la cera lo «atrae» más que un aceite líquido, ¿no? De todas formas, si viene de Javier, son palabras mayores, jeje. Dale recuerdos.

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Antonio Cristóbal Álvarez Abellán 05/08/2016 - 08:46

Tremenda ruta que te has marcado. Te hemos seguido desde la distancia y ha sido un placer leerte. La gente es del Bilbao, del Madrid o del Barcelona, nosotros desde el sur, somos de Julen.

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Julen 05/08/2016 - 10:56

Jajajaja, muchas gracias por el comentario. Pues ya ves, yo del norte, pero encantado de pedalear por el sur. Un abrazo grande 🙂

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11 Viana do Castelo – Oporto #KostaMTB – Consultoría artesana en red 26/07/2022 - 18:41

[…] En Oporto terminé la TransIberia en 2016, hace ya seis años. Pedaleé desde Sagunto hasta Oporto siguiendo el trazado que Antonio Maíllo diseñó y que publicó también en su libro editado por Desnivel. Esta vez no vengo del este sino del norte. Hago el mismo camino que entonces pero en dirección contraria. Si en aquella ocasión acompañé al Duero hasta su desembocadura, esta vez me sale al paso precisamente donde vierte sus aguas al Océano Atlántico. La sensación en Oporto, la misma de entonces: una marabunta. Coches, gente, bullicio, obras. Un follón. Mañana os cuento más. […]

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