19- San Pedro do Sul-Arouca #TransIberiaMTB

by Julen

Muy agradable la zona balnearia de Sao Pedro do Sul. El aire decadente de los viejos edificios donde desde hace ya muchos años se ofrecían tratamientos termales (hay restos de la era romana) provee de cierto encanto a todo el entorno. Como es habitual, mucha gente mayor con sus cachavas y sus cuerpos doblados ya por los vientos de la edad. Supongo que en busca de algún milagro, al menos temporal, que estire la línea de su edad y la haga algo más soportable. Más mujeres que hombres, más longevas ellas,  creo. En la terraza en la que he pasado una buena hora viendo pasar gente, las señoras de la mesa de al lado repasaban el programa de actos del hotel en el que estaban alojadas. Con sus papeles de los análisis médicos en mano comparaban datos mientras he creído entender que alguna andaba buscando novio… en el baile. Sus artes tendría la mujer, digo yo.

Un poco harto del carácter pantagruélico de mis queridos pratos do dia, elegí una humilde ensalada de queso fresco para cenar. Eso pensé yo. Pero la chica que me atendió me debió de ver pinta de famélico porque me endilgó un plato bien hermoso. Llevaba: lechuga, cebolla, tomate, maíz, manzana, melón, sandía, zanahoria, piña, pepitas de calabaza y el bendito queso fresco. No me metió carne estofada de milagro. Bueno, estaba rica y entraba bien.

De vuelta al hotel me puse a organizar el viaje de vuelta desde Oporto. Sabía que había autobuses de ALSA a Madrid y Salamanca. Esta última era mi opción, con la idea de hacer noche allí y tomármelo con tranquilidad para coger otro autobús el viernes por la mañana ya con destino Bilbao. En la (mierda de) app de ALSA no había manera de hacer la reserva. Decía «completo» y luego «no disponible». Pregunté por Twitter y oh my God, que estos autobuses no admiten bicis. ¡Viva el progreso! ¡Viva ALSA! Así da gusto, todo facilidades para viajar con tu bici. Así que la opción casi definitiva es tren hasta Vigo (supongo que podré llevar la bici) y desde ahí con los amigos de ALSA celebrando el reencuentro, hasta Bilbao. Bueno, espero que no haya contratiempos.

Hoy me he levantado más tarde de lo habitual. El desayuno comenzaba a las siete y media. Como la etapa era muy corta, he pensado que para qué madrugar. Cara de tonto se me ha quedado al ver cómo a las siete y media había ya hordas de turistas arrasando con el buffet. La madre de todas las batallas por ese pedazo de plumcake o ese croissant tan poco francés que se cascan en este país. Así es la vida del (supuesto) hotelazo, llena de entrañables momentos como este del desayuno a granel donde cada cual blande sus armas con toda la fiereza de que es capaz. Veinte minutos y salí por patas de semejante trampa para la vida moderada de un cicloturista de montaña. Con perdón, quién cojones me mandará meterme en estos fregaos.

Total, que entre una cosa y otra he salido pasadas las ocho. Sacrilegio. Suave suave porque lo que estaba por delante era una subida hasta los mil metros de altitud. Unos 900 metros de desnivel. Una fiesta. La primera parte se hace muy llevadera, entre las sombras de pinos y eucaliptos, que ya empiezan a aparecer con cierta asiduidad. Me topo con un enorme camión bloqueando el paso y una cuadrilla cortando troncos. Me hacen un pasadizo en la maleza dando uso a sus motosierras y por ese hueco sigo camino. Y se sale a una carretera olvidada del mundanal ruido. Perfecto, subida tranquila. Solo quedan 600 metros de desnivel hasta la cima.

Pues algo se tuerce. No sé si ha sido salir más tarde y pillar un sol inclemente sin apenas sombras. No sé si me ha entrado una flojera tonta de media hora. No sé qué ha sido. Plato pequeño y como si estuviera ante el Tourmalet. Ángel, me he metido un gel. Estarás orgulloso, ¿no? Con más pena que gloria, parando varias veces cuando veía una sombra, hemos realizado una subida patética. Llego a un cruce y veo por dónde mete el amigo Antonio la ruta. A la derecha dos carteles indican «Aldeia da Pena» y «Portal do Inferno». Joder, qué ánimos. Hoy no puedo subir por el cresterío y pelearme con las sendas técnicas. Hoy no. Hoy no.

Miro mapas y veo que la ruta va jugando con estas carreteras de a coche la media hora. Voy a seguirlas y ya veremos. Sí, el agua casi se acaba. Y eso que llevaba dosis extra. Joder con la subida. A estas alturas no me debería pasar. Llevaré más de 25.000 metros de desnivel acumulado desde que salí del Puerto de Sagunto. Un puertecillo como este no se me debería atragantar. En fin, es lo que hay.

Por fin llegó a Coelheira, ya pasada la cima y en bajada. Me encuentro con un par de niñas que hablan en francés. Les pregunto por la fuente. Me miran riéndose. Joder, si está ahí enfrente. Se me debe nublar la vista. Eso sí, apoteósico el chorro de agua fresca. Tengo que rebuscar adjetivos para describirla. La hostia bendita, con perdón. Allí chapurreo castellano, francés y portugués con las dos niñas. Ya tienen para contarle a la abuela. Un ciclista turulato que decía que venía del Mediterráneo. Niñas, tened cuidado de con quién habláis.

Continúa la carretera y me encuentro con un camión cargado de arena que baja a dos por hora una cuesta tremenda. Yo me la como en subida, faltaría más. Desde arriba creo ver humo que sale de un barranco. Luego me cruzo con dos camiones de bomberos. No parecía mucho. Eso espero.

Arriba los aerogeneradores mandan. Proporcionan otro perfil a estos montes pelados. Cuando pasas a su lado, como esa mierdecilla que eres en bici, el ruido de las aspas en movimiento sobrecoge. La sombra que proyectan va cortando tu camino. Vaya nuevos monstruos del progreso. Portugal, además de empedrado está aerogenerado.

Y así ha sido cómo una minietapa ha tenido una primera parte que casi me funde. Nada de ocho horas sobre la bici o 2.500 metros de desnivel acumulado. Nada de eso. Ni cuatro horitas y una carretera olvidada que sube por montes pelados de vistas amplísimas. Escribo esto desde la sombra de una terraza y no acabo de encontrarle explicación. A lo mejor es que la ruta me queda grande y estoy pagando el peaje de la distancia y el desnivel. No queda nada. Una etapa y llegamos al Atlántico. Quizá lleguemos con las fuerzas un poco justas.

Mañana más. Mañana el último suspiro. Y luego ya habrá tiempo de hacer balance.

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7 comentarios

Alberto 02/08/2016 - 17:41

Andas fatal pero ya estás ahí, un empujón y a vaciar el frasquito (porque seguro que es pequeño) con ese agua que ha hecho tantos kms y desniveles como tú. Ya casi…..conseguido Miranda !!!!!

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Julen 02/08/2016 - 17:47

Hoy ha sido una cosa rara, creo que la subida a pleno sol. No sé. En fin, mañana la última jeje

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Ángel 02/08/2016 - 22:55

Ese gel ha viajado más que yo, casi llega a Oporto. Yo, dos semanas después, todavía no he montado en bici, mañana haré una nocturna para probar.
Una conclusión clarísima del viaje será: descartar rutas con denominación de origen bombero

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Julen 02/08/2016 - 23:05

Joder, pues ha sido cosa seria. Menos mal que decidiste parar y no forzar más. A ver qué tal le sienta la alevosía y oscuridad 😉

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18- Mangualde-San Pedro do Sul #TransIberiaMTB | Consultoría artesana en red 05/08/2016 - 17:19

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20- Arouca-Oporto #TransIberiaMTB | Consultoría artesana en red 05/08/2016 - 17:20

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Territorio y bicicleta: la experiencia del press trip en Vouzela – Consultoría artesana en red 18/10/2023 - 10:20

[…] detalle que me ha hecho especial ilusión ha sido volver a São Pedro do Sul y a Arouca, lugares en los que pernocté allá por 2016, cuando hice la ruta desde Sagunto hasta Oporto, […]

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