18- Mangualde-San Pedro do Sul #TransIberiaMTB

by Julen

Por el Canal de los Españoles

Otra vez caí preso de un estado semicomatoso nada más llegar al hotel. Me costó escribir el post. Bueno, de hecho salió en dos tandas, pre y post siesta. El teclado bailaba y las letras se movían, no hubo forma de contener semejante incitación al sopor. Oía a lo lejos a unos niños chillando en una piscina y con ellos me dormí. Los sueños, sueños son, porque las tonterías oníricas que fueron pasando una detrás de otra se las traían.

Desgraciadamente parece que el incendio que vi ayer ha adquirido proporciones considerables. Vaya lacra. Creo que en ninguna otra ruta (y mira que he hecho kilómetros) había visto tanto terreno quemado como aquí. No sé las razones en concreto. Ahora desde luego el monte está extraordinariamente seco y no está nada limpio. Si hiciera viento, que de momento no me lo he topado, tendríamos la tormenta perfecta. Por lo que visto en las noticias se ha producido en Sameiro (Manteigas), al oeste de por donde transcurre la Transiberia.

Mangualde es un pueblo hermoso. En todo el municipio viven más de 20.000 habitantes de los que la fegresía principal en la que está el hotel se lleva 9.000. Hasta tiene dos centros comerciales, no os digo más. Bueno, dos centros comerciales, pero entre capillas e iglesias ganan de largo. Muy bonita me ha parecido la Igreja da Misericórdia, construida en el siglo XVIII, que lucía una torre al margen del edificio principal con una balconada asomada a un patio con dos esbeltas palmeras. La zona que rodea a la iglesia es muy agradable con jardines muy bien arreglados y las típicas casas de inconfundibles paredes de granito. Me acerqué también al centro pero un domingo por la tarde no es ninguna fiesta en un pueblo de estos.

A las seis y cuarto tenía para mí todo un buffet para desayunar. Ha habido que contenerse pero ya ha caído en la saca lo suyo. A esa hora el mismo señor que me atendió al llegar a primera hora de la tarde. No he visto a nadie más en recepción. ¿Vivirá aquí? El hotel tiene un aire familiar inconfundible y se ve que en su tiempo debió tener su clase. Las habitaciones son grandes, con ventanales amplios y han tenido el detalle de dejar un botellín de agua y tres piezas de fruta a mi llegada. Muy majos. Hablo del Estalagem Cruz da Mata, que queda algo a las afueras del pueblo a veinte minutos andando.

Como la ruta salía hacia por el oeste haciendo un buen rodeo he visto que podía atajar por carretera desde el hotel y retomar la ruta a los diez kilómetros. Pues encantado de la vida. Ehhhh, ¿qué pasa aquí?, ¿por qué no veo la etapa de hoy en el GPS? Apago y enciendo. Nada. Otra vez. Jooooder, pues que el GPS, no me digáis por qué, no está leyendo la etapa de hoy y en su lugar me coloca dos enormes rectas con un único punto de giro a mitad de recorrido entre Mangualde y Sao Pedro do Sul, el fin de la jornada. Ya me está tocando las pel.. el chisme este. Tengo que decidir qué hago.

Llevo el track cargado también en el móvil pero no tengo soporte para llevarlo en el manillar y aunque tengo cargados offline los mapas de Google de la zona y tengo los textos del libro de ruta, no me fío demasiado. Me decanto por la opción salomónica: haré tramos de carretera más o menos siguiendo la ruta (con algunos tramos que coincidirán exactamente) y lo que sí intentaré recorrer es el Canal de los Españoles. Así le pongo al día a Antonio Maíllo, el sheriff de este invento llamado Transiberia.

Menudo jaleo de carreteras. La mayor parte de las veces no sé para dónde voy. Pero bueno, más o menos vamos hacia delante. Me parecía curioso eso de rodear un aeródromo. Algo, por cierto, que también pasa en la Transandalus, con su punto surrealista allá cerca de Jayena. Sí, sí, busca Jayena (Granada, si no recuerdo mal) en el mapa. Como toda gran urbe,  con su aeródromo. Miro en el móvil el track y encuentro fácil la pista que lleva allí. Y efectivamente, a un lado un precioso bosquecillo de roble y al otro lado la pista con su verja alambrada. Una pena, no parece hora punta. Vamos, que no hay nada de nada, ni un triste dron que llevarte al cielo.

Seguimos a veces por la ruta original y a veces por sus alrededores. Así llegamos a Lustosa, de donde se baja al canal del que hay que reportar estado a Antonio. Primero se baja por el típico empedrado portugués, luego por pista a veces mejor y a veces peor. Y al final, baja que te baja, ¡zas! Aparece el canal, con su punto mágico. Puesssss no pinta nada mal. Ejem…

Monto y pedaleo feliz por un primer tramo. Miles de mosquitas igual de contentas que yo me acompañan. Pero digo miles. Bueno, vale, cientos. Las saludo, nos encariñamos, se ve que les gusto. Cómo se te pegan, cómo se te posan, qué suave zumbido, qué locura.

El camino para mí  y mi torpeza ha sido ciclable a un 30%. Pero no dudo que para otros será el 70%. A veces se hace muy estrecho y me entra canguelo de caer al barranco de la derecha. A veces es tal la cantidad de maleza que no hay forma de pedalear. A veces hay que insultar a la mosquitería. ¿Y qué tal andando? La parte buena: es llano. La parte menos buena: tengo las piernas de las rodillas para abajo con más arañazos que los que tendría Ángel Cristo. Porque andar supone caer en la cuenta de que la maleza que crece a ras de suelo es en buena parte zarza. Zarza con sus correspondientes pinchos. Zarza zarza y más zarza. Al salir a la carretera que baja para cruzar el río no veáis qué alegría de escozor con el viento. Ay, ay, ay y encima lo hacemos porque queremos. Ahí está la gracia.

Tocaba un falso llano a la salida del puente y luego unos toboganes mayormente en subida. Hemos cogido agua de la enésima fuente sin control sanitario (toco madera, pero de momento sin visos de pirrilera en todo el viaje) porque las de la red «oficial» solo sirven si necesitas agua para una infusión. Y bajada final hacia Sao Pedro do Sul y sus termas. Ya hemos comido: el tercer prato do dia desde que piso Portugal junto a unas hordas de jubilados en un restaurante de la zona termal. Tremendos los ancianitos. Lo más parecido a una marabunta cuando se juntan a comer.

¿El hotel? Lo típico de un cuatro estrellas. Aquí esperando porque aunque el check-in se podía hacer a las tres de la tarde, todavía no tienen preparada la habitación. Que sólo será media hora. ¿Algún detalle mientras espero aquí todo sudado? No. ¿Posibilidad de desayunar antes de las 7:30, hora oficial del hotel? No. ¿Pago por adelantado? Sí, ya he pagado la habitación, me la han cobrado al llegar. Lo típico de un cuatro estrellas con spa y el copón bendito. Lujo asiático. Ya veis.

Ale, os dejo, que voy a ver si meto caña en recepción. Estoy sudando aquí más que con las cuestas y mis queridos insectos voladores.

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2 comentarios

19- San Pedro do Sul-Arouca #TransIberiaMTB | Consultoría artesana en red 05/08/2016 - 17:19

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Otra vez #Portugal en bici: esta vez 4 días en torno a #Vouzela – Consultoría artesana en red 13/10/2023 - 05:31

[…] por un 2016, un día 1 de agosto, terminaba mi etapa de la TransIberia en São Pedro do Sul. Dos días después finalizaba en Oporto una fantástica travesía que había comenzado en el […]

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