11- Robledo de Chavela-Burgohondo #TransIberiaMTB

Entre otras cosas, la tarde de ayer sirvió para limpiar la bici y engrasar un poco la cadena porque el polvo hace estragos. En la gasolinera del pueblo estuve charlando con el chaval que la atendía. Me dijo que su padre era adicto a la bici de montaña pero no aquí sino en Noja, en Cantabria,  donde tenían una casa a la que iban en cuanto podían. Le conté al chaval el plan de cruzar la península de este a oeste por el monte y me dijo: joder, vasco tenías que ser. Según parece arrastramos fama jeje. 

Robledo de Chavela estaba casi desierta como es lógico en una tarde de domingo de verano y a 34 grados. Bueno, unos cuantos chicos desafiaban al calor con sus patinetes y sus skates haciendo cabriolas sin mucha convicción, la verdad. Hasta las 8 no volvieron a abrir la mayoría de las terrazas, aunque alguna que otra aguantó el tipo todo el tiempo.

Por cierto, el cuerpo anda algo maltrecho, como no podía ser de otra forma. En Tamajón, ya lo conté, había mosquitos. Con el tiempo he ido descubriendo unos 20 picotazos, que se van turnando a la hora de molestar. Los más insidiosos, tres que hay en la espalda. Paciencia. Por otro lado el golpe de la mañana de ayer con una piedra me ha dejado el gemelo izquierdo dolorido. Pero, claro, si a estas alturas no duele nada, malo.

Mala experiencia en el hotel en Robledo de Chavela, con un calor tremendo y sin aire acondicionado a pesar de que lo prometían en su publicidad. Ni un triste ventilador que llevarse a la cara, nada. La única opción era abrir las ventanas más allá de las diez de la noche y escuchar a la gente de la calle, especialmente gritona (quizá fuera mi sensibilidad un tanto desatada). En fin, el hotel me entró por mal ojo a partir de que me hicieron dejar fuera la bici candada en la terraza del bar.

La ruta sale por el Camino de la ermita de Navahonda con algunos pasos complicadillos en subida y en bajada, pero en general muy bonito. El entorno de la ermita está bien cuidado con una especie de merenderos supongo que para alguna romería. Se sigue por terreno adehesado con el típico camino de muros de piedra a ambos lados. Y ¡zas! Toma radar gigante de la NASA. Radar no, radares. Tremendo el tamaño de estos artefactos. Si Don Quijote vio gigantes en vez de molinos yo he visto radares inmensos.

Anda que la cuestita de 200 metros de desnivel que ha venido a continuación se las traía. Por más que lo he intentado, en un tramo ha habido que echar pie a tierra. Joder, qué desnivel tan bestial. Pero todo lo que se sube se baja. Tras unos cuantos toboganes, el bajadón del día hasta dar con un proyecto de vía de tren que nunca fue y que ha dejado un tranquilo paseo con una constante mínima pendiente hasta San Martín de Valdeiglesias. Allí primera parada de avituallamiento.

El terreno antes y después de San Martín está muy explotado. Huertas y árboles junto a alguna que otra cochambre dan fe del paso de la mano del hombre. Por caminos menos transitados se llega a Tiemblo, incluyendo un pequeño tramo compartido con el Camino de Santiago. El calor aprieta y mucho (el termómetro ha marcado 41 de máxima). Me como un par de plátanos, meto líquidos y seguimos hacia el embalse de Burguillo junto al que se pedalea un buen trecho, primero por una pista cómoda y luego por un caminito estrecho entre árboles y piedras antes de llegar a Navaluenga. ¡Cómo estaban sus piscinas naturales sobre el Alberche! A reventar de gente.

Solo quedan ocho kilómetros hasta mi fin de etapa en Burgohondo. Una carretera sin apenas tráfico me acerca hasta el pueblo. Lo cruzo entero para llegar hasta la Posada Real El Linar del Zaire. Había leído que ocupaba el edificio de unas antiguas escuelas que fueron construidas por suscripción popular a mediados del siglo pasado. Crowdfunding que se dice hoy en día.

Entro y me atiende un señor que ¡conoce al gerente de Orbea! Pequeño el mundo y las conexiones que se establecen. Mañana más crónica sobre esta posada y su historia. Llega otra etapa dura. Aunque al haberme acercado hasta Burgohondo me permitirá robarle algunos kilómetros. A ver qué tal.

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