Lo pregunto porque me temo que alguien va a tener que hablar seriamente de empleo, competencias y cosas de esas. Esto puede acabar mal. Si la industria 4.0 entra como elefante en cacharrería y arremete, como tantos otros supuestos progresos, contra el empleo, auguro más y más conflicto social. Frente a las promesas de ultraeficiencia asociadas a la fusión de lo digital y lo físico, la cruda realidad es que van a hacer falta menos empleos. Sí, surgirán nuevos. Pero menos. Los datos son lo que son.
¿Qué rol queda ahora para quienes asumen la función de gestión de personas o como lo quieran llamar ahora? ¿Van a ser solo quienes tendrán que dar la cara ante la que se avecina? ¿O pueden tomar un rol proactivo y buscar con imaginación alternativas? Pero, ¿de verdad las hay? El jefe de los jefes ya ha dicho que el empleo fijo murió. DEP. ¿Cómo encarar el nuevo vínculo de las empresas con las personas? ¿Cabe hablar de «vínculo»?
¿Es posible que Recursos Humanos se dedique, junto al equipo directivo de convencidos por la causa, a vender lo del proyecto compartido, los valores, la misión y la visión? Pero, ¿de qué hablamos? Si no hay futuro más allá de lo que la cuenta de resultados aguante mes a mes. Entonces, ¿qué vendemos?, ¿qué ilusión?, ¿qué cosa que merezca la pena? ¿Es solo cuestión de aceptar las nuevas reglas del juego y pensar que también los jefes peligran porque pueden ser suplantados por robots que hacen mejor analítica y la hacen más fríamente?
Creo que estamos ante una encrucijada importante, de recuperar un poco de confianza entre las partes o de romper amarras y allá cada cual con lo que pueda ofrecer. Las personas puede que definitivamente no se fíen de ningún ente llamado empresa porque las reglas de la competitividad moderna asumen que primero es aquello del valor para el accionista. Dinero, joder, hablamos de dinero. Mira que gusta dorar la píldora.
Convendría que en torno a la industria 4.0 hubiera una línea desde ya para hablar de personas. Sí, de seres humanos. Vale que hay robótica colaborativa, fabricación aditiva, sistemas ciberfísicos y lo que queráis. Pero tiene que haber personas. Si se pierde este tren, las consecuencias pueden ser letales para la confianza mutua. ¿Dónde están todos esos departamentos llenos de coaching, desarrollo directivo, competencias en este asunto de la industria 4.0? Por favor, nunca como ahora hacen tanta falta. Los daños colaterales de la ultraeficiencia se van a medir en miserias humanas. Espero que estemos a tiempo de frenar la caída en picado.
Ah…y no me vale eso de que hacen falta nuevas competencias y que la gente no está preparada bla bla bla. Hay que mirar más alto y repensar vínculos. No creo que convenga hablar de personas como robots que necesitan prestaciones adicionales. No, no me vale esa eterna canción. No hablamos de mejores robots para las nuevas fábricas. Hablamos de seres humanos. No solo de aptitudes y cualificación.
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[…] Lo pregunto porque me temo que alguien va a tener que hablar seriamente de empleo, competencias y cosas de esas. Esto puede acabar mal. Si la industria 4.0 entra como elefante en cacharrería y arremete, como tantos otros supuestos progresos, contra el empleo, auguro más y más conflicto social. Frente a las promesas de ultraeficiencia asociadas a la fusión de lo digital y lo físico, la cruda realidad es que van a hacer falta menos empleos. Sí, surgirán nuevos. Pero menos. Los datos son lo que son. […]