La ley de Linus y los papeles de Panamá, tarde y mal

by Julen

Panama PapersLos medios en cuestión nos lo venden como un gran logro: los papeles de Panamá ahora al acceso de toda la ciudadanía. Transparencia, un estupendo ejemplo. Nadie va a poder quedar impune porque los miles y miles ojos de la ciudadanía lo van a pillar. Da igual que sea el panadero de la esquina, la jefa de la agencia de viajes de enfrente o el vecino del segunda izquierda. La ley de Linus despliega su artillería, el panóptico de Bentham contra defraudadores y delincuentes de guante blanco o lo que sean: «dado un número suficientemente elevado de ojos, todos los errores se vuelven obvios». Esta es la web: https://panamapapers.icij.org.

Está bien. Sí, así mejor. Que todos podamos echar un vistazo. Hace unos días escribía en el blog del doctorado sobre la ley de Linus aplicada al sector de la bicicleta de montaña. Ahora el caso es mucho más serio y compromete a toda la ciudadanía: niñas y niños, todos juntos a la vez, dirijan su mirada hacia los papeles de Panamá. Algo encontrarán. ¿Migajas? Si no jugáis nunca sabréis el premio que os puede tocar, tontos.

Antes, claro, fue el ejército mediático el que desplegó sus armas. El objetivo: ante todo audiencia, que las cosas están como están. Y si el público, que siempre tiene la razón, no compra, no hay más papeles que valgan. Así que debidamente guionizada, con una tensión dramática como Dios manda, iban saliendo nombres. Cada informativo necesitaba su pieza. El mago los seguía sacando de la chistera. Y nosotros, como público bien enseñado, aplaudíamos. Christian Salmon tiene madera para escribir más libros.

Ahora nos piden otra función. Tenemos que hurgar en los papeles porque todavía pueden salir chispas. Y como somos un ingente batallón de gente ociosa y con curiosidad, allá vamos. Que tiemble toda esa mala gente, no podrán ocultarse en ningún lugar. Los vamos a cazar.

Ya, que siempre ando pensando mal. Puede que tengas razón. Pero este circo en el que no sabe si somos payasos o equilibristas no me convence. Primero el juguete de los medios para hacer su trabajo: sacar información provecho de la información porque el mercado manda. Luego, transcurrido un cierto tiempo, llega lo políticamente correcto envuelto en papel de celofán: que la ley de Linus comience el trabajo sucio. Y allá vamos. El cuarto poder juega y gana. ¿O no es poder con lo que juegan?

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