Empleo y progreso en la 29 edición de la Bienal de Máquina Herramienta

by Julen

Cuando el lehendakari Urkullu accedía ayer al recinto del Bilbao Exhibition Centre sabía que a la entrada la cosa pintaba fea: trabajadoras y trabajadores de las plantas de Zumárraga y Sestao de Arcelor Mittal en lucha por mantener sus puestos de trabajo. Pero no solo eran esos los casos, había gente de otras dos empresas protestando. Dentro, 1.533 empresas de 27 países diferentes representadas, un crecimiento del 12% respecto a la edición anterior. Dentro, 1.163 máquinas en exposición. La superficie expositora también crece, lo hace un 5,5%. Dentro, el (supuesto) progreso. Fuera, el signo de los tiempos: capitalismo sin empleo.

Esta edición de la BIEMH dicen que va a ser la mejor desde la crisis. Como no podía ser de otra forma, los análisis de impacto económico lo certifican. «Durante los 6 días de feria, se estima un impacto económico de casi 36 millones de euros, la generación de 1.000 empleos y una aportación a las arcas de 5 millones», dice la noticia de EITB. La hostelería lo notará. Como también lo harán los bares de alterne, por decirlo fino. La tradición es la tradición.

Parece que la feria focaliza en lo 4.0 y otorgará su premio a la innovación fijándose en la manufactura avanzada. Se autodenomina inteligente. Es la tecnología que progresa adecuadamente. Los humanos somos así: capaces de crear esos artefactos impresionantes que hacen mucho mejor que la mayor parte de sus creadores tareas de cada vez mayor complejidad. Robots y cosas así, cosas del futuro que llegan al presente para prometer mejoras radicales de eficiencia. Los de Arcelor, que se enteren. Dentro está el futuro, fuera el pasado. La ría de Bilbao es para la ciudadanía; no para la industria.

Hablábamos en casa este fin de semana de las grandes empresas que conocimos de niños en la margen izquierda de la ría: Babcock Wilcox (la Balco para todo el mundo), General Electric (la General), Altos Hornos de Vizcaya, la cementera de Galindo, los astilleros de Euskalduna. Todo a la mierda. Mi abuelo trabajó a destajo en la Balco. Eso no eran condiciones, eso era inhumano. Menos mal que ahora hemos progresado y ya no se ven esas prácticas. Ahora, los solares y el óxido, la decrepitud y las ruinas industriales. Ya no hay destajo. Menos mal.

Algo hacemos mal. No puede ser que el progreso cabalgue a lomos del capitalismo sin empleo. La globalización ha impuesto el trabajo barato. Los números mandan. El mercado exige. La demanda toma las riendas de la economía. Y entonces, ¡sálvese quien pueda! Ya, que siempre estoy con lo mismo. Que vaya cenizo que estoy hecho, que no soy capaz de ver que la BIEMH es el progreso y que debería estar contento porque esta edición demuestra que las cosas van mejor. Me cuesta verlo con gente a las puertas de la feria, jodida por los daños colaterales del progreso. Hasta me cuesta alegrarme por las putas y sus chulos, que verán cómo su negocio florece estos días.

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12 comentarios

Asier Amezaga 31/05/2016 - 07:17

Resulta inevitable este análisis que haces.
Una vez más nos tenemos que volver a hacernos algunas preguntas ¿a quién beneficia esto de la fabricación avanzada e inteligente? ¿Lo que llamamos reindustrialización, en realidad no será destrucción de empleo?

El domingo salía esta noticia en El País «La automatización pone en riesgo un 12% de empleos en España», de la que rescaté este párrafo «cuánto menor es la interacción entre los empleados, más probable será que el hombre acabe siendo reemplazado». Interactuar también es estar a la puerta de la BIEMH con una pancarta y un megáfono.

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