Demencia senil

by Julen

Un buen día un plato mal cocinado. La cuesta abajo lo es, por muy leve que sea la pendiente. Un olvido, una ausencia, una mirada, un gesto. Difícil de entender. La maraña de conexiones allá en la cabeza se alborota. Imagino un caos circulatorio, un atasco en algún lado. Pero, claro, el desierto avanza. No hay nada que hacer.

O quizá sí. ¿Es otra vida?, ¿es esta vida de otra forma? La lógica cambia de carril y comienza una fiesta de sorpresas. Objetos que cambian de lugar, objetos que mutan la apariencia, personas que dejan de serlo o que adquieren nuevas identidades. Nadie sabe a ciencia cierta cuánto de real, cuánto de imaginado, cuánto de suplantado.

Se miran y no se reconocen. Discuten. Un diálogo de sordas con una apariencia de normalidad. Se defiende el espacio, se grita, se gesticula. O se esconden en un balanceo litúrgico sin fin. Las neuronas reniegan de su trabajo. No quieren más conexiones, es el fin de lo que se conoció como personalidad. Cada cual a su aire, cada cual sin sentido.

Y sin embargo, algo hay que mantiene la rutina. Pautas, repeticiones. Una vez más, como ayer, como mañana. El día de nuevo amanece. Llueve. Hace sol. Se oye el viento. Se ve el cielo azul. Cada una ve lo que quiere por la ventana. El día es lo que quieren que sea. Enseguida comienza la ceremonia. Limpieza, la ropa, la silla de ruedas, el desayuno. Y en algún momento un par de neuronas, quién sabe por qué extraña casualidad, se saludan y una leve sonrisa asoma en el rostro. Hasta pronto.

Waiting

Artículos relacionados

1 comentario

Montse Burgos 15/03/2016 - 10:10

…y no sabes qué es mejor, o casi si, que vuelva el recuerdo, la conciencia o que las dos neuronas se den la espalda y la rutina mande desde la inconsciencia.

Responder

Responder a Montse Burgos Cancelar respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.