Black Friday, lo último en estupidez colectiva

by Julen

Heil ShoppingDígalo en inglés. Da igual que sea con acento murciano, senegalés o de Albacete: Blak Fraidei. ¿Que no sabía de este asunto hasta hace un par de Navidades? No se preocupe, es el mundo, que progresa adecuadamente. Mire, es así de sencillo: se trata de que usted compre. Pero, si todavía no son Navidades. Ay, no sea tiquismiquis. ¿No le gusta aprovechar los chollos? Pues, ale, estimule la economía. ¿N0 ha oído que hay que acabar con la austeridad? A comprar, a comprar. Si es que son como niños, hay que explicarlo todo para que lo entiendan.

La apisonadora del consumo llega cada vez mejor engrasada. Primero, la frase definitiva, aquella que trajeron los listos del Media Markt: Yo no soy tonto. Pues eso. ¿Tú no sabes que llega el momento de gastar para celebrar lo del Niño Jesús, el belén y los regalos de las criaturas? Hay que celebrar, como todo el mundo hace, que la religión católica apostólica y romana sigue vive en nuestros corazones. Al centro comercial o, mejor aún, a la compra online.

Pero si en realidad no necesito nada. ¿Tú eres tonto? ¿Cómo que no necesitas nada? ¿Quieres parecer el rancio de la cuadrilla? Peor aún, ¿un mal ciudadano? Se trata de que la alegría inunde tu cuerpo. Sal a la calle y da saltos de alegría, hazte selfies en la cola de cualquier tienda, sonríe porque por un día más, la gracia está en gastar. Las estadísticas te lo agradecerán. Estamos saliendo de la crisis. Lo dicen tu selfie y tus compras.  Los números están aquí: el Black Friday hace su agosto. Y no le importa el calendario. Eso es solo coyuntural. Habrá más.

Se trata de organizarlo todo alrededor del mayor de los dioses modernos: barato barato. Oiga, barato. Más barato que ayer. ¿Está tonto? ¿No le hemos dicho que si no lo hace ahora luego le costará más caro? Pues entonces. ¿Le queda alguna duda? Se trata de que levante el país a base de gadgets, de ropa o de cualquier otro fundamental sustento de la sociedad moderna. Se trata de que levante el ánimo. Mírese al espejo y dígase a sí mismo: porque yo lo valgo. Y luego, bien simple: compre.

De repente emerge una vieja tradición. El pistoletazo de salida de la Navidad. Adiós al árbol. Pero qué ridículo, encender unas luces o colocar un árbol. Hay que progresar junto al mundo. ¿Americano que mola más? No hace falta leer a Castells para darse cuenta de que nuestras agendas diarias están llenas de lo que quieren que esté. En este caso quieren que estén llenas de visitas a las tiendas. Amazon a tragar humanos visa en mano cual Gargantúa contemporáneo. Una simple reivindicación de cómo la persona humana y otras estupideces colectivas triunfan. Consuma por favor. Y no haga cola. Bueno, un poco sí, que se note que tiene seguidores.

Insisto, no olvide el selfie. Si puede dedicarle unos minutos en el Facebook, el Twitter o el Instagram, mejor. Demuestre que sabe comprar. Para que quede constancia que no, que usted no es tonto. Dios santo, cómo se ocurriría pensarlo.

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62 comentarios

Miguel Ángel 24/11/2015 - 10:40

Cada vez me asombra más la estupidez de la plebe en todos estos asuntos en particular 🙁

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Julen 09/12/2015 - 07:38

Pues prepara su capacidad de asombro, que llega la Navidad 🙂

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Mireia 24/11/2015 - 23:44

Muy bueno!

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David Sánchez 26/11/2015 - 12:39

Bueno, entiendo el cabreo y el modo «cascarrabias» ON 😉

Pero allá cada uno con el pelo que se deje tomar y lo que quiera hacer con su dinero. Muchos comprarán solo por el hecho de las ofertas y no por la necesidad o valor de la compra real. Esos mismos, que en la posible venta de sus productos y servicios se quejan de que constantemente deben bajar los precios. En fin…

Un abrazo

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Julen 09/12/2015 - 07:35

Pues sí, David, lo que me queda todavía de modo cascarrabias ON ahora que llegamos enseguida a la bonita Navidad :-)))

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