Más madera para Facebook

Parece que se han recibido con alborozo general los nuevos botonos de Facebook. Me refiero a esas alternativas al único «Me gusta» que esta red social ha popularizado sobremanera en los últimos tiempos. Ahora, como cuenta en su muro Chris Cox, el jefe de producto de la compañía, han estudiado «qué comentarios y reacciones se expresan más a menudo y de manera más general en Facebook, y trabajamos para diseñar un tipo de experiencia con ellos que resultase elegante y divertida». Qué bonito. Ahora ya puedes satisfacer tus deseos: «me encanta», «me divierte», «me alegra», «me asombra», «me entristece» o «me enfada». La complejidad de las relaciones humanas a tus pies.

Pero vamos con la vuelta al argumento: no es lo que conoces a través de Facebook sino lo que Facebook conoce de ti. Ahora todo va a ser más fácil. Quiero decir que vamos a ser más fácilmente catalogables. Formaremos parte de un segmento u otro porque nosotras lo hemos dicho. Punto pelota. La comunidad pide y Facebook otorga. Todos felices.

Mientras, siguen corriendo los bulos de protegernos de Facebook con declaraciones de que el material que colocamos ahí es nuestro y de nadie más. Sí, sí, pero los derechos de distribución ya se los dimos y hasta les concedimos, por contrato, que nuestros datos personales se fueran a Estados Unidos y se procesaran allí. Menos mal que se abre una puerta a la esperanza debido a un reciente fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea:

La Unión Europea ha lanzado este martes un rotundo mensaje a Estados Unidos en materia de protección de datos. Cualquier Estado miembro podrá a partir de ahora bloquear el envío de datos personales a EE UU, según una sentencia del Tribunal de Justicia de la UE sobre la que no cabe recurso. El fallo, publicado esta mañana,habilita a las agencias nacionales de protección de datos para que frenen las transferencias de datos de ciudadanos europeos a terceros países (incluido EE UU) si consideran que la empresa —o territorio— a la que se destinan no es fiable.

Parece que continúa esta curiosa batalla entre ciudadanía y Facebook. Usamos los servicios de este gigante mientras (casi) todo el mundo es consciente de que no juega limpio. Pero como «todo el mundo» lo usa, nadie se quiere quedar en fuera de juego. La presión social de los pares sigue funcionando. Hacemos lo que los demás hacen. Y por el camino, eso sí, se van produciendo pequeños o grandes daños colaterales.

Nada que objetar. El chiringuito está montado así. Internet es una cosa. Facebook es otra. Pero Facebook para una buena parte de la población, es Internet. En un noventa por ciento. Hagan juego, señores. Hagan juego, señoras. Pero no olviden, la banca siempre gana.