Subsidiariedad y cambio de estatus

by Julen

ChangeAmalio Rey se animó hace poco a escribir sobre su particular visión de lo que está aconteciendo en Cataluña. Desde la distancia, claro está, pero a lo mejor resulta que esa es una de las formas de aportar algo de criterio. Al margen del sentimiento que cada cual albergue respecto a la idea de nación y estado, no cabe duda de que lo que se pone sobre la mesa es la posibilidad de un cambio. Bueno, quizá CAMBIO con mayúsculas. Y a una buena parte del sistema le pone nervioso el asunto.

Soy de los que piensa que las partes deben ser capaces de, hasta donde sea posible, autogestionarse. Subsidiariedad hasta donde sea posible. Sea Cataluña u otra entidad, es sano saber que tienes la capacidad de decidir por tí. Claro que nada es hoy independiente y que los nexos de unión de una parte con el todo siempre van a existir. El aislamiento conduce a la muerte. Pero desde dónde se realiza la conexión es importante. La gente debe sentirse responsable de su devenir.

Sí, tengo claro que deben decidir lo que quieren hacer. Y me parece absolutamente lógico que lo hagan no solo para concretar su responsabilidad -compartida- de destino, sino para que encuentren sus conexiones más lógicas. Los países y sus fronteras van y vienen con la historia. Lo que hoy es, ayer no fue y es seguro que mañana traerá mutaciones en el campo de juego. ¿Por qué tanto ensañamiento en la «unidad» si lo que importan de verdad con los lazos que se establecen con las vecinas y vecinos? Insisto, me parece sano independizarse por cuanto eleva el grado de autorresponsabilidad y, además, conduce a la búsqueda de vínculos en un plano de mayor igualdad.

El poder teme a los cambios. No podía ser de otra forma. Pero con una sociedad muy sensible hoy ante los desmanes de los poderosos, cada vez que estos abren la boca, es una razón más para hacer lo contrario de lo que dicen. Claro que ven el abismo en un cambio de estatus político de Cataluña. Si por ellos fuera, que no cambie nada, que a mí me va bien como está ahora. Lógico.

Por tanto, si es seguro que la geopolítica cambia y países, naciones y estados mudan la piel con los años, ¿para qué tanta obsesión porque no cambie lo que es seguro que va a cambiar? Al final supondrá un mayor desgaste de las partes en conflicto y heridas que tardarán más en curar. Pero curarán. Como ha pasado, pasa y seguirá pasando en la historia de la humanidad. El drama de no querer cambiar es que finalmente habrá cambio pero con mucho mayor sufrimiento.

Suele ser muy habitual vincular a los nacionalismos con intolerancia, desunión, violencia y mil cosas peores. Pero lo cierto es que la identidad cuenta. Porque para después colaborar y que cada parte sume conviene encontrar el punto de partida donde haya corresponsabilidad. Y si las asimetrías son excesivas las contribuciones son más complicadas. El mapa geopolítico de la Europa actual no es el que será. Cuanto más sencillos se realicen los tránsitos, mejor. La Europa de los tiempos recientes ha enseñado la peor de sus caras. Ha mandado las tropas de la austeridad a conquistar sociedades decadentes. Hacen falta cambios. Y uno importante puede provenir de recuperar identidades culturales -complejas y sometidas a la tensión globalizadora- que desde su unicidad se den cuenta de que no queda otra que cooperar con las demás.

Es fácil buscar el cambio de verdad: independencia que conducirá, sí o sí, a la interdependencia. Pero las palabras, sencillas de escribir, luego se enredan en una realidad donde el poder prefiere ¡seguir con su poder! Y de esos polvos estos lodos.

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19 comentarios

Manel 30/09/2015 - 08:42

Es desde la independencia de las partes dode se establecen relaciones libres y sinceras.

Y es desde la libertad donde se puede ejercer el compromiso, porque el compromiso es la manera en la que cada uno decide perder su libertad.

No puede haber compromiso donde no hay libertad para decidir.

Libertad, sinceridad, compromiso…parece que no son los valores del momento…

Bonito artículo, comparto la perspectiva.

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Julen 06/10/2015 - 05:56

Le decía a Isabel que es cuestión de sensibilidad. De empatía, de ver en los demás la oportunidad de decidir su futuro y de reconectarlo con el de los demás. Un ejercicio básico: tienes la capacidad. Adelante.

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Isabel 30/09/2015 - 17:44

Enfoque perfecto Julen. Firmo cada palabra y me sumo también al comentario de Manel.
Es siempre el mismo concepto de partida, hablemos de personas, organizaciones, países… Tener opciones, libertad para decidir, autoresponsabilizarse y co-responsabilizarse, hablar, dialogar, debatir…
Las relaciones de dependencia son perversas, negarse a evolucionar también.

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Julen 06/10/2015 - 05:55

Asunto delicado el de autonomía/dependencia. A veces me parece que es más una sensibilidad y no tanto cuestión de «razón». Porque razones hay muchas y sensibilidad, en cambio, es quizá lo que falta.

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