Cuando el dinero es para fútbol y no para sanidad

by Julen

Apaño en hospitalDe nuevo en hospitales acompañando a familiares. Ahora toca Basurto, a ver si pasa pronto. La espera te obsequia con tiempo. Y el tiempo se te enrosca y te atrapa. Basurto es el hospital de siempre aquí en Bilbao. Pabellones distribuidos en edificios singulares de estilo modernista. Plazoletas arboladas, un entorno agradable y con historia.

Cerca está San Mamés. El nuevo San Mamés. San Mamés Barria. Levantado en fechas recientes, a buen ritmo, como exigía el guión. El fútbol, ya se sabe, son emociones. El fútbol como ejemplo de una sociedad hiperbólica y ciclotímica. Alegrías inmensas repartidas entre largos desiertos de color gris. En estos días con jornadas de puertas abiertas.

Mientras escribo, sentado en la silla frente a la cama 303 del pabellón Iturrizar, pienso. Tengo tiempo. La mañana por delante. Veo la cama. Veo las dos manivelas con las que puedo levantar los pies o la cabecera de la cama. Como toda la vida. Das vueltas y el mecanismo chirría. Se queja por falta de mantenimiento supongo. Fuera, antes de llegar, en el pasillo casi siempre alborotado una silla de ruedas con unos cuantos apaños y un aspecto sucio. En la planta de abajo unos tableros de aglomerado asidos con bridas protegen ante una posible caída por el hueco de la escalera.

El caso es que hace tres días el tiempo se empeñó en detenerse entre Urgencias y Observación, dos zonas de un hospital donde la tensión es lo que predomina. Primero Urgencias. Luego Observación. Aquí el tiempo se alargó más, casi todo el día. Fuera, el nuevo San Mamés dormía hasta un siguiente uso.

El área de Observación en este Hospital de Basurto está dividida en boxes. Pero cada box está ocupado por dos camas separadas por una cortina. Junto a cada una de ellas, a sus pies y junto al pasillo semicircular, una silla. Una cama, una silla. Dos sillas por cada box. Ahí pasamos casi un día completo, en el 12B. Junto a un anciano, en el 12A, que salió de casa y se perdió. ¿Privacidad? Observación, mal lugar para que el tiempo te atrape.

De vuelta a casa, San Mamés Barria. Tremenda obra. Una inversión como Dios manda. Esto es Bilbao. Mientras, no sé si alguien se ocupará de que la manivela de la cama allí en el hospital reciba algo de grasa. Daños colaterales del progreso en la sociedad contemporánea. No hay problema, seguimos en el primer mundo. Según parece. Quizá con las prioridades confundidas.

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27 comentarios

Txetxu Barandiaran 04/09/2015 - 07:33

Pues en el Hospi de Galdakao ya van con botones. Eso sí, no hay jardines para pasear. 😉
¡Abrazo solidario!

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Isabel 04/09/2015 - 16:27

No es fácil de entender. Solo viendo la masificación en la mayor parte de hospitales y “centros de salud” resulta evidente que es un problema cercano a millones de personas, pero la capacidad de olvido y el poder de la negación son mecanismos poderosos.
No sé nos hemos vuelto una sociedad inconsciente o hemos sido abducidos por el mito de la eterna juventud y el afán de inmortalidad.

Un abrazo!

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Julen 13/09/2015 - 06:35

Sucede también, Isabel, que la estructura de edad de quienes vivimos por aquí va a requerir un repensado de la forma en que se trata a la gente que llega a la tercera y a la cuarta edad. Quizá no salga mucho en los titulares, pero de cómo enfrentemos esta realidad dependerá en gran parte el progreso y el desarrollo como sociedad.

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