Cuando la productividad no es la (única) respuesta

by Julen

oxímoronCreo que desde que empecé a trabajar la productividad ha sido la constante que mejor describe lo que el management, en su sentido más amplio, ha persiguido. No deja de tener cierta lógica que quien haga más con menos tenga las de ganar. Esta constante, la productividad, ha ido además ganando peso con el paso del tiempo. Hoy, es la que manda. En función de ella se hace y deshace. Se conquistan mercados, se destruye empleo, se alargan las jornadas o se mide el tiempo al milímetro. Es la vara de medir. La principal. ¿La única?

Sin embargo, las personas somos algo mucho más complejo. ¿Cómo mides lo que soy? ¿Cómo sabes que mi desempeño es el que puede llegar a ser? La productividad introduce estándares para comparar y ahí encierra parte de su ilógica. Aplicada a una máquina supuestamente tiene sentido. Aplicada a un ser humano se hace añicos. Porque lo que somos es mucho más de lo que hacemos o de lo que puedas medir.

Pero si elevamos el ámbito de análisis y fijamos la referencia no en la persona sino en el negocio, me temo que sucede algo parecido. El tránsito desde lo analítico y racional hacia lo emocional y estético (que diría Lipovetsky) lleva a los negocios a una complejidad que no casa bien con las medidas tradicionales de productividad. Dar con la tecla de lo que engancha a usuarios y prosumidores se mueve hoy en un terreno resbaladizo.

Cierto que una vez metidos en procesos, indicadores y paneles de control, una empresa necesita cierta perspectiva para dirigir el rumbo. Pero me temo que muchas veces lo que digan los indicadores va a chocar con lo que convendría hacer para retomar la senda del éxito. Porque el éxito no pasa hoy por esquemas secuenciales, por pirámides lógicas de necesidades y expectativas satisfechas. Pasa también por la sorpresa, por la inspiración, por un diseño diferente, por una conexión íntima con no sé qué asunto que requiere una visión antropológica para llegar a entenderlo.

Sí, el mercado hace tiempo que ha virado el rumbo hacia lo desconocido. A pesar de que los gigantes de la manufactura sigan enredados en sus grandes lógicas de eficiencia y eliminación de despilfarro. A pesar de que sigan buscando -usen los eufemismos que usen- mano de obra barata y costes reducidos. Las economías de escala seguirán ahí pero ahora resulta que se abre en canal una nueva lógica que no aguanta el análisis estrecho de la productividad.

El ser humano del primer mundo se ha vuelto caprichoso. Los valores han saltado por los aires. Parecen sometidos a vientos variables que cambian de dirección con inusitada frecuencia. Ahí, en esa fiesta de sensaciones y emociones, la productividad naufraga. Y los negocios que triunfan juegan en la liga de acertar a la hora de sintonizar con algún tipo de necesidad de la que ni siquiera teníamos noticia.

No obstante, dicho lo anterior, después de jugar en la liga de la sinrazón (o sea, de la emoción y lo estético) me temo que las lógicas de la productividad van a mantener su cuota de poder. Cuando se trata de crear objetos tangibles, entonces aparece todopoderosa. Quizá por eso la productividad, aun no siendo la respuesta definitiva, continúa siendo una pieza más del tablero del juego. No sirve para el marketing y la captación de deseos pero sigue machacando para producir barato. Perjudicados, los de siempre, la mano de obra barata.

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P.D. Hablar de productividad nos sumerge en un inmenso océano con miles de posibles interpretaciones. Aquí solo apuntamos una más que dibuja su intenso sentido paradójico.

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34 comentarios

Izaskun merodio v 11/08/2015 - 14:57

Kaixo julen, compartiendo contigo la esencia del post, cambiaría productividad por rentabilidad. No veo nada malo en tener como referencia la productividad si la entendemos como un uso eficiente de los recursos; el peligro esta en poner la rentabilidad económica en el centro de las actividades manas, creo.

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Izaskun merodio v 11/08/2015 - 14:57

Kaixo julen, compartiendo contigo la esencia del post, cambiaría productividad por rentabilidad. No veo nada malo en tener como referencia la productividad si la entendemos como un uso eficiente de los recursos; el peligro esta en poner la rentabilidad económica en el centro de las actividades humanas, creo.

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Jerónimo Sánchez 12/08/2015 - 10:05

A mi juicio, la productividad del «hacer más en menos tiempo» ha servido y sirve aún para el trabajo industrial. De otra forma, no podríamos disfrutar de la sociedad que tenemos hoy en día, en la que es posible adquirir cosas necesarias para la vida a una fracción de lo que hubiera costado hace décadas.

Otro asunto el de la productividad en el trabajo del conocimiento, el que hacemos la gran mayoría de los trabajadores de hoy en día en las empresas modernas. En este sentido, estoy totalmente de acuerdo en que el Management aun tiene mucho camino que recorrer, entendiendo un nuevo paradigma del trabajo que los ha superado hace tiempo, donde la productividad ya no se mide solo en términos de eficiencia, sino también y quizá de manera mucho más importante, en términos de eficacia.

Ese es el gran reto que yo, y otros colegas consultores artesanos que nos dedicamos al asunto de la efectividad de las organizaciones centrada en las personas, tenemos por delante. 🙂

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Julen 13/08/2015 - 07:29

Trabajo tenéis por delante, desde luego, Jerónimo. En ello andamos aunque luego la otra productividad, la de toda la vida, sigue ahí detrás como un mantra ineludible. Habrá que hurgar en nuevas vías, no cabe duda.

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David Sánchez 12/08/2015 - 19:05

Incluso en las industrias de manufactura pura, donde el concepto de productividad como cociente entre producto y recursos utilizados es más evidente de usar, la idea de productividad irá evolucionando. Cómo dices al final del post («los negocios que triunfan juegan en la liga de acertar a la hora de sintonizar con algún tipo de necesidad de la que ni siquiera teníamos noticia»), la diferenciación de estos negocios seguirá estando relacionada con su productividad, pero no con la productividad industrial sino con la productividad tal y como la entendía Drucker. Es la productividad del trabajador del conocimiento el que hará diferencial este tipo de compañías en la medida en que la efectividad de su desempeño se oriente a los resultados de valor real.

En cualquier caso, la productividad «tradicional» seguirán estando vigente y será necesaria hacerla más eficiente allá donde sea necesario. Pero es importante ser consciente que otro tipo de productividad o efectividad ha llegado para quedarse: la efectividad del trabajo del conocimiento. La efectividad diferencial.

Es un tema que me interesa mucho y cualquier bibliografía o fuente sería muy interesante de conocer.

Gracias por la reflexión, Maesto 😉

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Julen 13/08/2015 - 07:28

Gracias por darte una vuelta por aquí. No es fácil encontrar bibliografía específica porque lo que se encuentra es el discurso tradicional de la eficiencia en el industria manufacturera (enfoque lean y otros más tradicionales) o el que nos viene del marketing y los análisis de tendencias. Algo que se mueva entre esas dos aguas… lo seguiremos buscando 😉
De momento, hurgaremos en esa eficiencia derivada del trabajo del conocimiento. O de la emoción. Aunque es mejor tomemos conocimiento como pensamiento + emoción + acción.

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