¿Las empresas contratan personas o profesionales?

by Julen

eye :)........    ( Explored )En El País puede leerse Permisos de paternidad para retener el talento, un artículo firmado por Sandro Pozzi. Hurga en el modo en que una serie de grandes compañías de base tecnológica están aplicando en Estados Unidos mejoras importantes respecto a las condiciones laborales en general y al cuidado de recién nacidos en particular. Destaca el caso de Netflix, que ofrece un año de permiso por paternidad, pero se cita a más gigantes empresariales. «Se trata de crear el mejor ambiente en el que los empleados den lo mejor de si». Así de fácil se resume la cuestión, tal como afirma Kathleen Hogan, responsable de recursos humanos en Microsoft.

En el fondo cabe considerar cuál es el vínculo que una empresa quiere establecer con quienes trabajan para ella. Si ve profesionales y se obsesiona por su eficiencia entendida en forma estrecha es más que evidente que será restrictiva a la hora de ofrecer tiempo o apoyo económico para cuestiones extralaborales. Pero si ve personas y las considera como tales en un sentido mucho más amplio deberá entender lo que afirmaba Kathleen Hogan: las personas son mejores profesionales cuando sienten que el trato que reciben permite que se desarrollen como ¡personas! Y también, por supuesto, como profesionales.

La competitividad, esa ciega carrera que exige sacrificios cuando los números no salen, es la madre de todas las batallas. Claro que la competitividad se puede leer a corto, medio o largo plazo. Reducir el vínculo profesional a una transacción de prestación de servicios por horas es desgraciadamente la norma. Mirar más allá y ver personas -donde el estándar es ver solo profesionales- parecería una buena manera de entender que la eficiencia está en función de lo comprometida que se sienta una persona y de lo bien que se sienta tratada. Una perogrullada. O no tanto.

La famosa conciliación entre la vida laboral y la familiar tiende en muchas ocasiones a quedar en un eufemismo para en realidad ganar flexibilidad laboral. El entorno laboral ha generado en un just-in-time global. Quiere personas recursos en la cantidad que haga falta y durante el tiempo estrictamente necesario. Lo demás, lo que no produce cuando el mercado demanda, es despilfarro, es no-calidad, es defectivo, es basura. Y hay que perseguirlo para erradicarlo como mala práctica de gestión.

Sorprende que a estas alturas de partido, en 2015, estemos hablando de que las personas necesitan sentirse a gusto en sus puestos de trabajo, bien tratadas y respetadas. Quizá la realidad supera a la ficción y no avanzamos todo lo que sería deseable. Quizá estos años de crisis nos han hecho retroceder globalmente en este vínculo entre empresa y persona. Lo profesional se entiende como eso que obliga a olvidar zarandajas de tiempo libre y habla en términos de productividad de la que importa: cuánto produces en una hora de trabajo.

El presencialismo es una consecuencia horrible de la reducción de personas a profesionales. Porque «profesional» termina por degenerar en «estar» en el trabajo. Los números de la productividad se degradan porque aunque la persona esté -o su faceta profesional- en realidad aporta una mínima parte de su capacidad. Ya se sabe que los grandes gurús de la patronal dijeron alto y claro: hay que trabajar más y cobrar menos. Los Díaz Ferrán de turno fueron solo los voceros de las prácticas que se iban normalizando. Y lo que se quebró fue algo de tremendas consecuencias: la confianza.

Por eso, cuando leemos que Sillicon Valley enseña su lado amable y ofrece condiciones de desarrollo personal no queda sino preguntarse: ¿ahora es cuando llegamos a esta conclusión?, ¿todo lo aprendido sobre management nos dice en 2015 que las personas necesitan sentirse como tales antes que profesionales? Sí, mejor lo leemos en positivo. La otra manera te conduce a pensar que algo seguimos haciendo mal cuando hablamos de personas en las organizaciones.

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35 comentarios

Iván 18/08/2015 - 22:28

Muy buenas reflexiones Julen, la verdad es que parece mentira que en pleno siglo XXI sea andemos hablando de todo esto. Curro y vida personal, gran dilema lleno de complejidad.

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