13 días de hospital

by Julen

Sound of SilenceMi experiencia no es sino una gota de agua en un océano. No es nada comparada con toda esa gente, la inmensa mayoría mujeres, que acompañan a personas dependientes día sí y día también. Tan solo han sido trece días seguidos yendo a un hospital porque un familiar estaba allí convaleciente de una operación y con algunas pequeñas complicaciones posteriores. Un hospital y una habitación.

Se trataba de un hospital nuevo. Gris. Gris un poco más claro o gris un poco más oscuro. Con personal correcto en líneas generales. No sé cuántos doctores (y una doctora), cuántas enfermeras (y un enfermero), cuántos celadores (y una celadora) y cuántas limpiadoras (todas mujeres) vi por la habitación. La gran mayoría se dirigía a la enferma por su nombre. Lo decían alto y claro. Y ejercían sus profesiones en gran parte como les salía de dentro.

Algunas pequeñas descoordinaciones. Algunas pequeñas faltas de tacto. Un silencio que muy poca gente respetaba en el pasillo a pesar de los carteles. Tanto en el caso de visitas como de personal de la clínica. En fin, nada que destacar. Un tiempo que se llegaba a convertir en no-tiempo, un lugar que se diluía y al tiempo te encerraba.

El tiempo transcurría. Sin más. Llegabas por la mañana a primera hora. Rutinas en marcha. Al principio pensaba que podría aprovechar el tiempo. Siempre con la paradoja de la productividad a cuestas. La paciente no daba guerra, estaba adormecida la mayor parte del tiempo. Había tiempo. Un paréntesis que se agrandaba. Y en ese intermedio… En ese intermedio uno apenas podía hacer otra cosa que dejar pasar el tiempo. La cabeza, caprichosa, se alimentaba de preocupaciones banales. O no.

¿Respira igual que hace un rato? ¿Será normal? ¿Por qué no vienen a sentarla en la silla? ¿No está tardando mucho el desayuno? ¿Por qué no hablan un poco más bajo ahí fuera en el pasillo? ¿Qué tal saldrá el resultado de la ecografía? ¿Por qué habrán añadido otra medicina más a las que ya tomaba? ¿Cómo lo estará llevando su hermana? ¿No deberían hacerle otro tipo de pruebas?

La cabeza va y viene. Se evade. Juguetea a esconder la razón, a retorcer preocupaciones y malos augurios. La luz también se vuelve gris. La habitación dormita, el mundo reduce su velocidad. Uno se siente poca cosa. El destino escapa de tu control. Poca cosa. Una sensación diferente. Algo que encoge el corazón.

Ahora lo escribo y puedo expresar todo ello en pasado. Pero en realidad es presente continuo. Esta es la primera mañana desde hace trece días que no iré al hospital. La 202 acogerá quizá ya a otra persona. Y las rutinas envolverán de nuevo el tiempo. Con otros familiares, con unas sensaciones a lo mejor diferentes. Matizadas por nuestro carácter, entran parecidos insumos pero a saber qué es lo que generan en términos de sentimientos. La luz, mientras tanto, seguirá siendo gris.

¿Hay que pasar por esas experiencias? Parece ineludible. Y la lógica me dice que son parte de la normalidad. Son parte de un momento vital donde las probabilidades suben. Es la edad. Es el sistema. Es la respuesta de la que nos hemos dotado. Sentado, la mirada se pierde y da tiempo para pensar en el camino que seguimos. La salud juega con nuestros cuerpos y los zarandea a su antojo. Somos poca cosa.

Ahora llega otro periodo delicado: la recuperación en una residencia. Los mayores en torno a su destino. Agarrados a la vida por hilos en los que no siempre confiar. Dicen que tiene que ser así. Ingenuo, yo no termino de comprenderlo. Claro que mi tercera o mi cuarta edad -esa bola extra que regalan en el primer mundo- todavía no ha llegado. Solo las imagino. Desde la suerte en términos estadísticos. Un cosquilleo de intranquilidad. Hasta pronto.

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26 comentarios

Txetxu Barandiaran 14/08/2015 - 06:50

Bienvenido a los nuevos, y tan de siempre, tiempos. Nos y se nos van haciendo mayores y ahí hay que estar e intentar ser en ese estar que parece intrascendente, pero no lo es.

Ya sabes. Mucho fondo y poco sprint porque sólo hay cartel de meta al final y se llega de todas todas. Así que mejor disfrutar de la etapa 😉

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Julen 14/08/2015 - 09:16

No queda otra que entrenar, lo queramos o no 😉

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Isabel 14/08/2015 - 09:39

Es la NADA. Ese no tiempo que describes es difícil de soportar, en primera personal o como acompañante. Ni siquiera es el sistema sino el no sistema porque en medio de un cada vez más complejo entramado burocrático, que la tecnología no ha simplificado sino más bien lo contrario, los profesionales ejercen “en gran parte como les sale de dentro”.

Malo si preguntas más de la cuenta, lo de querer entender no gusta. Peor aún si no teniendo la necesidad de estar en cama decides que tu cabeza ayuda mejor a tu recuperación moviéndote, paseando, conversando. Exceso de gente en los pasillos, conversaciones por el móvil a voz en grito… Si eres paciente no puedes tomar un zumo natural en la cafetería, pero puedes coger cuantos dulces, chucherías, refrescos, etc., te apetezcan de las máquinas que hay en casi todas las plantas.

Seas paciente o acompañante, es difícil. Y no por querer mantener el ritmo anterior sino porque no hay forma de establecer un paréntesis en el que centrarte en la situación del momento.

Pero es cierto, es un lugar-trámite-tránsito por el que pasaremos la mayoría, aunque no nos guste pensarlo. Se nota que es un tema con el que estoy muy sensibilizada, ¿verdad?

Un abrazo Julen.

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Julen 15/08/2015 - 08:52

Pues sí, Isabel, supongo que pasar tiempo en un hospital da para repensar mil veces por qué esos protocolos, por qué esas rutinas. Parece que el progreso no se traslada a esos espacios y a esos tiempos. La mejora de la tecnología no va acompasada de una mejora en la relación humana. Bueno, no sé, supongo que sí, pero ¡queda tanto por humanizar! Ojalá nuestro tiempo allí sea el mínimo imprescindible. No se me ocurre decir mucho más. Cuanto menos tiempo entre hospitales, mejor. Un beso.

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Alvaro 14/08/2015 - 10:08

MI experiencia en un hospital que da igual cual fue, con unos doctores, enfermeras, auxiliares que da igual cuales fueron, en una situación que no habia solución al tratarse de un enfermo terminal…. es bastante mala por decirlo suavemente.

La atención medica fue excelente, de eso no tengo queja, se dió la atención que se podia dar.

La atención de las enfermeras y auxiliares, tambien excelente, muy contento con ellas.

Pero la atención medica en lo referido a atención al cliente propiamente dicha, porque nosotros primero somos sus clientes y despues pacientes, eso ya me parecio fatal.

Pese a no tener solución, no iba a haber negligencia medica ni cosas asi nunca, pese a ser una situación delicada en ese aspecto, mas bien parecia que la especialidad de cada uno de ellos era decir cuatro cosas, no decir claramente la verdad, salir corriendo de la habitación si les preguntas un poco mas, y al final cuando te llega el informe en las veces que entras y sales, te lo lees y te ves todo el paranorama, que mas o menos te lo imaginabas, pero es que no hace falta ir de esas formas, trampeando todo, enmierdando todo, y mas cuando resulta que solucion no hay, ni va a haber culpa medica de nada ni cosas por el estilo, creo que me explico bien..

Bueno, culpa de una atención médica mala no, pero lo que he dicho antes, la atención al cliente fue nefasta, asi no se hacen las cosas.

Un buen trabajo médico, en este caso lo único que se puede hacer, pese a ser excelente, de eso no me quejo, puede quedar en nada si las formas, y la atención humana son malisimas.

Cualquier mecanico de coches o tecnico de mantenimiento de aparatos varios, da mejor atencion al cliente, tiene mejores formas, tiene una atencion mas humana, etc etc… que cierta parte de la colección de médicos que les pagamos el suelo entre todos, y eso que todos esos mecanicos o tecnicos que comento el producto que reparan o lo intentan no es una persona, y evidentemente cuando no hay solución no es lo mismo cambiar de coche que asumir que un familiar se muere.

Pero bueno, yo no me voy a quejar porque sabia muy bien lo que habia, no me voy a quejar porque estando ingresado mi familiar vi un caso de una autentica negligencia medica que no voy a decir que casi se cargan alguien pero bueno, bastante jodido por culpa de ellos si que estuvo.

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Julen 15/08/2015 - 08:50

Hola. Sí, siempre es igual. Al final… y al principio, somos personas y necesitamos que más allá de la tecnología y los protocolos, se nos trate así, como personas. Ahí sigue quedando demasiadas veces una inmensa bolsa de mejora. Ánimo.

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Odilas 16/08/2015 - 15:18

Me siento muy identificada con tus palabras Julen. Gracias por compartirlo. Son experiencias que rara vez se hablan y uno se siente raron con ciertas emociones, la que tú explicas tan bien.
Un abrazo y que todo vaya bien.

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Julen 25/08/2015 - 07:59

Andamos con la vida un poco revuelta este mes de agosto, MJ. Aprendemos a base de experiencias. A ver cómo viene el otoño.

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iñaki ortiz 16/08/2015 - 17:42

Estas situaciones nos ponen en nuestro sitio, ante nuestro yo profundo, nos llevan a cuestionar nuestra relación con la enfermedad y con la vejez, nuestra relación con la muerte y con la vida, que no dejan de ser partes de la misma cosa.

Nos hacen pensar en cómo hemos organizado las tareas reproductivas y los cuidados, seguramente peor que la reparación de los vehículos.

Y pensamos en el trato humano que merecen (merecemos) las personas enfermas y dependientes, y quienes las cuidan (cuidamos). Y echamos en falta una relación más humana especialmente en esas situaciones. Pero nos encontramos con la misma falta de sensibilidad y de empatía que en cualquier otro ámbito de la vida.

Echamos en falta una humanidad que no vendría mal en el trabajo, en la comunidad de vecinos, en la economía, en la política,…

Los hospitales no son una isla, reflejan lo bueno y lo malo de la sociedad que hemos construido.

13 días de hospital son una buena ocasión para este tipo de ejercicios espirituales, para pensar en ese mundo paralelo que siempre está ahí pero procuramos evitarlo.

Gracias Julen por compartir la experiencia y darnos ocasión de reflexionar sobre esta realidad que nos ha tocado, nos toca o nos tocará con mucha probabilidad.

Un buen reto, humanizar la vida.

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Julen 25/08/2015 - 07:58

Iñaki, no me cabe duda alguna de que al hacer frente a estas situaciones tomamos conciencia de lo que hemos construido como sociedad. A lo mejor soy muy sensiblero, pero de veras que entré de una forma en el hospital y he salido de otra. Solo he estado como acompañante. Pero la experiencia marca, vaya si lo hace. Toca, hasta donde sea posible, proponer otros modelos. Gracias por darte una vuelta por aquí.

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Carlos Bezos Daleske 24/08/2015 - 15:44

Julen, como profesional del tema pero también como paciente (también me hago mayor) he redescubierto a Foucault (Nacimiento de la Clínica). Hoy no escribiría sobre cómo la mirada médica ha dejado al ser humano para centrarse en enfermedades, síntomas, microorganismos; nos hablaría de cómo hasta en la sanidad pública la mirada se centra en la eficiencia y en la maximización, cómo nos ha convertido en clientes y nos da según nuestra capacidad de compra

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Julen 25/08/2015 - 07:54

Carlos, esa transformación de persona en cliente… miedo da 🙁

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