Gino Bartali, innovación social en el ciclismo

by Julen

Quizás a quienes andamos cerca del mundillo ciclista nos suene la historia de Gino Bartali. Él tiene el mérito de haber sido quien ganó dos Tours de Francia con una mayor diferencia de años entre sus victorias: la primera fue en 1938 y la segunda en 1948, edición en la que ganó ¡7 etapas! y la montaña. Eran otros tiempos. Las bicicletas no tenían sino un plato y un piñón; o a lo sumo dos, que fue la gran innovación de producto que conoció este buen hombre. Pero Gino Bartali pasó a la historia de otra forma, como un gran innovador social. Pero no sería hasta el siglo XXI cuando esto sucedió.

De hecho el palmarés de este italiano nacido en Ponte a Ema, un pequeño pueblo perteneciente a Florencia, no luce muchos trofeos porque le tocó vivir de lleno la Segunda Guerra Mundial. En su pueblo, claro está, le han dedicado un museo. Quizá ganar dos Tours y dos Giros, ambos curiosamente con diez años de diferencia entre ellos, fuera suficiente. Pero la historia, mucho más tarde, estando ya muerto, le ha hecho hueco por otro motivo.

Gino Bartali

Fue al de tres años de morir, en 2003, cuando aparecieron unas cartas que explicaban sus entrenamientos. El hombre recorría unas distancias considerables cuando no parecía muy lógico por cuanto las competiciones estaban suspendidas por la guerra. Pero él por si acaso entrenaba. Era considerado además un hombre cercano a Mussolini. Su victoria en el Tour de Francia de 1938 le había proyectado como ejemplo del orgullo racial de la época. ¡Qué mayor demostración ante los vecinos de Francia! Pues nada, con guerra o sin guerra, él seguía entrenando.

En 2003 aparecen, como decía, unas cartas. Y allí se explican los entrenamientos. Pedalear por la Toscana y la Umbría encerraba un sentido. Gino Bartali escondía en el cuadro de su bicicleta documentos que transportaba hasta monasterios donde se escondían judíos. Eran papeles que les servirían para huir del destino que la sinrazón les estaba deparando.

Todo era un entramado que había organizado Giorgio Nissim, un judío de Pisa, que con apoyo de la iglesia de entonces, conseguía documentación para salvar judíos. Según se explicaba en unas cartas que sus descendientes encontraron, Gino Bartali hacía de correo. Montaba y desmontaba la bici al llegar a destino porque ese era el uso principal: servir de almacén de documentos. Oculto a las miradas de cualquiera, aquella bicicleta llevaba la libertad a cuestas, una carga por la que merecía la pena dar pedales. Ese era el secreto de tanto entrenamiento.

Lo curioso de toda esta historia es que Gino Bartali permaneció callado, como héroe anónimo, hasta su muerte. Un silencio extraño. Quién sabe por qué quiso vivir de esa forma. ¿Reconocimiento? Bueno, hay quien elige esa forma discreta de pasar por la vida. A pesar de ganar cuatro grandes vueltas. A pesar de salvar dicen que la vida de 800 judíos. La motivación para dar pedales a veces es complicada.

La rivalidad que mantuvo con Fausto Coppi y esta historia de ciclista correo se recogieron en una serie de dos capítulos que produjo la Rai Uno en 2006: L’intramontabile.

La imagen que acompaña este post está tomada de Panorama.it. Corresponde a la etapa Metz-Reins del Tour de Francia de 1938 que ganó Gino Bartali. Él es el que va en el centro de los tres primeros ciclistas.

 

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