2- Playa Santiago a través del viento

No presagiaba nada bueno el viento. En la pensión sonaba por todos los rincones y en la calle más de unas sombrillas temblaban ante la violencia de sus rachas arremolinadas. Y yo no hacía más que pensar que arriba, en la zona de los Roques, su fuerza sería aún mayor.

Hablando con unos lugareños llegamos a la conclusión de que bastante iba a ser subir hasta la Degollada de Peraza y desde allí dejarme caer hasta Playa Santiago. Como casi siempre, en estas conversaciones sale lo más exagerado de cada casa: uno decía que «volcaban» coches allá entre los Roques. No creo que fuera para tanto, pero me inclinaría por la prudencia.

A media tarde caía un zumo de naranja y una pulguita de carne mechada en el kiosco de la plaza al abrigo de los tilos. Tenía hambre y no pude resistirme a las costumbres locales. San Sebastián lucía bullicio con obras en la calle de la pensión y mucho alemán mochilero por la zona. Siempre me ha parecido un pueblo animado con ese toque portuario tan característico.

Me animé a cenar en una tasca junto a la pensión. Y allí probé el blue marlin, un tremendo animal estilo pez espada que de vez en cuando se pesca por la zona. El camarero resultó ser el experto pescador de este animal que llega a pesar más de 600 kilos, según me explicó. Estuvo entretenida la cena.

La mañana salió… ¡ventosa! Desayuno en el Kiosco Ramón y conversación de nuevo con la gente del bar. Todos coinciden en el jurado popular que se ha montado: bastante con llegar a la Degollada y luego, eso sí, me puedo dejar caer hasta Benchijigua en la bajada hacia Playa Santiago. A cumplir la sentencia.

Y ahí vamos. ¿Despacio? No hay otra forma. Cuando el viento entra de costado es casi peor que cuando lo hace de frente. Me he tenido que bajar hasta cuatro veces de la bici por miedo a caerme. La subida a la Degollada tiene 900 metros de desnivel. Poco a poco el altímetro iba marcando el ascenso. Es una carretera muy abierta con vistas a la costa y que te conduce por un terreno bastante árido. A partir de los 600 metros de altitud el paisaje cambia algo y empiezan a aparecer algunas palmeras. Arriba en la Degollada tomas conciencia de dónde estás: a un lado el barranco de La Laja y al otro allá al fondo el mar.

En el bar junto a la carretera, la camarera me cuenta que esta mañana en Playa Santiago estaba el día bastante tranquilo. Y me cuenta que San Sebastián siempre ha sido pueblo de viento. Bueno es saberlo.

En la bajada me desvío por una pista que lleva a Benchijigua y Lo del Gato, donde termina… el mundo. Al llegar al fondo del barranco, el Roque Agando queda arriba con su estampa imponente. No hay forma de no fotografiarlo desde la ermita de San Juan. ¿Vivir en Lo del Gato? Eso sí que tiene que marcar. Como se te olvide comprar el pan; creo que no vuelves por no coger la pista otra vez.

Ya abajo en Playa Santiago me doy una vuelta por la zona del megahotel Tecina. Qué poderío. Hago algunas fotos desde varios miradores y caigo por fin hasta la playa. Oh, oh, fiestas de Santiago. Noche entretenida espera. Pero para saber cómo va tendrás que leer el post de mañana.

Distancia recorrida: 42,1 km. Desnivel acumulado: 1.367 m. Tiempo de pedaleo: 3 h 48 min.

Más información:
La conexión de la app de Garmin con el GPS sigue de capa caída, así que no puedo enlazar datos concretos de la etapa.
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