Transparencia radical, lo último en marketing

by Julen

Raining outsideEn septiembre de 2011 publiqué en este blog un artículo que titulaba El marketing de la transparencia. En él comentaba lo peligroso de la combinación de dos tendencias que se unían para provocar una gestión marketiniana de la transparencia. Esas dos tendencias eran que lo transparente vende y que por supuesto hay información que interesa ocultar (de la misma forma que otra interesa airear). Solo hay que entender la ventana de Johari, todo un clásico de la psicología de la comunicación, para entenderlo.

Las personas y las organizaciones necesitamos la seguridad de lo privado y de lo íntimo. Un mundo absolutamente transparente nos conduce a una insoportable pornografía para la que no estamos preparadas. No creo que sea deseable saber que todo lo que hacemos esté sometido a escrutinio público. Claro que hoy la idea del panóptico de Bentham se democratiza y ahora somos todas las personas las que hurgamos en todo lo de las demás. Parecería que nada debe quedar fuera del escrutinio público.

Dichas así las cosas, larga vida a Gran Hermano. No cabe duda de que ha marcado un antes y un después en los reality shows. Lo vemos todo porque eso es lo que da audiencia. El monstruo se retroalimenta de buenos datos para las cadenas televisivas. Cuesta abajo y sin freno, la transparencia radical avanza. Solo que ahora todas y cada una de nosotras aceptamos el juego.

Si esas son las condiciones para el éxito de empresas y personas, se impone gestionar la transparencia. Y ahí es donde sí o sí emerge un marketing diferente, pero marketing a fin de cuentas. En primer lugar, se toma la delantera y se vende transparencia. Transparencia elaborada, desnaturalizada en tanto que recibe capas de cosmética para que consiga impacto. A pesar de que Amalio argumente en contra y no esté de acuerdo con mi discurso, ya os podéis preparar para que las agencias de publicidad se especialicen en marketing de la transparencia.

Ya resuenan sus cuentas de resultados. Un nuevo maná del que facturar: todo va a ser objeto de elaboración, todo será negocio. Y todo es todo. La transparencia lo exige. Nada debe quedar fuera del objetivo. La comunicación explota a mayor gloria de quienes tengan la posibilidad de pagar para elaborar el mensaje convenientemente. La transparencia se vende como la nueva verdad. Por mucho que Byung-Chul Han se empeñe en decir lo contrario. La transparencia lo exigirá todo. Negocio perfecto. Gol por toda la escuadra. Que tengas suerte de ahora en adelante.

Si quieres leer más análisis sobre la transparencia, puedes consultar esta categoría del blog.

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8 comentarios

Juanjo Brizuela 19/06/2015 - 09:03

uuuuffff Julen… sinceramente pues no lo veo. Ni veo a las empresas de comunicación preparadas ni por supuesto a quien las contrate. No lo veo.
Y además esa capa de que marketing abraza todo eso para darle cosmética a muchos valores de las organizaciones, sinceramente, tampoco me gusta.
Si de algo estoy cada día más convencido, es que el marketing (y no pongo mi término por no resultar pesado) está cambiando de tal manera que la pura cosmética cada vez se va quedando más en evidencia.
Esta vez no estoy de acuerdo. Pero vamos, con un té lo debatimos o seguimos por aquí o por Equiliqua… 😉

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Julen 25/06/2015 - 06:07

Yo, Juanjo, lo que veo es que si en algo se hace inversión es en comunicación. Y la «moda» de la transparencia está aquí. En gran parte porque la ciudadanía la exige. Lo quieran o no las empresas, se exige. Se exige conocer sueldos de directivos, se exige conocer la cadena de suministro, se exige, se exige. Y como esto parece que va a más, las empresas lo interiorizan y empiezan a ver cómo le dan la vuelta. RSC de por medio, surge un nuevo marketing, el de la transparencia. Ya estamos dentro de él. Qué bien que disentimos jejeje

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Juan Sobejano 19/06/2015 - 10:34

Interesante debate, Julen, y lleno de aristas. Yo aquí veo un problema, definir qué entendemos por marketing, porque si entendemos promoción, comunicación, estoy bastante de acuerdo con Juanjo, las empresas no están preparadas para abrir sus puertas y ventanas, por mucho que el mensaje que transmitan sea ese.
Pero creo que hay otro enfoque de la transparencia que puede ser interesante, la transparencia como producto. Programas que venden las intimidades de famosos o concursantes, que tratan de empaquetar la transparencia (siempre del otro) para que la consumamos.
Creo que desde el punto de vista de la promoción una cosa es el mensaje y otra la realidad. Pero posiblemente esté apareciendo (o potenciándose) ese enfoque de transparencia-producto que hasta los propios personajes alimentan con sus comentarios y peleas por redes sociales.

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Julen 25/06/2015 - 06:05

Fíjate, Juan, que de ahí puede surgir un «falso mercado de transparencia». En televisión por ejemplo gran parte de lo que sucede en los reality shows está guionizado. No todo, pero sí gran parte. El público puede pensar que es así la realidad… y no es exactamente así. Bufff, vaya lío 🙂

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Jesús Malaga 19/06/2015 - 13:29

Hace años que las cocinas se abrieron para que desde la sala se pueda ver lo que se cocina y cómo se cocina. Y mucho antes de eso las películas y las series distribuyen como «material extra» las tomas falsas, que además es algo que le encanta al público. Y si al público le gusta ver cómo se hacen las cosas en cine y en restauración, por qué en el resto no?

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Julen 25/06/2015 - 06:03

De acuerdo, Jesús, pero entonces, al hacerlo así, la cocina en parte no trabaja de forma «natural». Transparentarla trae sus consecuencias: buenas sobre todo, pero también hay otras más oscuras. Claro que no seré yo quien diga que, en líneas generales, la transparencia no aporte valor. Solo trato de matizarlo.

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Amalio Rey 19/06/2015 - 15:37

Julen, no es que esté en contra. Creo que es justo discernir, como ya intenté hacer en mi comentario anterior que citas aquí. Fíjate, suscribo la linea argumental de este post, pero no del anterior. En ambos hablas de cosas diferentes, aunque el titulo de los dos incluya la palabra «transparencia». Claro que estoy de acuerdo con que «Las personas y las organizaciones necesitamos la seguridad de lo privado y de lo íntimo». Pero OJO, solo en aquellos ámbitos donde no afectamos, ni dañamos seriamente la vida de los demás. Eso puede ocurrir, como sabes, en política o en productos y servicios que consumimos. Y es ahi donde creo que la transparencia es imprescindible. No defiendo que la gente se desnude integramente, no estoy loco, sino que quite opacidad donde no debe haberla. Por otra parte, porque todo esto genere más marketing como efecto colateral (este sistema es asi con todo) no significa que que el reclamo de transparencia carezca de sentido, o no debamos seguir reclamándola. Hay tambien «marketing de la libertad», «marketing de la colaboración», y muchas historias que están de moda. Y no por eso voy a seguir reclamando libertad, colaboración o…. transparencia 🙂

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Julen 25/06/2015 - 06:01

Amalio, voy a ver si recupero algunos textos de Ikujiro Nonaka sobre conocimiento tácito. Me parece que hay una conexión con todo esto de la transparencia y de hablar «en voz alta», como he escuchado últimamente. Esta obsesión por pasar de lo privado a lo público tiene su parte oscura. Y sí, claro que la transparencia tiene sentido, pero ojo con endiosarla porque lo que creemos que vemos no siempre es la verdad. De ahí no me apeo. Byung-Chul Han tiene razón: «la transparencia no es la verdad». Por cierto, ya te lo dicho por otro lado, pero qué bueno lo del limpiabotas… 🙂

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