Amazon de nuevo investigada por prácticas abusivas

Se podía leer en las páginas de Economía y Negocios de El País este viernes 12 de junio: Bruselas investiga a Amazon por malas prácticas en su libro electrónico. Según parece, en sus acuerdos con los editores de libros electrónicos, Amazon «requiere que los editores le informen sobre ofertas alternativas -sobre todo si son más favorables- a otros distribuidores de libros en formato digital«. Pues nada, lo de siempre, como eres grande a hacer de macarra y bravucón en clase.

Llueve sobre mojado en el caso de malas prácticas de Amazon. También son objeto de investigación por esas curiosas prácticas de que los beneficios de la multinacional curiosamente se den sobre todo en Luxemburgo, donde la fiscalidad para las empresas es lo que es. El artículo que reseñamos indica, no obstante, que «Amazon ha anunciado recientemente que comenzará a pagar el impuesto de sociedad en los países donde se generan los ingresos». Todo un detalle, IN PRESIONANTE. En el fondo va a ser que son buena gente.

Y no digamos de las peleas que en su momento se libraron en Amazon Alemanía a cuenta del trabajo ofrecido a inmigrantes en empresas subcontratadas por el gigante de la venta en Internet. Aparecían de por medio hasta  paramilitares neonazis. Todo esto se dice que ha desaparecido. Bien que se reaccione pero mejor si no se produce, ¿no? Mientras, en Francia, las condiciones de Amazon han provocado hasta legislación en su contra.

Seguimos, mientras tanto, con esa tremenda oferta de precios baratos y distribución excelsa que ofrece Amazon. Irresistible si no fuera por estos pequeños detalles. Los gigantes económicos siguen dando miedo. Su posición excesivamente dominante es para echarse a temblar. No les tiembla el pulso porque llevan grabado a fuego el valor para el accionista. Hay un capital al que se deben y cuando todo engrandece resulta que son las personas las que empeñecemos. Somos números en sus manos, datos, estadísticas.

Yo sigo con mi dilema amazónico. Una experiencia de compra perfecta a un gigante que da miedo. ¿Seguimos alimentando al monstruo?